Diario de León

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Walt Disney, un sello imperial

Hace 50 años que se marchó el genial Walt Disney, que nos dejó sus fantásticas animaciones, sus graciosos personajes y también un auténtico imperio económico

Los dos personajes más emblemáticos de Walt Disney, Mickey y Minnie Mouse, en uno de los parques del grupo.

Los dos personajes más emblemáticos de Walt Disney, Mickey y Minnie Mouse, en uno de los parques del grupo.

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joaquín méndez rosa
León

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Si puedes soñarlo puedes hacerlo, recuerda que todo esto comenzó con un ratón». Esta frase mítica que el genial Disney pronunció en 1954 recordando los orígenes del éxito de su compañía con el ratón Mickey en julio de 1928, resume la mentalidad de un hombre innovador, creativo y con un afán de superación increíble: Walt Disney.

El creador y referente histórico de la historia de los dibujos animados, que fue también productor, director y guionista, falleció el 15 de diciembre de 1966, hace ahora cincuenta años, en la ciudad estadounidense de Burbank, pero su figura y su legado llegan hasta el día de hoy. Dos de sus creaciones, especialmente el mencionado Mickey Mouse y el Pato Donald y el imperio que levantó, tienen ya el marchamo de inmortales.

Walter Elías Disney nació en la ciudad estadounidense de Chicago, Illinois, el 5 de diciembre de 1901, y vivió su infancia en una granja en Misuri desde 1906. Era el cuarto de los cinco hijos que tuvieron sus padres. Ella, Flora Call, maestra de escuela y con antepasados germanos; y él, Elías Disney, un granjero de antecedentes irlandeses.

El niño Walt enseguida mostró una habilidad innata por el dibujo, pero las cosas no les fueron bien y tuvieron que abandonar la granja e instalarse en Kansas City, donde el padre, ayudado por Walt y otro de sus hijos, repartían periódicos para el Kansas City Star.

En la escuela no lo pasaba bien porque, dado el esfuerzo que tenía que realizar para trabajar, se quedaba dormido frecuentemente y siempre estaba soñando y dibujando. Sus dotes artísticas se empezaron a ver cuando hacía las historietas del instituto en The Village Voice , realizando viñetas y cómics políticos y patrióticos, con la Primera Guerra Mundial como fondo.

Tan inmerso estaba en el conflicto, que aún sin la edad reglamentaria quiso alistarse. Nunca entró en combate dado que, cuando finalizó su adiestramiento y le trasladaron a Europa, se había terminado el conflicto, regresando a Estados Unidos en 1919. Entonces se colocó en un estudio para crear anuncios y conoció a otro dibujante de origen holandés, Ubbe Ert Iwwerks, después conocido como Ub Iwerks, con quien al poco tiempo decidió emprender un negocio.

Crearon la Iwerks-Disney Commercial Artists, que no funcionó, pero les dio a conocer para ser contratados por la Kansas City Film Ad, que trabajaba con anuncios en técnicas de animación primitiva para cines locales. Esa idea germinó en el artista que, dos años después, dejaba la empresa para crear Laugh-O-Gram Filmds, Inc, con la que realizó cortometrajes animados basados en cuentos populares. «Pregúntate si lo que estás haciendo hoy, te llevará a donde quieres llegar mañana» es otra de las frases que se le atribuyen.

El emprendedor Disney se juntó con su hermano y con su amigo Iwerks y fundaron la Disney Brothers’Studio, donde hicieron varias comedias mezclando animación y actores reales, percatándose, con el tiempo, que los personajes dibujados eran más atractivos para el público.

En 1937 inició sus famosas series de películas animadas con Blancanieves y los siete enanitos a la que siguen Pinocho, Bambi , Dumbo, Fantasía o Veinte mil leguas de viaje submarino.

Una de las curiosidades que encierra la vida de Walt Disney es su enriquecedor viaje por Latinoamérica. Corría 1941, cuando el creador y su equipo realizaron una larga gira por esa parte del continente americano enviados por Franklin Roosevelt, como embajador del país en una época prebélica.

Otra de las frases que se atribuyen a Disney es: «Todos nuestros sueños pueden convertirse en realidad si tenemos la valentía de perseguirlos» y, desde luego, él lo consiguió, creando un auténtico imperio con una máxima que también salió de sus labios cuando dijo: «Aprendí que lo difícil no es llegar a la cima, sino jamás dejar de subir». Y sus herederos lo siguen haciendo.

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