Nueva muestra en Sabero
Un recorrido al origen de la vida
La exposición temporal ‘Fósiles. El origen del carbón’ recoge varias piezas que lleva al visitante al momento en el que surgió la vida en la tierra y le hace recorrer los diferentes periodos geológicos A través de la colección del apasionado de la paleontología José Vicente Casado
Un enorme pez, de nombre Placodermo, acecha agazapado a la vuelta de la entrada, mientras un gigantesco reptil le ignora, atento a lo que parece un tremendo cocodrilo que abre sus peligrosas mandíbulas, tal vez con la idea de atacar en cualquier momento a un despistado y colorido ammonite absorto mientras observa una colosal libélula que aletea sus alas apoyada en una rama. Frente a ella, con mirada amenazante, de quien se sabe dueño del lugar, un mamut peludo exhibe altivo sobre una roca sus afilados colmillos.
Cuando el artista grafitero David Esteban, conocido como Da2, dio el último retoque con su bote de espray, todos ellos cobraron vida, en un retorno de millones de años que les sacó del olvido para hacerles observadores privilegiados y también protagonistas de la exposición temporal Fósiles. El origen del carbón, una de las más sorprendentes realizadas en el Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León, ubicado en Sabero.
El museo propone un viaje en el tiempo, un retroceso de más de quinientos millones de años, que lleva al visitante al momento en el que surgió la vida en la tierra y le hace recorrer los diferentes periodos geológicos por las que ésta ha pasado, hasta llegar al último segundo de su vida, donde el hombre irrumpe como especie dominante.
Pero antes de esta fugaz aparición del ser humano, extraordinarios seres habitaron el planeta, plantas y animales que fueron testigos privilegiados de lo que en ella sucedió y cuyos restos preservados en roca ofrecen una valiosa información para entender la casi infinitud de la historia terrestre.
Muchos de ellos seguirían en el olvido si José Vicente Casado, un apasionado de la paleontología y de otras muchas ramas de la ciencia, no llevará décadas recorriendo el mundo para encontrar y adquirir los mejores ejemplares. Tampoco verían la luz si a su pasión por estos raros fósiles no se uniera su generosidad para mostrarlos, pues antes que coleccionista, Casado es un divulgador científico nato, y su principal orgullo es compartir el conocimiento que estos seres fosilizados encierran.
Él es comisario de la exposición y propietario de todas las piezas —originales, no replicas, le gusta remarcar— que se pueden ver en ella. «Son auténticas joyas y quien se acerque a Sabero para contemplarlas puede tener la seguridad de que están al mismo nivel de las que puede ver en los mejores museos del mundo», añade en sus explicaciones sobre la muestra.
El museo lo sabe y por eso ha querido realizar un diseño de la exposición a la altura del valor de estos fósiles, con una estética moderna y tremendamente original que facilita el objetivo didáctico de la misma.
La planta baja invita a un recorrido por los tiempos geológicos, desde el precámbrico hasta el cuaternario, con una selección de un fósil representativo de cada uno de ellos. El más sencillo en apariencia es tal vez el más importante, de nombre Dickinsonia, con más de quinientos cincuenta millones de años y simetría bilateral, lo que le confiere el título de antepasado más remoto del hombre. Un «trilobites» perfectamente extraído de la roca después de muchas horas de fino tratamiento con chorro de arena, es otra de las piezas estrella, como también lo es el cráneo fosilizado de un anfibio, los primeros seres que alternaron la vida en el mar y en tierra firme. Curioso es el fósil de un pequeño reptil que murió y fue fosilizado junto a su cría, o el de una libélula, animal tan frágil del que apenas hay restos fósiles. Y sorprendente un gran nido con huevos de dinosaurio, concretamente de un oviraptor.
Nada tienen que envidiar a los que por su gran tamaño se muestran en una sala aparte, donde dos ejemplares de los trilobites más grandes del mundo comparten espacio con un gran reptil, dos enormes peces y un placa repleta de crinoideos.
De entre todos los periodos geológicos, hay uno, el del Carbonífero, que para el museo tiene una especial importancia y por ello la segunda planta del edificio de exposiciones temporales está dedicada íntegramente a este momento de la vida de la tierra.
«Hoy estamos aquí, contemplando esta exposición, en un museo minero del norte de León, porque hace trescientos millones de años, en el Carbonífero, los grandes bosques tropicales que ocupaban todo este territorio, acabaron convertidos en el carbón que durante siglo y medio dio vida y prosperidad a las cuencas de la comunidad», explicó el director del museo Roberto Fernández en la presentación de la exposición.
Uno de aquellos bosques, trescientos millones de años después, se puede contemplar en parte fosilizado en la cercana localidad de Alejico y gracias al trabajo de investigación realizado por el geólogo y también comisario de la exposición Javier Fernández Lozano, los visitantes pueden verlo en la exposición como si estuviesen de verdad frente a él.
Lo que parece una pared con un gran panel borroso, se transforma gracias a las gafas 3D en el bosque fósil y los visitantes pueden ver los tocones de los árboles y los troncos caídos, hoy en día en posición vertical debido a las fuerzas que han plegado el terreno. Pero en el periodo carbonífero, este bosque estaba en posición horizontal y era una auténtica explosión de vida. Esto lo pueden comprobar también los visitantes en la sala de realidad virtual, donde gracias a la última tecnología en este campo, ven como el bosque fósil actual se va transformando en lo que un día fue y pueden adentrarse entre sus aguas pantanosas y conocer los árboles y plantas que lo poblaban.
De estos árboles, calamites, lepidodendrons, equisetos, hay una cuidada selección de troncos y hojas fósiles, algunos de ellos en un jardín formado por los cuatro tipos diferentes de carbón, turba, lignito, hulla y antracita, que se fueron sucediendo con el paso de los años.
DIFERENTE Y DIdáCTICA
La exposición, diseñada y producida por el museo, rompe con el criterio clásico y hasta aburrido que normalmente acompaña las muestras de fósiles, utilizando elementos expositivos nada habituales, como barriles de petróleo en lugar de peanas, tapas metálicas como paneles informativos, vitrinas semiesféricas, grandes troncos de madera que hacen de expositores, neumáticos , enormes y coloristas grafitis y hasta manchas de petróleo que se escapan de sus barriles conteniendo la información de las piezas.
El objetivo dicen desde el museo es hacer atractivo un tema que de por si es difícil de entender y facilitar que todos se sientan identificados con la exposición y se vayan de ella con los conocimientos básicos adquiridos.
La exposición podrá verse en el Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León con sede en Sabero (León) hasta el dia 28 de agosto, de forma gratuita y en el horario habitual del museo.