Diario de León

Las minifaldas ‘made in leon’

Una fábrica olvidada y unas fotos desconocidas salen a la luz en la exposición Tilsa & Forcano que, tras la Semana de la Moda, sigue abierta en el Museo de León hasta el 31 de enero. Se trata de una selección fotográfica de los tres catálogos de la Textil Industrial Leonesa (Tilsa) realizados entre los años 68 y 70 por el fotógrafo catalán Eugeni Forcano para promocionar las colecciones de la moderna fábrica.

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ANA GAITERO | LEÓN
León

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Con la minifalda como protagonista y una explosión de color, los tejidos de punto de la empresa leonesa quedaron inmortalizados junto a los monumentos más emblemáticos del Camino de Santiago en León, en las profundas y oscuras minas de carbón, junto a los recios rostros de los mineros, y ante el asombro de las gentes del pueblo y de los trabajadores y trabajadoras de la fábrica que protagoniza el tercero y último de los catálogos.

«Me involucré muchísimo y pude participar en el tema humano, lo que hace que me sienta especialmente orgulloso de este trabajo», comenta el fotógrafo por teléfono desde su pueblo natal de Canet de Mar (Barcelona) a donde se ha retirado cuando está a punto de cumplir los 90 años.

No son unas imágenes de moda al uso. Forcano recibió el encargo del director de la fábrica leonesa, José María Riba Marsal, y viajó a León en tres ocasiones para hacer las fotos con las que la fábrica quería vender sus productos a toda España.

León fue una sorpresa para el fotógrafo que se abría camino en Barcelona retratando la vida y los contrastes de una época en la que convivían los restos del pasado con las miradas al futuro. Tenía sección propia en la revista Destino.

El fotógrafo eligió la Catedral, el recién estrenado Hostal de San Marcos, la muralla Medieval y el santuario de La Virgen del Camino para retratar la moda de 1968, un año con resonancias revolucionarias a pesar de que en España se vivía bajo la férrea dictadura de Franco.

«Me hubiera gustado hacer muchas más fotos, los vitrales de la Catedral son espectaculares», recuerda el fotógrafo. Este primer catálogo constituye una guía espectacular por el patrimonio ligado al Camino de Santiago. No pudo penetrar con la cámara en el interior de la Catedral, pero sí lo hizo en el recién estrenado parador de turismo, de tal manera que las fotos dan una idea de cómo fueron decoradas inicialmente sus habitaciones.

Forcano recuerda muy bien la foto en la que subió a la verja de la Pulchra Leonina a las mode los vestidas en minifalda. «No pedí permiso al Cabildo porque no me lo hubieran dado, y de hecho un cura que pasaba por allí nos mandó bajar», apunta. Por detrás de las modelos se ven las esculturas de la portada del templo retiradas hace unos años por el deterioro que sufren.

Entre las fotos favoritas figura la de una joven con una melena rubia exhuberante que sobresale con su boina por encima de una anciana de mirada inocente y sonrisa limpia, con el cabello tapado por un pañuelo y una toquilla de punto sobre los hombros.

Una imagen en la que se ponen en contraste dos épocas, dos generaciones, dos mujeres con un nexo común: la belleza humana por encima de las modas. La sencillez por encima de la sofisticación. El lado humano es una de las facetas que más destaca el fotógrafo de estos trabajos.

La foto de la anciana no pasó desapercibida. Fue publicada en la portada de Diario de León y un buen día el fotógrafo fue sorprendido en casa por el mensaje de un mando militar que dijo estar ofendido con la foto porque la anciana que aparecía en ella era su madre. «Yo le contesté que me lo había encargado Arias Navarro, que era el dueño de la fábrica y no volví a saber nada», cuenta Forcano.

En aquella época León ebullía en proyectos industriales y Tilsa fue uno de los que impulsó el Banco Industrial, ligado a la familia del Valle que estuvo emparentada con quien había sido gobernador y jefe provincial del Movimiento en León. El Banco Industrial de León puso en marcha, entre otras empresas, la la Vidriera Leonesa, que aún pervive. Tilsa quedó en el olvido tras su cierre en 1976, después de varios años de crisis y dos en régimen de autogestión en manos de los últimos trabajadores y trabajadoras.

La fábrica llegó a emplear a medio millar de personas en sus mejores momentos —un total de 800 figuran en su libro de matrícula— y marcó un hito desde el punto de vista del empleo femenino, pues las mujeres fueron mayoría. Sus modernas instalaciones ocuparon los terrenos que actualmente corresponden a Mercaleón. Su declive se atribuye a la venta de la mayor parte de las acciones a un grupo empresarial extranjero, Poggi.

Ya en 1971, pese a las protestas y encierro en la iglesia de los Capuchinos, fueron despedidas más de 150 personas. Algunas volvieron y siguieron hasta el final.

FOTOS: EUGENI FORCANO

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