Diario de León

CANTO RODADO

Largo invierno

La noche más larga en la larga noche de la política española no deparó más sorpresas que el triunfo de las derechas nacionalistas

León

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Estrenamos el invierno en Armunia, haciendo filandón y recordando los tesoros del Jano, ese monte que se yergue sobre el pueblo con sus castaños, casi vencidos por el tiempo y el abandono, y las viejas bodegas que crecieron hacia dentro de la tierra entre las viñas. Armunia, tierra querida... Fue la noche más larga del año en la larga noche que atraviesa la política española encallada en Cataluña, cual barco en banco de arena.

El solsticio de invierno trajo el tsunami de Ciudadanos, con Inés Arrimadas flotando sobre aires triunfales en las elecciones autonómicas, y, aparte de la debacle del PP, de la derrota de la estrategia de Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría, la mayoría absoluta independentista se presenta con apariencia de que todo sigue igual. Salvo que intenten disminuir su peso electoral en el Parlamento con la sustracción de los votos de los que están en cárcel y en el ‘exilio’ belga. «Con un candidato en la cárcel y otro siendo un prófugo de la justicia hay que ver cómo pueden jurar sus cargos», advirtió el delfin popular Pablo Casado.

Todo puede pasar. Desde el 155 para acá cualquier cosa es posible. Sin programa, sin soluciones, sin hoja de ruta triunfaron las derechas nacionalistas. La de aquí y la de allá. La que no quiere solucionar el problema porque da réditos en España, al PP, y en Cataluña, a Ciudadanos. No hay quien gobierne. Y llevan años sin gobernar. Tapando la crisis con banderas y guerras.

Lo dijo Rajoy en su declaración posterior a la noche electoral y a la llegada del invierno: Los resultados de Cataluña no son extrapolables a España. En realidad, Rajoy es el más ferviente creyente de que Cataluña no es España. Por eso al PP no le ha importado sacrificarse allí para amasar más votos aquí, con paso corto y mano dura.

Llegó el invierno con la subida de la luz y de la tarifa del gas, como si vinieran las eléctricas y gasísticas a exigir su cuota de participación en las pagas extraordinarias de la working class y la riada de pensionistas que son el sustento cada vez más abundante de una provincia como León.

Esta franja del oeste peninsular de tercera velocidad, lugar novelesco y novelado, en el que una pareja de jóvenes arquitectos es premiada por restaurar una casa con métodos tradicionales aplicando los avances de la tecnología para la eficiencia energética, mientras la Diputación, que es la tutora de los pequeños municipios, permite que el feismo y las aberraciones urbanísticas campen a sus anchas por uno de los pueblos más bonitos de La Cabrera, como es Villar del Monte.

Ay, si Concha Casado levantara la cabeza... Le daría un buen tirón de orejas, acompañado de su correspondiente responso, al concejal de Comercio y Turismo, una vez más Pedro Llamas, por llenar las plazas y los rincones más inesperados, hasta el parque de Correos, al costado del Conservatorio, de atracciones de feria y cabalgatas de Papá Noel, mientras reduce a la mínima expresión el tradicional canto del Ramo en la plaza de San Marcelo.

No tiene la tradición quien la defienda, pese a los muchos pendones que vuelan por la provincia. Ni los vecinos del mundo rural quien esté atento a sus problemas y a las maniobras militares en el Teleno. Esa población asiste perpleja a que en Los Oteros se arregle un trozo de carretera, justo el que llega hasta el aérodromo de Pajares, mientras se deja al resto de pueblos con baches y tinieblas.

Llega el largo invierno a los pueblos con más crudeza y menos gente. Y las únicas luces que brillan en la oscuridad son esas iniciativas filantrópicas, de instituciones o personas, como los talleres de la Fundación Cerezales Antonino y Cinia, la carrera popular de Fermín Martínez del Reguero que ayer se corrió en mi pueblo o los sábados culturales en La Vid de Gordón.

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