Diario de León

una fábrica a la inglesa

La ferrería se dibuja

La publicación del estudio del ingeniero Gabriel Frias muestra el trabajo realizado en la pionera fábrica de Sabero. Como un observador va desgranando la maquinaria y su funcionamiento

Las ilustraciones son dibujos del autor Gabriel Frías que figuran en el libro.

Las ilustraciones son dibujos del autor Gabriel Frías que figuran en el libro.

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Sabero

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En una fría mañana de la primavera del año 1847, decenas de operarios se afanaban en descargar la larga fila de carros que ocupaban las inmediaciones de la gran nave de forja y laminado, que estaba casi finalizada y destacaba en el valle por encima del resto de construcciones como una espléndida catedral laica.

Los bueyes que tiraban de estos carros descansaban por fin, después de varias semanas de duro viaje desde el puerto de Gijón, atravesando por viejos caminos las montañas que separaban Asturias de León. Antes, esta mercancía había llegado en barco procedente de una de las fábricas más modernas de la Inglaterra que vivía en plena efervescencia la revolución industrial.

El director de la Ferrería de San Blas dirigía en persona los trabajos de descarga y no podía ocultar su alegría, ya que por fin todas la piezas encajaban y, en breve, una vez rematados los edificios e instalada la maquinaria que ahora llegaba, se veía cumplido un sueño que empezó años atrás en la mente de unos emprendedores dispuestos a traer a España la modernidad de la que ya disfrutaban otros países de Europa.

Así comienza la presentación del último volumen de la colección Cuadernos de la Ferrería, con un relato que bien podría haber sido escrito por un observador privilegiado que contempló la construcción y puesta en marcha de la Ferrería de San Blas, primera instalación siderúrgica de España que funcionó con carbón de cok.

Pero este relato es solo ficción, nada quedó registrado de aquellos días del siglo XIX que trajeron la revolución industrial no solo a un pequeño valle de las montañas de León sino a buena parte del país de la mano de la Sociedad Palentina Leonesa de Minas.

Sin embargo, ciento setenta años después, el ingeniero Gabriel Frias se ha puesto en el lugar de aquel observador desconocido y nos cuenta con todo detalle cómo eran aquellas imponentes maquinas que esos operarios descargaban, y dando un paso más y adentrándose en la fábrica, relata cómo funcionaban y hacían posible que las rocas de mineral de hierro de la comarca acabaran convertidas en vías de ferrocarril que se extendían por todo el país.

Es sin duda la historia de la Ferrería de San Blas tan apasionante como desconocida, pero la labor de investigación sobre ella promovida por el Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León, y su difusión mediante la publicación de los diferentes estudios realizados, está contribuyendo a que por fin ocupé el importante lugar que se merece.

El primer volumen de la colección, titulado Inversores, empresarios y técnicos en los hornos altos de Sabero, 1841-1862, escrito por Francisco Quirós y José Sierra, aclaraba quienes fueron los verdaderos responsables de esta gran aventura empresarial, y ahora este segundo volumen que lleva por título El trabajo en la Ferrería de San Blas. Acercamiento histórico al proceso siderúrgico del segundo tercio del siglo XIX en España, escrito por Gabriel Frías, explica el funcionamiento de la factoría.

A través de sus casi quinientas páginas, el lector descubrirá que esta ‘fabrica a la inglesa’ llamada hoy desde el museo ‘la catedral del hierro’, disponía de la maquinaria más moderna de la época, alguna de ella patentada pocos meses antes de llegar a Sabero y tan desconocida en nuestro país, que en los contratos de compra se recogía la obligación de que técnicos de las empresas proveedoras de Inglaterra viajaran con ellas y se responsabilizaran de su montaje y de su correcto funcionamiento durante un largo periodo de tiempo, tan largo que muchos decidieron quedarse a vivir en el valle e incluso se casaron en el cómo se recoge en los libros parroquiales de la época.

Todos estos ingenios mecánicos compartían una característica común, funcionaban gracias al vapor generado en grandes calderas, que movían una máquina de vapor, un martillo pilón, trenes de laminado, tornos y taladros del taller de ajuste y un sinfín de máquinas usadas en las diferentes tareas de la forja y el laminado del hierro.

De una forma sencilla, pero sin perder el rigor técnico, Frias ha sido capaz de acercar al lector a los pies de los dos hornos altos levantados en la ferrería y hacerle romper la ‘piquera de colada’ para ver salir el hierro fundido al rojo vivo, entendiendo todo el proceso ocurrido desde que unos mineros arrancaban el mineral de hierro en la cercana Mina Imponderable, otros sacaban en la Mina Sucesiva el carbón con el que se elaboraría el cok y otros trabajaban en las canteras para obtener la caliza que se mezclaría dentro del horno con el hierro y el cok.

Es ese mismo lector, quien gracias a las numerosas ilustraciones realizadas por el autor, entiende todo el proceso que se desencadena cuando los obreros de la fábrica transportan este hierro una vez enfriado hasta el interior de la gran nave de forja y laminado, para ser de nuevo recalentado en los hornos de pudelado y trabajado en las máquinas.

La Ferrería de San Blas, cambió por completo el paisaje físico y humano del Valle de Sabero, y durante dos décadas le dio vida y contribuyó al avance del país, reuniendo en torno a su proyecto a los principales hombres de negocios de España, con ideas progresistas y modernizadoras.

Su final, motivado en parte por la carencia histórica y aun hoy patente de buenas comunicaciones en la provincia, supuso la decadencia de esta gran colonia industrial y el desmantelamiento de buena parte de sus instalaciones y maquinaria.

El olvido de esta extraordinaria historia acaecida en León a mediados del siglo XIX, ha sido por fin reparado con la publicación de estas investigaciones promovidas por el Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León.

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