‘Plácido’
T al vez porque soy un adicto al pasado, a la nostalgia y a la infancia, adoro la Navidad. Me gustan las tiendas llenas de gente. Me gustan los regalos y los adornos y los lazos en las cajas. Me gusta mucho la película Plácido de Luis García Berlanga, que es un canto a la Navidad desde los sótanos de la sátira. Me gustaría seguir poniendo un belén y un árbol, con bolas, con espumillón, con luces de colores, con una estrella en la copa, pero ya no tendría sentido. Los ilusos somos así: nos conduce el corazón a lugares que ya no existen. Soy un viudo de la Navidad, porque la Navidad que quise murió hace mucho. El poeta inglés T.S. Eliot escribió un hermoso poema sobre el árbol de Navidad. Todos tus muertos queridos vienen a decirte Feliz Navidad. Me gustan hasta los anuncios de turrón en la tele. De pequeño me encantaba el célebre anuncio de Freixenet, lo esperaba todos los años, porque acrecentaba una ilusión. Ojalá nevara en Madrid el próximo 24 de diciembre. Ojalá nevará en toda España, hasta en las Canarias. Nos vendría muy bien a todos que desde el cielo descendiera algo inesperado y puro. Y Eliot afirma que el niño necesita la fiesta de Navidad porque luego el hombre en que se convertirá acudirá a ese niño para hallar un consuelo en la noche de la muerte.
Nunca fue tiempo de ruina el de la Navidad. Conocí hace unos pocos días en Cenizate, un pueblo de Albacete, a una mujer que perdió a una hija en un accidente de tráfico en el día de Navidad. Conforme me contaba su historia, yo pensé que un ser humano puede esconder su soledad todos los días del año, excepto el día de Navidad. Estar solo esa noche y ese día da miedo. Por cierto, y al hilo de la soledad, Felipe VI debe de estar en estos momentos preparando su mensaje navideño para la televisión, y en ese mensaje latirá la presencia de España y también la presencia de quienes quieren irse de España. Pero vuelvo a la película de Berlanga, vuelvo a Plácido, que es una de las películas más hermosas que he visto en mi vida. Tendrían que ponerla en televisión todas las Navidades. Allí aparecen un montón de actores españoles que ya murieron. Aparece también una España que no existe. Plácido es de 1961, no sé cómo pudo pasar la censura, un misterio, o mejor un milagro de la Navidad. Los actores José Luis López Vázquez y Manuel Alexandre están soberbios, inolvidables. Al final de Plácido oímos un triste villancico en donde se cantan estos versos: «En esta tierra no hay caridad, ni nunca la ha habido ni nunca la habrá».