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El Hostal que cambió a León cumple 50 años

san marcos marcó un punto y aparte para el turismo en león. josé-magín gonzález gullón vivió aquella rehabilitación y la inauguración por todo lo alto. hace medio siglo

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José-Magín González Gullón. Periodista radiofónico
León

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En año y medio concluyeron las obras de restauración y ampliación del edificio de San Marcos para convertirlo en Parador de Turismo de lujo y al que, por lo tanto, se le daba el nombre de Hostal, entonces denominación hostelera del máximo rango. Pese a ser uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad se estaba cayendo sin que nadie pareciera advertirlo o al menos ponerle remedio. Había sido convento, albergue y prisión, y en los últimos años habían estado alojados en su interior los caballos y sementales de una Unidad militar de Remonta cuyas cuadras, como podrá suponerse, lucían preciosos artesonados. Fue el entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne quien se propuso rescatar el monumento para convertirlo en lujoso establecimiento hostelero, y no para ganar dinero, según nos manifestó repetidamente a los periodistas leoneses, sino para recuperar un monumento de incalculable valor que serviría de atractivo al turismo internacional.

Fueron unos meses vividos intensamente por los leoneses. Cerca de mil obreros levantaban, ante el asombro y admiración de la gente, los nuevos bloques al tiempo que restauraban la parte monumental. No había mes, incluso semana, que no visitara e inspeccionara las obras algún alto cargo del Ministerio o de la Empresa Nacional de Turismo. El propio Fraga Iribarne vino en ese tiempo en seis ocasiones para supervisar el que parecía su proyecto favorito. En la primavera del año 1965, Año Santo Compostelano, anunció y ordenó acelerar las obras para que la inauguración oficial pudiera presidirla el jefe del Estado, Franciso Franco, el día 23 de julio quien se detendría camino de Compostela. En el interior del monumento, al que se adosaron nuevas y modernas plantas, se fueron amontonando y distribuyendo en unos días alfombras, vajillas, mobiliario, obras de arte, cientos de valiosos cuadros, entre ellos más una docena del pintor Vela Zanetti, y una enorme lámpara que presidiría el vestíbulo principal sobre las escaleras de entrada y cuya instalación costó no pocos trabajos y discusiones.

Lo único que apenas fue tocado fue la fachada principal que se mantiene con los naturales deterioros causados por el paso del tiempo. Se construyeron jardines tanto en el interior como en el exterior del edificio. Se adecentó y canalizó el rio Bernesga y se iluminó el puente. De las 270 habitaciones que ofrecía el Hostal de San Marcos en su inauguración, las que ocupaban la llamada «parte noble», denominadas «suites» o «regias» eran las que mayor admiración causaban, porque no se conocía mayor y más logrado lujo hotelero y artístico en una misma y doble habitación. En el claustro y sus galerías podían verse valiosos restos de su museo e incluso desde lo alto de una de ellas seguir la misa de la Iglesia adosada sin salir del Hostal.

Las noticias sobre las obras del Hostal y su inauguración se hicieron llegar a otros países. Periodistas extranjeros fueron invitados a visitar León y conocer la magnitud del complejo monumental, turístico y hostelero que se anunciaba como el mejor de Europa. Y actos de presentación se llevaron a cabo en numerosas ciudades españolas. A la espera de su solemne inauguración oficial, se abrió al público el 5 de junio de 1965 con asistencia exclusiva de autoridades provinciales y en el transcurso de una cena organizada por la Asociación de la Prensa Leonesa, en la que actuó la bailarina Lucero Tena. Posteriormente el 23 de julio, en presencia de Franco y su esposa, que se detuvieron a mediodía en León camino de Compostela, bendijo las instalaciones el obispo de León, Luis Almarcha, sirviéndose un almuerzo para autoridades e invitados. El jefe del Estado y su esposa descansaron brevemente en la «suite» principal y a las cuatro de la tarde continuaron viaje hacia Galicia.

Tal fue la expectación con la que se esperaba el nuevo y suntuoso Hostal que ya a la inauguración asistieron, además, los ministros Carrero Blanco, Alonso Vega, López Bravo, Espinosa, Díaz Ambrona, Silva Muñoz, López Rodó y el sin duda su más destacado protagonista, Fraga Iribarne. Y junto a ellos los embajadores en España de Estados Unidos, Alemania, Paraguay, Ecuador, Filipinas, Chile, Grecia, Colombia, Guatemala, Honduras, El Salvador, Venezuela, Pakistán, Dinamarca, Sudáfrica y Líbano. Además de autoridades y representaciones civiles, eclesiásticas y militares de numerosas provincias

Desde entonces el paso de personalidades y huéspedes ilustres ha sido incesante. A la semana de su inauguración lo hacía, en visita privada, también camino de Compostela, la reina Fabiola de Bélgica quien almorzó y recorrió todas sus instalaciones acompañada de su secretaria particular y de su ayundante de campo, un coronel del Ejército belga. El cardenal Ruffini y el nuncio de Su Santidad en España, monseñor Riberi también se detuvieron unos momentos para visitar tan famoso y monumental complejo. Y el popular y entonces jovencísimo cantante Raphael fue de los primeros clientes de pago de la «suite» principal, donde tuve la ocasión de entrevistarle en la salita inmediata al dormitorio y, de paso, conocerla. Cosa nada fácil, incluso para los clientes, puesto que tenía que reservarse hasta con un año de antelación dada la afluencia de peticiones de toda España, especialmente de recién casados, que allí quieren pasar su luna de miel. Monarcas, presidentes de gobierno, nacionales y extranjeros, personajes famosos y las más diversas personalidades e incluso la celebración de un Consejo de Ministros presidido por el presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, harían interminable su envidiable lista de huéspedes.

León fue a partir de entonces, gracias al Hostal de San Marcos, lugar elegido para celebrar toda clase de congresos nacionales e internacionales, reuniones, presentaciones y los más diversos acontecimientos organizados o promovidos incluso desde fuera de España. En uno de ellos, con asistencia de médicos procedentes de toda España, tuvo la mala fortuna de salirse de la moqueta, resbalar y lesionarse en su reluciente y encerado piso, uno de sus más eminentes organizadores, el doctor Zorita, más tarde suegro de la Infanta Margarita. El Hostal, obligado a indemnizarle, rebajó desde entonces su fiebre abrillantadora. La enormidad del edificio, la suntuosidad de su mobiliario, sus enormes salones y comedores, sus salas de fiesta, su patio claustral, sus galerías, el cuidado de todos sus servicios y la completa dotación de sus 270 habitaciones lo convertían en la más apetecible y lujosa ciudad hostelera jamás conocida. Bien es verdad que entonces, como ahora, no al alcance de todos los bosillos.