todas las aristas del músculo
El culturismo como forma de vida
el culturismo es un estilo de vida alejado de una consideración social que le degradó hace años por una relación endiablada con la suplementación de alimentos. Sólo la disciplina que implica su práctica merece un tratado exclusivo en torno a la capacidad de superación
El culturista se hace, como es evidente a poco que se escarbe por la trayectoria del leonés Ángel Cañón, que acaba de pasar este año por su primera experiencia en la competición de primer nivel de esta modalidad deportiva. Culturista, por la cultura de devoción al cuerpo, una práctica que está en las antípodas de aquella consideración social que llegó a hacer creer a los ajenos al círculo que los culturistas con músculos perfilados y abrillantados eran fruto de una incubadora y una ensalada de pastillas y esteroides anabolizantes.
Trabajo en una mañana dominical. MARCIANO PÉREZ
Cañón, en una sesión diaria de trabajo en la época de mantenimiento, fuera de calendario. MARCIANO PÉREZ
La andadura es distinta. «Yo llevo desde los 15 años haciendo pesas, y ejercicios musculares de forma continua». Relata el leonés Cañón, que enfatiza la fuerza de voluntad y la vocación que arrastra esta dedicación física de pulir las formas musculares del cuerpo. El físicoculturismo, al que se denomina también como fisiculturismo o culturismo, es una actividad basada en ejercicios físicos intensos, generalmente ejercicios anaeróbicos, consistentes, la mayoría de veces, en el entrenamiento de pesas en el gimnasio mediante diversos tipos de ejercicios de fuerza/hipertrofia. No tiene más secreto que esa disciplina, que hace hábito la frecuencia del ensayo hasta lograr pulir las formas según los cánones que imperan en la competición. Hasta que salió a ella, Ángel Cañón pasó doce años a la sombra de los gimnasios y alejado de tratos sociales convencionales. Hay un reloj con unas normas que no conceden margen; sueño, entrenamientos, alimentación, distracciones. Disciplina, para la que es necesaria la implicación del entorno del fisiculturista, sin el que resultaría imposible empujar esta empresa que se alimenta de objetivos a medio y largo plazo. «Yo reconozco que sin la ayuda y el apoyo de mi familia y de mi novia no sería posible que cumpliera programas de entrenamiento», relata Cañón tras su primera experiencia en alta competición, tras una temporada de estreno que le llevó a la sexta plaza del nacional, que se celebró en Cartagena como despedida del segundo pico competitivo del año. Para los culturistas hay un calendario de competición que regula y marca de forma estacional toda su preparación. «En primavera y después de verano; los dos espacios de competición que obligan de forma estacional a perfilar bien la preparación», relata Cañón, que en su temporada de entrada a competición fue quinto en el autonómico; quinto, en el campeonato del norte de España, en Bilbao; segundo en el provincial de Ponferrada. Y así diversificó la preparación según los dos picos competitivos que iba a tener por delante; de abril a julio; de septiembre a noviembre. Cuando la disciplina es más disciplina y el rigor más riguroso. «Has de hacer cada comida a su hora; y no te la puedes saltar en absoluto», revela, así que es posible que el jefe le tenga que conceder un paréntesis extra en el trabajo para que cumpla con tuper y servilleta con la orden de la preparación. Otra circunstancia que eleva el mérito de Cañón es que su dedicación profesional añade un plus de exigencia; no trabaja como otros compañeros de competición en gimnasios o en preparación física, que ayudaría de forma extraordinaria en el plan competitivo. Así que compaginar el trabajo con el entrenamiento añade interés al reto. «Al gimnasio, cinco o seis días por semana; hora y media como poco», relata. La alimentación esconde la otra suerte. «Cero grasas; la base es arroz, pollo, ternera, brócoli, pescado, atún principalmente», enumera. «El alcohol ni lo pruebo, claro», reafirma. Con picos también de exigencia alimenticia que resultan imposibles para una persona ajena a este estilo de vida. «En temporada, en esos meses en los que hay calendario de competición, la ingesta de carne puede llegar hasta 1,5 kilos de carne al día; dieta baja en hidratos y alta en proteína». Con 27 años y una base cincelada en la paciencia de quien ha dedicado doce años de su vida a perfilar un cuerpo competitivo, este leonés asoma a su segundo año de competición que va a orientar hacia la segunda parte de la temporada; al otoño. «Participaré en la Arnold Clasic y en otras de carácter internacional» donde tendrá que competir con gente que disfruta de condiciones que él añora. «Patrocinadores, principalmente.
Porque Ángel Cañón, además de poner disciplina, voluntad y esfuerzo atiende su vocación por el culturismo con su propio dinero, con el que financia la preparación y la competición. «Buscaré algún tipo de patrocinio para tratar de enjugar esos gastos, pero lo que no voy a dejar es de competir», asevera seguro de que fue certera su decisión de pasar al nivel competitivo.