27 euros
No viví en la España de Franco. Pero estoy viviendo en otra España, la de mi compañía de telefonía móvil, la que me cobra lo que le da la gana cuando le apetece arrancarme de mi cuenta un pedazo de carne sangrienta de mi torturado cuerpo de usuario sin nombre y sin alma. Intento averiguar por qué se me llevan 27 euros de más, pero es inútil. Llamas a mi compañía telefónica y te contesta el conde Drácula. Ya no ponen ni hilo musical. Una canción de Elvis, por ejemplo, animaría. Yo creo que las máquinas de contestación automática son mucho más anticonstitucionales que el referéndum ilegal de Cataluña del 1 de octubre. Y de esto, el Gobierno no dice nada. Nadie te auxilia, y mucho menos la administración, cuando impunemente te arrancan 27 euros no de tu cuenta sino de tu carne corriente sin ninguna justificación. Un empleado de mi compañía telefónica me dice que en estos momentos no me puede aclarar el origen de ese cargo de 27 euros. Me atiende desde Latinoamérica, suena lejano y sin ganas. Me llama señor Manuel, nadie me ha llamado así nunca. Me llama señor Manuel, pero no soluciona mi problema. Hubiera preferido que me dijera idiota Manuel, pero que solucionara mi problema y me devolvieran los 27 euros. Me dice que me llamarán mañana. Pero no me llaman. De repente me doy cuenta de que esos 27 euros de más me están arruinando mi jornada laboral. Y para colmo soy autónomo. La persecución de esos 27 euros me está costando toda la energía de la mañana. ¿Vale la pena? Además, solo me lo hacen de vez en cuando. No me lo hacen cada mes. Me lo suelen hacer un par de veces al año. No es tanto dinero. Contando las dos veces, no sumarán 50 euros. Si me olvido, salgo ganando en salud mental. Olvida ya que te están robando, si es tan poco lo que te roban. Y es imposible saber por qué te cobran esos 27 euros de más. Es imposible hablar con un ser humano. Cuando llamas a tu compañía telefónica no llamas a una empresa, llamas a lo Desconocido, un mundo distópico en donde los seres humanos ya no existen. Señor Manuel, relájate. Señor Manuel, vas a ser igual de pobre con 27 euros más que con 27 euros menos. ¿No te das cuenta? O mejor aún: «¿te das cuen?», que diría Chiquito de la Calzada.