Diario de León
Publicado por
Andrés Aberasturi
León

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Reflexiono. Paseo con sosiego por el pasillo y me paro un momento en la cocina. Mi nieto me pregunta «¿qué haces abuelo?». Y le contesto la verdad: «Reflexiono». Mi nieto no sabe qué quiere decir semejante palabra, así que no insiste y se disfraza de Spiderman y me lanza una invisible tela de araña que teóricamente debería inmovilizarme pero hoy —se lo confieso— no puedo jugar, hoy soy un ciudadano libre que reflexiona.

Me siento frente a la pantalla y repaso los programas de todos los partidos con posibilidades —incluida IU o como se llame ahora— y por un momento rindo un homenaje silencioso a la gente de UPyD devorados, ay, no por sus propios hijos pero sí por los que tardaron más en intentar abrir la brecha del bipartidismo. Sin meterme en análisis políticos y/o sociológicos, no merecen este casi final.

Reflexiono sobre la futilidad de los que abren caminos y de cómo se vienen abajo muchos entusiasmos que hasta cambian de barco cuando las encuestas anuncian mar arbolada.

Reflexiono sobre la soberbia de los recién llegados y sobre lo viejunos (este palabro se ha puesto de moda) que siguen pareciendo los que siempre fueron. Pero ¿qué hay de nuevo realmente? ¿Qué mínimo entusiasmo pueden despertar unos y otros en un ciudadano que ni quiere puñetazos en plana calle, ni le gustan los insultos, ni le hace gracia que le dejen por inútil y que no sabe a qué carta juegan los partidos?

Leo los programas y todos están llenos de buenas intenciones, todos quieren mi bien y todos me prometen una felicidad imposible porque, por poco que se sepa, las intenciones no son hechos y cuestan un dineral que no tenemos. Los programas no difieren mucho; unos son más realistas que otros pero todos coinciden en el «qué» aunque ninguno explica el «cómo». Y es ahí donde reside el quid de la cuestión.

Reflexiono sobre los líderes y los partidos y desgraciadamente ninguno ya es capaz de emocionarme. No sé; reflexiono y reflexiono y me doy cuenta que tal vez la invisible tela de araña que me ha lanzado mi particular spíderman, es mucho menos invisible de lo que parece.

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