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CANTO RODADO

El presidente que no ama a las mujeres

El carro del progreso científico y tecnológico lo ha movido la curiosidad, aunque también la guerra, la competencia... Los avances sociales y laborales son fruto del «no», de la rebeldía y la desobediencia

León

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Cuando Martin Luther King le pidió a Lyndon B. Jonhson una ley para que el derecho al voto de la población negra se garantizara, el entonces presidente de los Estados Unidos dijo que no tocaba.

«No nos metamos en eso», respondió Mariano Rajoy a la pregunta de Carlos Alsina, en Onda Cero, sobre una ley que acabe con la brecha salarial entre hombres y mujeres en España. Antes de salirse por la tangente dijo que no era de su competencia. Balones fuera.

Fue al día siguiente de su paseo por León, esa ruta por el León fantástico que le prepararon aquí, de la isla del Incibe (en el fantasmagórico polígono de La Lastra) al deslumbrante cáliz de doña Urraca de San Isidoro y el barrio Romántico.

Mariano Rajoy, que no sabía nada de la financiación ilegal del PP en Valencia, como tampoco sabía lo qué pasaba en Génova, etc. es muy dudoso que sepa algo de las desigualdades entre hombres y mujeres. Como tampoco sabía nada de la Cuna del Parlamentarismo.

La única ley que conoce el presidente es la del embudo. La que aplica a Cataluña. La ley para la igualdad real entre hombres y mujeres, por ejemplo, le importa un pito que se cumpla o no. Y eso que «eliminar las diferencias retributivas» forma parte de los principios generales de la ley orgánica, que cumplió diez años con más pena que gloria.

Ahí quedó, en principios. Sin desarrollo ni interés por hacerlo. A Mariano Rajoy estas cosas le quedan muy lejos. Se ha repetido hasta la saciedad que es hijo de un magistrado que impartió justicia en León en aquellos años 60. De su madre, ni una palabra. He visto unas fotos de Olga Brey, de joven, con su prole. Lo normal.

La invisibilidad de las mujeres era, y todavía es a veces, lo normal. El cáliz de Doña Urraca, que ahora quieren hacer pasar por grial de Cristo, está ahí gracias a una mujer. A una infanta que a su modo se rebeló de la prohibición de que las mujeres se suban al altar en calidad de sacerdotes. Colocó una preciada joya en su nombre. Es la teoría de la investigadora Therese Martin, del Instituto de Historia del CSIC, una de las estudiosas que mejor conoce el tesoro de San Isidoro.

Lo de Puigdemont intentando colarse de presidente virtual de Cataluña desde Bruselas es una boutade, desde luego. Pero lo de Rajoy intentando colarnos a toda costa su ignorancia sobre las confesiones de Costa y la trama valenciana del PP, como querer colar su larga mano en el Tribunal Constitucional por encima de las advertencias del Consejo de Estado o esa reinvención del «ahora no toca» de Aznar con el tema de a igual trabajo, igual salario... ya ofende. No, Rajoy no ama a las mujeres, aunque nos la quisiera colar en verano con su oportunista solidaridad con Juana Rivas, a la que luego han dejado tirada y en espera de que la justicia investigue la denuncia que puso hace más de 18 meses contra su exmarido.

Tampoco ama tanto a España como dice. Amar a un país es mucho más que vestirse con su bandera, por más reluciente que luzca la rojigualda en la nueva colección de Ágata Ruiz de la Prada. Significa respetar y hacer cumplir todas las leyes por igual, por ejemplo.

La igualdad no es un regalo de reyes majetes que salen en la intimidad del hogar y de la familia en su 50 aniversario. Modelo tradicional de esposo público y esposa y madre amantísima. La igualdad legal, que no real, es el fruto de muchas luchas, como aquella que tampoco tocaba para la mayoría de la clase política cuando Clara Campoamor enarboló el derecho sufragio... Y que las derechas aplaudieron porque se veían beneficiarias del voto.

Ninguna conquista, desde las ocho horas de jornada laboral al fin de la segregación racial, se ha hecho sin rebeldía. A Lyndon B. Jonhson se le echó encima la rebelión de Selma, en Alabama por no escuchar a King.

¿Le caerá algo a Rajoy por no hacer nada por la equidad salarial? ¿Por la corrupción del PP? ¿O por algo? Me temo que no, si acaso otra mayoría absoluta. En León los poderosos hombres taparon la calle flanqueando a Rajoy. Las mujeres le abrazaban.