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Los extranjeros agitan italia
La Liga Norte, herederos del neofascismo que en las elecciones del 4 de marzo se presenta en coalición con Berlusconi y con Hermanos de Italia, no pone en duda ya la unidad del pañís: en la rica región del Véneto sólo pide una autonomía. 'Primero los italianos' y 'stop invasión' son dos de los eslóganes de los carteles
Huele a tinta en la sede provincial de la Liga Norte (LN) de Verona. Está situada en un anónimo edificio a las afueras de esta ciudad del rico e industrioso Véneto, una región al noreste de Italia donde la derecha tiene uno de sus más importantes bastiones. Sobre las mesas se amontonan los carteles recién impresos de propaganda electoral: los hay rojos, verdes, amarillos y azules. En unos días estarían ya pegados por las calles de esta urbe de 250.000 habitantes.
Los lemas no dejan lugar a dudas de cuál es el caballo de batalla de esta formación que en los comicios generales del 4 de marzo se presenta en coalición con Forza Italia, la agrupación política de Silvio Berlusconi, y con Hermanos de Italia, un partido heredero del neofascismo. Para los ‘liguistas’, la inmigración es el gran problema que tiene hoy el país. ‘Primero los italianos’ y ‘Stop invasión’ son dos de los eslóganes de los carteles, en los que también se piden guarderías gratis y mejorar las condiciones de los jubilados.
La supuesta avalancha de extranjeros la tienen los militantes de la LN de Verona en el propio edificio de su sede. En el telefonillo, el logotipo que señala la ubicación de su piso está acompañado por la identificación de sus vecinos: dos de ellos tienen nombres y apellidos árabes. Tal vez por ello alguien colocó una pegatina en la puerta de uno de los armarios en la que dice: ‘¡Sí a la polenta y no al cuscús!’. La defensa de este plato típico del norte de Italia tiene a su lado escrito un lema con algo menos de chispa (‘No a la sociedad multirracial’) y, un poco más abajo, se encuentra el socorrido ‘Roma ladrona’.
El histórico líder de la LN, Umberto Bossi, hoy jubilado por el joven y ambicioso Matteo Salvini, lo utilizó durante años para denunciar el supuesto saqueo de las ricas regiones septentrionales por parte del Estado. Salvini, en cambio, no lo usa. No cuadra con su proyecto de extender el partido por todo el país. De hecho, la marca electoral para los comicios es ‘Liga-Salvini premier’, sin mención alguna al Norte. «No ponemos en duda la unidad nacional». Paolo Paternoster, secretario provincial de esta formación en Verona y candidato a diputado en las elecciones, deja claro que los tiempos han cambiado: los ‘liguistas’ ya no exigen la independencia de la Padania, ese imaginario país que formarían las regiones italianas situadas al norte del río Po.
«En el Véneto lo que queremos es autonomía. Estamos preparados para asumir competencias y estamos seguros de que con el próximo Gobierno se va a lograr, pues hay que cumplir con lo que dijeron los ciudadanos en el referéndum». Se refiere a la votación celebrada el pasado octubre en esta región de cinco millones de habitantes y en la vecina Lombardía para aumentar el autogobierno. «Roma no es capaz de gestionar bien los recursos. Aquí la vemos como una máquina burocrática que no resuelve problemas, sino que los crea. Nos iría mejor si fuéramos nosotros los que decidiéramos cómo y dónde se gastan los impuestos que se recaudan aquí».
El discurso de Paternoster mezcla las reinvindicaciones autonomistas con la cuestión identitaria («los vénetos somos un pueblo milenario», dice) y el odio a los extranjeros que han entrado ilegalmente en el país. «Estamos viviendo una invasión que genera un riesgo de bomba social. No queremos que se produzca una sustitución de nuestro pueblo con estos inmigrantes. Hay que repatriarlos a sus países de origen y dejar de recogerlos con naves en el Mediterráneo. En cuanto vean que no hay nadie que les haga de taxistas del mar dejarán de embarcarse».
Menor tasa de inmigración
Cuando se le recuerda la terrible situación de las naciones de origen y de paso de los inmigrantes, el candidato responde desempolvando la idea de poner en marcha una suerte de Plan Marshall para Africa. «Hay que ayudarles en sus propios Estados», sostiene. La sensación de invasión que espolea la LN y que ha calado en el Véneto, donde el partido lleva ocho años gobernando, no se corresponde con la realidad. Según las estimaciones oficiales, en Italia viven hoy unos 491.000 inmigrantes en situación irregular, un 25% menos que hace diez años. Pese a estos datos, la tensión frente a los extranjeros es alta, como se vio el pasado 3 de febrero cuando un militante ‘liguista’ dejó seis heridos al disparar contra los subsaharianos que encontró por las calles de Macerata.
La mutación a la que Salvini ha sometido a su formación también afecta a la posición frente a la UE. «No queremos dejarla, pero hay que cambiarla», dice Paternoster, que tiene relación con otros países del Viejo Continente por su trabajo en una empresa de logística. «Bruselas se ha convertido en una nueva Roma, un elefante burocrático que penaliza a las empresas y ciudadanos. Nuestro mensaje es claro: no sigáis pisoteándonos porque nos vamos a enfadar».