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Lugares mágicos

El enigma de las ‘zonas azules’

son lugares donde la tasa de longevidad es más alta que en el resto y donde los índices de achaques asociados a la vejez son los más bajos del planeta. En el mundo existen cinco

Localidad de Nuoro, en Cerdeña.

Publicado por
Daniel Galilea
León

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Si usted vive en Okinawa (Japón), Icaria (Grecia), Cerdeña (Italia), Loma Linda (California) o la Península de Nicoya (Costa Rica), probablemente sabrá que vive en uno de los lugares más especiales del planeta pero, de no ser así, probablemente sentirá una sana (y nunca mejor dicho) envidia, respecto de los privilegiados que habitan en estas regiones.

Esas son las denominadas «zonas azules» o los cinco lugares del mundo donde cumplir 100 años y gozar de buena salud no es una situación excepcional, sino una realidad muy frecuente.

«El concepto de zonas azules lo introdujo el explorador y escritor Dan Buettner» explica a Efe, Gonzalo Peñaranda, director de uno de los grupos que buscan desentrañar los factores clave que fomentan que los habitantes de esos lugares tengan una vida más larga y saludable, para aplicarlos en el desarrollo de preparados o medidas terapéuticas que produzcan sus mismos efectos.

Buettner publicó en 2005 el artículo Secrets of long life (secretos de una vida larga) y, en 2008, el libro The Blue Zones: Lessons for living longer from the people who’Ve Lived the Longest (Las Zonas Azules: lecciones para vivir más tiempo de las personas más longevas), describiendo cinco lugares donde la tasa de longevidad era más alta que en el resto y los índices de achaques asociados a la vejez eran de los más bajos.

En esos trabajos, publicados por National Geographic y NatGeo (www.nationalgeographic.com), Buettner explica que esos lugares especiales comparten algunos factores, «como una vida activa en sus habitantes, dieta equilibrada, niveles moderados de estrés, relaciones personales satisfactorias y un motivo por el que levantarse todas las mañanas», según Peñaranda.

«Zona Azul es un término utilizado para describir áreas demográficamente confirmadas y geográficamente definidas, en las que la población está alcanzando los 100 años de edad en proporciones extraordinarias, tiene una esperanza de vida mayor, o presenta los porcentajes de mortalidad más bajos en la mediana edad», señala el propio Buettner en NatGeo.

A partir de la investigación de estas áreas, el equipo de Peñaranda (http://aorahealth.com) ha desarrollado una gama de complementos alimenticios «basados en moléculas presentes en la naturaleza y con un efecto sinérgico y complementario que sumados a un estilo de vida saludable, permitan a una persona construir su propia «zona azul»», señala este portavoz.

En el diseño y desarrollo de estos nutraceúticos han participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC), el Instituto de Investigación de Ciencias de la Alimentación (CIAL), la Universidad Complutense de Madrid (UCM), la Sociedad Española de Medicina Científica Psicosomática y Psicológica, la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y el Centro Tecnológico de Valencia (AINIA), según apunta. «Las grandes ciudades no ofrecen un ambiente propicio para llevar una vida pausada, sin estrés, asociada a un envejecimiento saludable, y es difícil mantener una dieta equilibrada, potenciar las amistades y fomentar la relación familiar pero, con esfuerzo y tesón y la ayuda de la ciencia, podemos convertir nuestra vida en una auténtica zona azul», según Peñaranda.

Las investigaciones de los laboratorios de ‘Aora Health’ son una de las iniciativas que, según Peñaranda, tratan de replicar «el modo de vida de los habitantes de esos lugares» y desarrollar «sustancias y productos que generan sinergias saludables (acciones combinadas con un efecto potente) en el organismo».

«Las zonas azules nos dan unas claves de los factores que comparten esos territorios que las hace diferentes», indica.

«Teniendo en cuenta esos factores comunes se buscan soluciones que ayuden a mejorar el índice de longevidad en lugares donde el ritmo de vida es mucho más complicado», señala.

«Así, se pueden desarrollar productos que nos permitan alimentarnos mejor, combatir el estrés, mejorar nuestra capacidad cognitiva, favorecer el descanso, practicar deporte de manera más satisfactoria y con menor esfuerzo o, incluso, mejorar nuestro aspecto para sentirnos mejor con nosotros mismos, empezando la transformación en el interior de nuestro organismo», destaca.