Diario de León

canto rodado

Si se calla León...

La cantautora Isamil9 lo cantó alto y claro: ‘Si se calla León... calla la vida’. Hizo suya la canción de Horacio Guarany, que conocemos más gracias a Mercedes Sosa, y dijo una verdad en siete palabras.

León

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De la última bocamina salió un frío helador con los últimos mineros tiznados de negro. La galería quedó muda y húmeda. ¡Es el fin!, gritaron las voces que fueron a certificar la defunción definitiva del carbón en el Bierzo y en León. Un final que ha durado treinta años, desde aquella reunión de empresarios y director de Minas en el Hotel Palace de Madrid. No se quiso ver llegar.

Antracitas de Salgueiro cerró el telón de la película del carbón y las térmicas —Anllares, Compostilla y La Robla— dibujaron el The End con el escaso vapor blanco que escupen sus torres de refrigeración. Llueven sobre nuestras cabezas las últimas cenizas del motor energético que fue León. El sueño de la primera y segunda revolución industrial se desvaneció mientras anuncian la cuarta a un centenar de niñas leonesas reclutadas para el mundo científico y tecnológico porque pronto andará escaso de personal especializado. Como cuando los curas y las monjas iban por los pueblos en busca de vocaciones para la gran obra de Dios. Ahora la religión es la tecnología. Con sus cielos y sus infiernos. Que de todo hay en Silicom Valley y en el imperio Amazon.

La tercera revolución a León le ha pasado por encima de las cabezas, con un ejército de drones que hacen de todo. Incluso contar mentiras. Como ese ‘descubrimiento’ de un complejo minero de época romana en Castrocontrigo ya catalogado en los años 60 por las fotos del segundo vuelo americano (1956/57).

León no ha dejado de gritar en estos treinta años. Pero es cierto que en los últimos, con la liquidación del sector minero y la lucha obrera, había caído en la resignación y el lamento, cuando no el espejismo de la fábrica de empleos del turismo y la hostelería. Que les pregunten a los cocineros a los que ofrecen jornadas de 60 horas a la semana o a las ayudantes de cocina que contratan para los puentes y luego vuelven a la cola del paro como parte de ese engranaje de la producción en cadena de la precaridad.

‘Tiempos modernos’, que Charles Chaplin vio en los rostros de las gentes desesperadas que sobrevivieron a la Gran Depresión. Tiempos modernos que vuelven bajo la presión laboral que padecen las teleoperadoras —el gran vivero de empleo de la provincia de León— y que sufre la clase consumidora cada vez que descuelga el teléfono y una voz reclama unos minutos para vender un seguro de vida, una nueva tarifa plana o un crédito a cualquier precio y cada vez con más frecuencia con malos modos.

La realidad, lo dijo Antonio Gamoneda el 15-N, es que el capital lo ha hecho muy bien, aunque a León le vaya muy mal. El engranaje del dinero reproduce la esclavitud hasta el infinito y ahoga al planeta en CO2. Apenas nos queda margen para seguir siendo seres humanos en lugar de rentables algorritmos. Números.

León gritó por su futuro en las calles de la capital. Y al día siguiente se cerró la última mina. Sabíamos que iba a pasar y que no hay vuelta atrás. Ahora toca volver a empezar y mirar a la tierra y brindar por la gente que está dispuesta a hacer León, como la DO León. Por las mujeres que reclaman feminismo en la economía y en los cuidados para no seguir hablando de feminización de la pobreza.

León no calló. Los sindicatos UGT y Comisiones Obreras han tomado su responsabilidad, como la hace tanta gente pequeña desde el surco, la cocina y la cañada. Desde el pupitre y el quirófano... Pero sí callaron y se pusieron de perfil políticos y políticas que se escabulleron del 15-N para quedar bien en otra parte. Callaron otros colocados en altos cargos. Y quienes, como el criminal cazado, dicen: «Yo no fui». Señora Milagros Marcos, por favor.

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