Sin sentido
T odos creemos cosas, es inevitable. El problema es que muchas de esas creencias son como muros que nos impiden ver. ¿La buena noticia? Que lo que creemos se puede cambiar, incluso cuando son ideas tan populares y en boca de todos como éstas siete que le quiero presentar hoy. Por cierto, ya le adelanto que so?n todas falsas.
— La felicidad tiene un tope, así que si uno es muy feliz significa que le va a pasar algo malo. Pues no, se puede ser muy feliz hoy y seguir siéndolo al día siguiente. Y si le pasa algo será parte del curso de la vida, no de que se hubiera excedido en su consumo de felicidad.
—Cuanto más se exige uno, mejores resultados obtiene. ¿Piensa eso? ¿Cree que si disfruta y se relaja las cosas le van a salir mal? Pues entonces el peor castigo se lo está imponiendo usted.
—Las palabras se las lleva el viento. No, las palabras permanecen, en nuestra mente, en nuestros sentimientos, en los sentimientos dañados de las personas que queremos, en las cosas que decimos que vamos a hacer y después no hacemos… Así que cuide sus palabras y no hable de forma gratuita.
—Hay que preocuparse mucho para que las cosas salgan bien. ¿Piensa usted que la vida se resuelve dándole vueltas a la cabeza? Pues le sugiero que pruebe a ocuparse de lo que se pueda ocupar y desconecte el resto del tiempo. Verá qué bien le sienta.
—Sólo hay una opción correcta. Si piensa esto seguramente le cueste mucho tomar decisiones, por miedo a equivocarse. Pero es que en la vida casi nunca hay sólo una opción correcta. Tal vez la menos correcta le lleve a donde tenía que llegar y la correcta se trunque a la vuelta de la esquina. Nunca se sabe.
—Hay que ponerse siempre en lo peor para que, pase lo que pase, esté uno prevenido. Pues no, así lo que está uno es amargado.
—Ser egoísta es de malas personas, lo correcto es pensar primero en los demás. ¿Se da cuenta de que si todos hiciéramos eso nadie podría ser feliz? Si no se da usted permiso para ponerse el primero, sin hacer daño a nadie, no se lo van a dar los demás.