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CON MOVILIDAD REDUCIDA (4) Un viaje nostálgico por la literatura y la música de Estados Unidos

espíritu cowboy

Capitolio (Austin).

Publicado por
J. A. GONZÁLEZ (JOHNNY)
León

Creado:

Actualizado:

AUSTIN

TEXAS

Al norte de San Antonio, a menos de una hora de coche se encuentra Bandera. Es un pueblo de escasos mil habitantes rodeado por el río Medina y por ranchos que mantienen el espíritu de los cowboys. Por las calles pasean turistas a caballo y una antigua diligencia discurre por la carretera con sus alegres ocupantes vestidos con sombreros y pañuelos multicolores. Hay varios hotelitos de paredes de tablas y delgadas columnas. En algunas tiendas se vende ropa vaquera de fantasía.

Cenamos en un restaurante al borde del río que discurre encajonado al fondo de una garganta con un sonido rumoroso. La luna velada por las nubes asoma de cuando en cuando. ¡Qué sosiego se respira! Sólo falta el canto de las cigarras que oiríamos en los campos de León en una noche de primavera.

Después de cenar fuimos al Silver Dólar Saloon, un honky tonk con su escenario, sus bancos y mesas corridas y sus billares. Queda un amplio sitio para bailar y en el otro extremo la barra del bar. Hay fotos de todos los grandes del country que han tocado aquí, que incluyen a Willie Nelson, Hank Williams, Chris Christopherson…..También programas de la película Michael de John Travolta, de la que se rodó en este saloon alguna secuencia.

El grupo de hoy es una cantautora con su acompañante a la guitarra, con una música de baladas casi íntima. No ocupan el escenario y se sitúan ante la barra, con nosotros en torno a ellos.

Su voz tiene una textura similar a Joan Baez, con unos agudos no tan altos.

Camino de Austin, la capital del Estado, pasamos por Lockhart, un pueblo grande en el Trail Chisholm, el camino que seguían las manadas de cornilargos hacia los mercados del Norte.

El año 1865 termina la Guerra de Secesión entre Norte y Sur y numeroso ganado vacuno vagaba por las grandes extensiones de Texas en ranchos más o menos delimitados. Europa, en este tiempo, había sufrido una epidemia de peste bovina que se llevó por delante 20 millones de cabezas de ganado y empujó a miles de europeos hambrientos a emigrar a Estados Unidos, lo que originó una gran demanda de alimentos en las ciudades del Este. Por otra parte, el ferrocarril sólo llegaba hasta Kansas y las manadas de vacuno tenían que desplazarse siguiendo el Camino Chishlom (Trail Chisholm) pastoreadas por unos duros vaqueros llamados conductores de manadas, que atravesaban un territorio hostil con indios, forajidos y desertores de los dos ejércitos.

Lockhart tiene la pátina de los pueblos antiguos tejanos con casas de paredes de tablilla y calles enteras de arquitectura victoriana en ladrillo rojo. En el Centro, el Palacio de Justicia, Ayuntamiento y Oficina del Sheriff, se alza como una Catedral modernista. Son los pueblos de las novelas de Jim Thompson, de sheriff corruptos y violentos y donde existen burdeles, «porque si no las mujeres decentes no podrían salir a la calle».

Una tienda en la que entramos a curiosear tenía un cartel, que luego hemos visto en muchos lugares, que rezaba así: «Aquí no llamamos al 911». Al lado el dibujo de una pistola. El 911 es el teléfono de emergencias (112 en España) y el mensaje es claro, resuelven las situaciones complicadas personalmente y con pistola y no molestarán a los de emergencias.

Comimos en el Smity´s, un restaurante asador que mantenía la esencia gastronómica tejana, nos dijo una encargada, cuyo rostro dejaba intuir un lejano origen indio o latino. Efectivamente, en unas parrillas al lado del comedor, alimentadas por madera de roble, asaban las distintas partes de la ternera y del cerdo. A estas alturas nosotros ya sabemos que tenemos que pedir «ribs» (costillas) sin rubs (salsa medio dulce que no podemos atravesar) y que le echan siempre. También salchichas bien pasadas que nos sirven en un papel doble de estraza. Aquí, dicen, que no hace mucho tenían los cuchillos amarrados con una cadena a la mesa, y nosotros concluimos que la esencia tejana de la restauración está riquísima si la aliñamos con un poco de salsa ranchera.

