Diario de León

REPOBLACIÓN

Regreso a la tierra 'hostil'

«Lo único que han hecho las administraciones ha sido cubrirnos de papeles». Francisco Javier Fernández y su familia cuentan su experiencia tras volver a la tierra de sus padres para comenzar una nueva vida. Aquí, donde la despoblación es un problema acuciante al que tratan de frenar las administraciones, no lo están teniendo fácil

FERNANDO OTERO PERANDONES

FERNANDO OTERO PERANDONES

Publicado por
A. GIL
León

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Llegó a León con la idea de empezar una nueva vida. Volver a la tierra de sus padres para protagonizar, junto a su familia, otra historia vital lejos de la tierra en la que nació, Argentina. Hasta allí emigraron en los años 50 sus padres. Ella, de Cerezales del Condado. Él, de Armada, un pueblecito que ahora yace bajo el pantano del Porma. La de los suyos fue una historia de superación, la de buscar una vida mejor muy lejos, más allá del Atlántico. Primero se fue Genaro y, tras ocho años de una relación que se mantenía a través de sentimientos plasmados en cartas, se casaron por poderes. Argentina-León, nada menos. Hasta que llegó la otra parte, Guillermina.

Allí llevaron una vida estupenda, siempre con León en el recuerdo. De hecho, él fundó el Centro Español en la ciudad de Allen como un homenaje a sus raíces y se convirtió en una referencia para sus vecinos. Tanto, que le pusieron su nombre a una calle. Aquellos ratos los compaginaba con su propio negocio, dedicado a la venta y reparación de aparatos electrónicos. También allí nació su único hijo hace ya décadas, Francisco Javier Fernández. Ahora él ha hecho el recorrido inverso al que protagonizaron sus progenitores y ha llegado a León para comenzar una nueva andadura. Aunque parece que con más dificultades.

Su ciudadanía y nacionalidad española ni siquiera se lo están poniendo fácil. Hasta aquí ha llegado junto a su mujer y sus tres hijos, además de su madre. León no le es desconocido, pues, siguiendo el rastro de los suyos, vino en el año 98, con 28 años, a conocer a parte de su familia. En aquella ocasión se subió al avión junto a sus padres gracias a un crédito que solicitó para sufragar los gastos del viaje. «Fue el viaje más espectacular de mi vida en cuanto a emociones. Estuvimos 40 días conociendo a la familia de mi madre. Fue muy emotivo», recuerda.

Fue entonces cuando se enamoró de España. Y aquella pasión llegó para quedarse. En el año 2000 contrajo matrimonio con Carol. Juntos, decidieron renunciar a sus respectivos trabajos para trasladarse a Barcelona. La vida les sonreía y no tardaron en encontrar un nuevo empleo. Francisco Javier es licenciado en Prevención de Riesgos y asegura que nunca ha vivido mal. No le ha faltado el trabajo «porque siempre me inculcaron el valor del esfuerzo y del respeto».

Pero se les acabó una etapa y regresaron a Argentina cuatro años después. «Queríamos tener hijos y aquí no teníamos a nadie», recuerda.

La ‘ruleta rusa’ argentina

Francisco Javier montó su propio negocio, una consultoría de prevención de riesgos que sigue en marcha. Pero la locura de precios que vive el país y el empeño de su mujer les trajo de nuevo a León hace cinco meses. «Cuando nos fuimos de allí, la gasolina estaba a 19 pesos y hoy supera los 32», apunta. Además, la educación en Argentina no pasa por un buen momento y el hecho de tener la nacionalidad española, tanto él como sus hijos, hicieron el resto. «Estábamos hartos de injusticias», asegura.

En León buscaban comenzar de nuevo y darse un tiempo para hacer las cosas bien gracias a la comodidad que les dan sus ahorros. Pero los inicios no están siendo fáciles. «Queríamos España y elegimos León por mi madre, para que volviera a su tierra, pero las administraciones nos ponen trabas», afirma.

Había oído hablar del problema de la despoblación. La ‘España vacía’ de la que hablan los políticos, esa realidad con lengua de víbora que tiende a dejar solos a los pueblos. Sin vida. «En ningún sitio he tenido un trato fuera de lo normal. En ningún lado han tenido en cuenta que viniera con tres hijos después de hacer millones de trámites en la Junta, el Ayuntamiento o la Seguridad Social. Lo único que han hecho las administraciones ha sido cubrirnos de papeles». Reconoce sentirse asombrado por el problema de la despoblación, pero más aún por la forma de hacerle frente. «Muchos trámites son absurdos y mi mujer ha estado a un paso de tener que dejar España por papeles. Si ella se va, nos vamos todos. Entiendo que hay que hay unas reglas que cumplir y un proceso que hay que seguir, pero eso, no», confiesa con un deje de desesperanza en la voz. «Y eso, nosotros, que tenemos una posición acomodada, si le pasa a alguien que necesita trabajar, es imposible», añade.

Francisco Javier quiere dejar claro que el incentivo para que la gente venga «no es que te regalen algo, sino que se dispare una alarma entre las administraciones para allanarnos el camino».

Para buscar un nuevo trabajo fue a inscribirse a las oficinas de empleo. «Me han apuntado como administrativo raso y para convalidar mi título pasarán uno o dos años. Es muy difícil de afrontar», asevera.

El choque entre lo que esperaba antes de llegar y lo que se ha encontrado ha sido más bien un golpe bajo. «Aquí no se cuida a los que venimos de fuera. Yo me quiero quedar en León, pero si esto sigue así me tengo que ir». Piensa en otra ciudad del norte de España como alternativa, pero confiesa que prefiere León. Al margen de los trámites y las trabas de las administraciones, «estamos muy buen aquí y los niños se han adaptado estupendamente». A ellos no les ha costado tanto. Ajenos al papeleo, Tomás y Martín, de 13 y 10 años, junto a Teo, de 17 meses, disfrutan de la ciudad, aunque sin olvidar Argentina. «El desarraigo es feo, pero con la ‘play’ y el móvil siguen en contacto con sus amigos de allí», apunta su padre.

Mientras esperan a que los papeles les den una tregua, Francisco Javier y su familia siguen tratando de hacerse un hueco en León, la tierra de sus antepasados.

FERNANDO OTERO PERANDONES

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