En equilibrio
A los que deciden lo que se estudia en los colegios parece que se les olvidó una asignatura clave: la asertividad. Algo así como la capacidad de decir lo que uno piensa, lo que siente y lo que necesita, de forma honesta y tranquila, con respeto, haciéndose responsable de lo que está diciendo y sin sentirse culpable.
Si ese es el ideal, en los extremos es donde aparece el desequilibrio. En uno de ellos están las personas sumisas, esas que se muestran inseguras, que no saben poner límites y que hacen lo que los demás esperan de ellas para evitar un conflicto.
En el otro extremo están las personas agresivas. Son autoritarias, siempre quieren tener la razón, se dejan llevar por la ira, explotan fácilmente y rara vez tienen en cuenta a los demás. Aunque no lo parezca, también suele ser señal de una baja autoestima.
Pero, ¿dónde está el equilibrio? Es decir, ¿cómo son las personas asertivas?Las personas asertivas son capaces de decir lo que piensan y de expresar sus sentimientos sin miedo a lo que opinen los demás. Piden lo que quieren y lo que necesitan y saben hacerlo de una forma clara, respetando al otro y sin pisarle ni dejarse pisar.
También, y esto es clave para darse cuenta de si alguien tiene una asertividad sana, saben decir que no cuando no quieren algo. Lo hacen porque entienden que tienen derecho a ello y utilizan un tono amable, seguro y confiado, sin ambigüedades, sin justificarse y sin tragarse sus sentimientos. Es decir, alguien asertivo defiende sus intereses y dice lo que le molesta sin ofender al otro.
Además son humildes y eso se refleja en que reconocen sus errores y saben pedir perdón. No necesitan tener la razón siempre y no tienen ningún problema en admitir que se han equivocado.
Y, por último, saben hacer una crítica y también saben recibirla. Lo hacen con respeto y aceptando que eso es solo una opinión y no la verdad absoluta.
Dicho esto, queda en sus manos darse cuenta de si usted es una persona asertiva. Y, en el caso de que no lo sea, decidir qué quiere hacer con ello.