Diario de León

mónica miguel, leonesa berciana en panamá

la mujer de las mil vidas de aventura

es de esas personas que impactan. Destila la magia del que vive y exprime el día a día con pasión. buena observadora, antropóloga, aventurera, periodista y actriz. pelea y triunfa en panamá

Tres caracterizaciones de Mónima Miguel en su faceta interpretativa. Sus registros escénicos son variados y los que la han visto no salen indiferentes ante su actuación.

Tres caracterizaciones de Mónima Miguel en su faceta interpretativa. Sus registros escénicos son variados y los que la han visto no salen indiferentes ante su actuación.

Publicado por
Manuel Félix / Panamá
León

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Investigadora, antropóloga, actriz, administradora de teatro, novelista, poetisa, editora, aventurera, artista, cachonda mental, apasionada de la vida, profesora universitaria de dicción, columnista de referencia en el periódico nacional. Todo eso y mucho más, con modestia, es Mónica Miguel Franco. Una leonesa con raíces en el Bierzo y que lleva 20 años en Panamá.

—¿Qué hace una leonesa en Panamá?

—Sobrevivir y tratar de divertirme lo más que puedo.

—¿Y cómo sobrevives y te diviertes en esta gran ciudad un tanto caótica?

—Para sobrevivir hago un montón de cosas. Administro un teatro, el Inida, que es un edificio que me tiene enamorada. Además, tengo una columna semanal en uno de los periódicos más antiguos de América Latina, La Estrella de Panamá . La columna se llama «Aullido de Loba». También doy clases de Locución en la Universidad Santa María La Antigua y, cuando se abren grupos especiales, doy clases de Antropología, de Museología, de Patrimonio Histórico.

—¿Cuántos años llevas en Panamá?

—Veinte años. La mitad de una vida.

—Un cuarto.

—Por lo menos.

—Siempre relacionada con la cultura en este país.

—Sí, siempre con la cultura. Además de eso, soy actriz. Tengo una productora teatral y hace poco me metí en una aventura para empezar una editorial con un socio. Ya hemos publicado dos libros y vamos a por el tercero y el cuarto, en breve.

—Todo eso en veinte años, da para mucho...

—Sí. Me ha dado tiempo además de publicar dos libros de poesía, dos libros de ensayo.

—Y con todo ese bagaje, ¿Cuál fue el detonante de venir a Panamá? ¿En España no había posibilidades? ¿Qué sucedió?

—Fue una decisión de mi vida. Había terminado la carrera, mi postgrado. Me encontré con una persona panameña que me abrió un mundo nuevo. Y fue todo muy fácil. Envié currículum y empecé de inmediato de lo mío, de asistente de antropología en un patronato de un museo antropológico, y a partir de ahí, pues todo vino rodado.

—Un trabajo antropológico que tiene un gran porcentaje de aventura, porque has estado en rutas de selva importantes ...

—El trabajo antropológico en un país como Panamá siempre tiene un punto de aventura, porque para investigar tienes que adentrarte en las comarcas, y las comarcas indígenas no tienen fácil acceso. A los lugares a los que tengo que ir sólo se puede llegar en coche cuatro por cuatro en la temporada seca, porque los caminos apenas son trochas de tierra, llenas de barro. O tienes que ir caminando. Además, hice proyectos como el que monté en el 2013 con la Fundación Mare Australe, que han traído mucha más aventura. Hicimos la ruta de Vasco Núñez de Balboa, cuatro artistas españoles y cuatro panameños. Nos metimos en la selva y recorrimos lo que hace quinientos años y unos cuantos hizo Vasco Núñez de Balboa, desde Acla hasta el Mar del Sur.

—Con problemas importantes, físicos ...

—Fueron muchas aventuras. Diez días caminando por la selva absolutamente salvaje, cerrada, con todo lo que eso implica. Con narcotraficantes y en aquel entonces paramilitares colombianos cercándonos, con accidentes de todo tipo. Yo me rompí los tendones de un hombro. Hubo gente que caminó con un esguince de tobillo importante. A algunos le dio farachos y patafluses en medio de la selva y hubo que canalizarlos colgando la bolsa de Venoclisis de un árbol. Por suerte, llevábamos al Servicio Nacional de Fronteras y ahí se hicieron amistades de por vida, claro.

—¿Qué proyectos tienes ahora mismo?

—Pues, en cuestiones de antropología, estoy terminando una investigación sobre una práctica muy curiosa, que sólo se da en Panamá, en América Latina, que es la de limarse los dientes, que se da en una región de la comarca de Ngäbe-Buglé, en la zona de Chiriquí y Veraguas. Ya se ha perdido en el resto de la regiones donde se daba, pero nada registrado sobre ello, a parte de unas líneas en un libro de Reina Torres de Araúz en los años setenta. Estoy haciendo un ensayo, una investigación sobre esa costumbre y además, tengo en mente rondándome hacer algo con la selva del Darien, pero está aún muy «en veremos», y te lo contaré más tarde.

—Mónica, ¿Panamá es la gran desconocida para los españoles de hoy?

—Creo que sí. No sólo para los españoles, para mucha gente. Ahora, hemos sido malconocidos con los famosos Panama Papers con todos estos escándalos de blanqueo de dinero, lavado de capitales y paraísos fiscales. Pero más allá de todo eso, hay un país absolutamente maravilloso por descubrir.

—Tres cosas que te fascinan del lugar donde habitas.

—El Sao, la naturaleza y el pindín.

—¿Y qué es todo eso?

—El sao es un plato muy típico de Panamá, de origen afroantillano, que son lo que nosotros llamamos manitas de ministro, son patas de cerdo.

—¡Vaya eufemismo!

—Sí, (risas). Son patas de cerdo aliñadas de una forma muy especial. El pindín es la música típica. Es música popular que se baila en lo que aquí se llama jorones, jardines. Y tiene un mucho de cumbia, un poco de ballenato. Es una mezcla, es para ir y bailar toda la noche, quedar empapada en sudor de arriba abajo; pero es muy, muy divertido.

—En España, en León, en el Bierzo tienes a tu gente, raíz.

—Sí, a mis amigos, a mis hermanas, a mis primos. En el Bierzo tengo la casa abuelar, en Magaz de Arriba. Y en el Bierzo tengo una parte muy importante de lo que yo soy.

—¿Y posibles proyectos para el Bierzo?

—Yo estoy abierta a absolutamente cualquier cosa que tenga que ver con el Bierzo. Me encantaría poder llevar teatro al Bierzo. Tengo un par de monólogos interesantes. Uno humorístico, con un texto mío, de un vampiro: El Conde Nado Drácula , que un pequeño extracto se ha presentado en Zaragoza en enero. Lo presenté en Panamá, en Chiriquí, y me encantaría poder llevarlo al Bierzo. Y hay otro monólogo que, precisamente salió de este recorrido por Darién, que se llama Balboa , que está escrito por Vanessa MontFort. Es una dramaturga y novelista española que ahora mismo está en el candelero, porque tiene la novela revelación del año. Ella escribió un monólogo para mí. Éste Balboa. Se presentó en 2013 en el Teatro Nacional de Panamá, en tres únicas funciones y eso, yo creo que está ahí esperando para llegar al Bierzo. Porque, además, recuerda que Balboa está en el Bierzo. Me encantaría poder llevarlo para allá. Nunca he perdido las raíces con León. Voy dos tres veces al año y si hay proyecto tengo la maravillosa libertad de poder hacer una gira de un par de meses. León y el Bierzo siempre están en mí.

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