¿España funciona sin gobierno?
Pienso que, tras la fallida investidura de Mariano Rajoy, se extiende por toda España, más como chascarrillo que como verdadera convicción, la especie de que el país puede funcionar perfectamente sin Gobierno, o con un Gobierno en funciones, que es como tener un Ejecutivo con una mano atada a la espalda y la otra esposada a una farola.
Aunque las cifras que esgrime el ministro Guindos son, en general, buenas, los datos del paro aparecidos este viernes auguran tiempos de nubarrones. Y la experiencia cotidiana de usted y mía nos indica que todos conocemos a gente que tiene sus asuntos simplemente paralizados porque nadie, en la Administración con unos Presupuestos prorrogados, puede o quiere tomar decisiones. .
No tener un Gobierno que gobierne de acuerdo con los nuevos moldes, no autoritarios y participativos, que deberían caracterizar al poder en España, tendrá indudables consecuencias para usted, para mí, para nuestras familias y nuestros vecinos. Porque España, aunque a veces pueda parecer peor tener un mal Gobierno, o un des-gobierno, que un Gobierno con capacidad limitada, que, además, puede ser malo, no es capaz de funcionar por sí sola. Por muchos errores que nuestros responsables cometan en su exceso de afán regulatorio, en sus trapisondas, en su falta de visión, no existen en nuestro país ni una Administración lo suficientemente sólida y autónoma ni una sociedad civil digna de tal nombre que puedan aguantar un año sin que el peligro de desmoronamiento encienda las luces rojas. Casi todas las luces rojas.
Lo que me inquieta de veras es que en esta sociedad española lo único que funciona es el turismo, que está tirando de todo lo demás y lo único que espero es que, lo que tenga que pasar, entre comités federales, congresos de partidos, sustituciones, cambios forzados de opiniones-que-de-ninguna-manera-iban-a-cambiar, pase ya de una vez, aunque de nosotros, que, total, sólo somos los que votamos y pagamos impuestos, entre otras cosas para pagarles a ‘ellos’ sus sueldos, pasen. Con tal de que lo que pase sea lo que debe pasar, todo lo damos ya por bueno en esta sociedad conformista que nos hemos dado.