Por la tarde ponemos rumbo a Luckenbach, un pueblo que apenas existe en los mapas y que en la práctica no tiene más de tres habitantes durante todo el año, si bien, los sábados, su amplio salón de baile se llena de gentes dispuestos a mover el esqueleto.

El pueblo está construido en la ribera del arrollo Creek Snake, entre campos azules de altramuces salpicados de brochazos anaranjados. En la actualidad consta de media docena de cabañas diseminadas por el entorno, un almacén (store) que vende infinidad de objetos que es bar y a la vez oficina de correos y programa los conciertos, lo que no impide que cualquiera que quiera tocar lo pueda hacer en la parte de atrás de la cabaña, bajo los árboles. El lema del pueblo es: «Luckenbach, dónde todo el mundo es alguien». Una fila de servicios y un recinto-pradera para las ferias completan el decorado.

Luckenbach fue comprado a finales de los 60 por Hondo Crouch, un pequeño ranchero, folclorista y dibujante de viñetas que siempre vivió muy apegado a los ideales de los colonos. Regaló algunas cabañas a migos suyos, como el compositor Willie Nelson y se declaró Alcalde-Rey perpetuo de la localidad, pero saltó a la fama cuando el grupo Waylon Jennings grabó Luckenbach, Texas (Volver a lo básico del amor) y cuando en el año 76 se celebró la Feria del Centenario del No Consumo. Esto trae un poco mosqueada a Marta, que como ya os conté en otra ocasión, es compradora compulsiva.

No era sábado el día que llegamos y el Salón estaba abierto para vecinos. La gente estaba sentada en bancos bajo los árboles escuchando a una pareja de guitarra y armónica y voz. Nos agregamos a los espectadores con unas cervezas. Los visitantes que han pasado por aquí han ido dejando las chapas de las matrículas de sus coches con su procedencia para dejar constancia emocionada de su periplo. Hoy día tachonan las paredes de los edificios.

Austin es la capital del Estado y de la música country. . Músicos como Willie Nelson y Janis Joplin, en el blues, triunfaron aquí y abrieron el camino a otros músicos como ZZ Top, el albino Johnny Winter y a los intérpretes actuales de country Weldon Henson o Guy Clark.

La ciudad se asienta en un recodo del río Colorado y un embalse crea un pequeño lago en el centro, Lake Town, donde es corriente ver a los estudiantes de la Universidad Estatal relajarse con barcas y piraguas. Su mascota es el toro Bebo («clávale los cuernos»).

Dicen los tejanos que sus botas, sus camionetas, sus sombreros y sus mujeres son las mejores y aunque bien pudiera ser una exageración, sí es cierto que su Capitolio es el más extenso y más alto de los edificios de los Congresos del resto de los Estados. El acceso a la entrada principal se hace a través de un hermoso jardín de robles donde las ardillas juegan entre las estatuas de Generales de le Guerra Civil, subidos a sus pedestales.

El Capitolio lo monopoliza demasiado la familia Bush, rancheros y políticos prominentes de aquí y a la entrada están las diferentes banderas que han ondeado en esta tierra: España (Castilla), Francia, Méjico, República de Texas, Confederación u Estados Unidos. Charly dice que la bandera de Castilla y León la mandó poner George Bush en honor a su amigo Aznar, socio de tropelías en Irak.

Cenamos en el Broken Spoke (Rayo Roto), un clásico salón tejano con un restaurante a la entrada, una amplia sala de baile rodeada de mesas y banquetas y al fondo el escenario. Dos sorpresas nos esperaban en este local: el edificio estaba rodeado de coches aparcados y enfrente de la puerta una plaza reservada para disables (discapacitados). La otra sorpresa, que actuaba Weldon Helson, uno de los jóvenes talentos del country. Su grupo estaba formado por batería, bajo, guitarra steel de pie y él mismo con una guitarra Fender Telecaster y cantando con una voz que temblaba en los agudos con un pequeño gallo en falsete muy al estilo del legendario Hank Williams y hoy muy típico en la música tejana.

FORTH WORTH

TEXAS

La gente que se movía en el salón, vestían casi todos de vaqueros con botas y sombreros y era evidente que bailaban country muchos días al mes.

Seguimos por el Chisholm Trail hasta Fort Worth, al oeste de Dallas, pero que mantiene la arquitectura del s. XIX y se llena los fines de semana con gentes de las ciudades cercanas dispuestos a ver un rodeo, a comer auténtica comida tejana, a visitar una exposición o a dar una vuelta por el Jardín Botánico.

Nosotros comemos en la «Terraza 676». Hace un día espléndido y las wings (alitas de pollo) picantes, a las que estoy abonado, son las mejores de todo el periplo americano. Pienso que Butch Cassidy y Sundance Kid (Dos Hombres y un Destino), que venían a relajarse aquí tras sus correrías y atracos, lo hacían por sus alitas picantes. También Bonnie and Clyde se dejaban caer por esta ciudad en la época de la Gran Depresión, aunque su comida sería más glamurosa, supongo.

Por la tarde vamos al Jardín Botánico. Si bien en estos recintos la naturaleza está domesticada, cuando puedo, siempre voy a verlos, pues en todos se recrean rincones de difícil acceso, en plena naturaleza para un minusválido.

El segundo día en Fort Worth lo dedicamos entero a Stockyard Nacional Historic District, antes centro de la industria del ganado y hoy día paseado por guías a caballo que contestan preguntas de los turistas. Tiene una arquitectura Western del siglo XIX con una estación de ferrocarril de la época de la llegada del tren a este pueblo, en torno a 1880 y un edificio para los rodeos mucho más moderno. Los hoteles tienen una decoración acorde a un antiguo pueblo rico y las casas de antigüedades y las tiendas muestran objetos realmente caros: estatuas de vaqueros en bronce, tresillos y butacas en piel, mesas taraceadas, sillas de montar, botas de piel de cocodrilo con laterales de rojo fuego., …

En una tienda de regalos intentamos comprar una bandera confederada, pero nos dijeron que esas cosas de la Guerra Civil tenían que ser en Alabama. La encontramos en Mississippi, en el profundo sur.

A media mañana asistimos a un desfile de soldados con impedimenta de la Confederación seguido de otro con vestimenta de la Unión, los soldados azules. Un poco más tarde, por la Main Street (Calle Mayor) un arreo de ganado donde los toros cornilargos eran los protagonistas. Es sábado y la gente está tirada a la calle con sus mejores galas vaqueras.

Por la tarde vamos al rodeo. Como son muy patriotas, el acto comienza con dos caballistas portando las banderas de Texas y de la Unión, el himno sonando y los espectadores puestos en pie y la mano en el corazón. El resto es el desarrollo ya conocido: la monta de caballos bravos y de toros cebu; el marcaje de ganado donde el trabajo del caballo es fundamental; y una serie de juegos con carneros para los niños. Algunas pruebas eran puntuables para el campeonato interestatal de rodeos y había jueces que tomaban nota de los tiempos de los competidores.

Las aceras de la Main Street se han convertido en un Paseo de la Fama de algunos personajes del Viejo Oeste y de ganadores de las competiciones nacionales de rodeos. Tomo nota de la estrella dedicada a Bat Masterson, el famoso sheriff de Dodge City, pistolero y jugador, amigo de Wyatt Earp, Búfalo Bill y más tarde del que sería presidente de Estados Unidos Teodoro Roosevelt.

Terminamos el día en Billy Bob´s Texas, un gigantesco local con dos pistas de baile y dos escenarios, varias barras con servicio de bebidas, billares, tienda de regalos, toro mecánico y una pista agregada con toros de rodeo. En la pista principal están actuando Guns and Roses. Su música heavy suena poderosa, llenando todo el local, mientras Axl Rose, el líder del grupo, evoluciona por todo el escenario en falda escocesa. Apenas se apagan las luces del concierto, comienza en la otra pista el ritmo cadencioso de una balada tejana. Charly y Marta estaban encantados: se permitía fumar.

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