Diario de León

Primero minero, después escultor

Conocía bien la mina, por eso cuando la dejó transformó su pasión en ocio. Parte de la obra de Ursi se expone ahora en Sabero.

Vista general de la exposición de Ursicio Martínez, ‘Ursi’, que se puede ver estos días en el Museo de la Siderurgia y Minería de Sabero.

Vista general de la exposición de Ursicio Martínez, ‘Ursi’, que se puede ver estos días en el Museo de la Siderurgia y Minería de Sabero.

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El Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León, con sede en Sabero, expone hasta finales de marzo la casi totalidad de obras de temática minera de Ursicino Martinez, ‘Ursi’, un escultor palentino de reconocido prestigio. La exposición es fruto de la colaboración del centro con el Museo de Ursi de Aguilar de Campoó (Palencia) y con el Centro de Interpretación de la Minería de Barruelo de Santullan (Palencia), que han cedido las esculturas y pinturas que integran la muestra.

No es fácil, aseguran desde el museo, encontrar esculturas de calidad relacionadas con el mundo minero y menos aún realizadas por alguien que conoce el trabajo en la mina en primera persona, por eso, añaden, la oportunidad de recoger en una exposición la obra minera de Ursi, ha sido toda una suerte para el museo y para todos aquellos interesados en la cultura minera.

Y es cierto, ya que Ursi fue minero antes que escultor, o tal vez escultor antes que minero, pues ambas pasiones, la del arte y la de la mina, nacen en él tempranas y no le abandonan nunca.

A lo largo de su vida Ursi arrancó carbón de las galerías y virutas de madera de los grandes troncos que tallaba, y el museo ha querido que estos elementos acompañen a la treintena de obras que forman la exposición. Una exposición, que como viene siendo habitual, destaca por su cuidado diseño, que evoca un taller de artista y que hace que los mineros de Ursi, de madera y bronce, vuelvan casi a la vida.

Una vida intensa

Ursi nace en el seno de una familia agro-ganadera el 20 de Junio de 1932 en Villabellaco, una pequeña pedanía próxima a Barruelo de Santullán, en el norte de la provincia de Palencia. En el valle de Santullán la mina no es una elección, es la forma de vida que permite tener un futuro en la zona.

Su infancia y adolescencia discurren ayudando a la familia en los trabajos del campo. En este ambiente experimenta su primer contacto con la talla y el dibujo. Acostumbrado a trabajar la madera se entretiene reproduciendo objetos cotidianos con gran delicadeza. A los 12 años ya es capaz de reproducir, con materiales elementales, billetes de la época con gran realismo. Uno de esos trabajos se conserva en el Museo de la Policía en Ávila como pequeño tesoro gracias a su delicadeza.

Ursi continúa la tradición de los pueblos de la zona e ingresa en la mina el 6 de junio de 1953 con categoría de rampero de segunda. Con veinte años ya es minero de interior. Desde el principio conocerá lo peor de las minas de este país, explotaciones de carbón de hulla con mucho contenido en grisú y que desde 1934, por su propensión a los desprendimientos instantáneos de gas, eran consideradas de cuarta categoría, el nivel más alto de peligrosidad.

Seis años permanece en las ramplas de Barruelo. Cuatro en las de mina Petrita y dos en las del mítico Pozo Calero. Acostumbrado al trabajo con la madera sus ascensos de categoría se suceden rápidamente. Al año justo ya es rampero de primera. El 1 de abril de 1955 picador de segunda y dos años después llega a picador de primera y comienza a trabajar en el Pozo Calero. En cuatro años había conseguido dominar uno de los oficios más difíciles y en un puesto de trabajo de los que requieren más pericia y experiencia.

Ursi no pasó por la mina, fue un verdadero minero de interior acostumbrado a grandes esfuerzos físicos, a trabajar en condiciones muy hostiles de humedad, falta de luz y atmosferas llenas de polvo en el que en cualquier momento se podía producir un accidente. Desde que entró a trabajar en Petrita y hasta que dejó la cuenca seis años después, tuvo que enterrar a 19 compañeros.

Durante estos años se casa con Ángeles Fernández Vega. Ambos se trasladan a vivir a Barruelo donde nacerá su hija Estilita. Es en este pueblo donde talla su primera obra importante, un Cristo Crucificado que le avala para obtener una beca en la escuela de artes de Palencia.

Para compaginar su formación artística con el trabajo solicita ser mutado de la mina a la fábrica de briquetas (aglomerados de carbón) que la empresa barruelana posee en Venta de Baños. Dos cursos permanece en la escuela dirigida por Mariano Timón donde recibe lecciones de modelado y dibujo. Al ser rechazado para su ingreso en la academia de San Fernando en Madrid decide dar un cambio radical a su vida y en 1960 emigra a Sao Paulo en Brasil.

Once años vivirá junto a su familia en el país sudamericano trabajando primero en un taller de imaginería, más tarde en una fábrica de máquinas para la industria del plástico y en los últimos ocho años creando su propia empresa en el sector.

Cuando decide regresar a España en 1971 se instala en Barruelo. Pero en esos años se están cerrando los últimos pozos mineros de la zona y el valle entra en una profunda crisis por lo que la familia decide que es más conveniente establecerse en Aguilar de Campoo que se ha convertido en el núcleo de población más próspero de la zona.

En Aguilar, donde se traslada en 1973, regentará un pequeño establecimiento de perfumería y droguería situado en la plaza mayor que le permitirá la tranquilidad necesaria para retomar la obra artística, que abarca maquetas de edificios, grandes obras en madera de olmo, esculturas de tema minero, deportivo, etc. Gran parte de su obra artística se desarrolla en sus años en Aguilar donde en 1985 instalará un taller en la calle de Bernardo del Carpio que le facilita acometer obras de mayor tamaño. En 1988 ya puede permitirse dedicarse por entero a la escultura y en 2001 inaugura un museo con gran parte de su obra en una casa que él mismo se encargó de rehabilitar junto a la puerta medieval de la Tobalina en pleno casco histórico de Aguilar.

Ursicinio muere a los 74 años un 7 de enero de 2007. Su obra esparcida por muchas plazas de la capital palentina, en el centro de interpretación de la Minería de Barruelo o en su museo que cada año reabre sus puertas al público contribuyen a que la figura de Ursi siga siendo un referente en el panorama cultural de la zona

Ursi se inspiraba en lo que le era próximo, los espacios que le acompañaron a lo largo de su vida. Y si algo conocía en profundidad eran los trabajos de la mina. De las primeras series importantes en su obra hay que destacar las mineras, con el picador, el entibador, el rampero, el vagonero o el barrenista, esculpidos en unas posturas que el artista reproduce con precisión. Sus poses forzadas obligadas por los angostos espacios de la mina le sirven para mostrar un estilo propio basado en la tensión de las formas y la representación de esfuerzos casi titánicos. Como Ursi bien expresa en una entrevista cuando le preguntaron sobre lo que quería destacar en su obra sobre los mineros: «la mina como un esfuerzo tan exagerado y tan ingrato. Para conocerla, hay que trabajar allí. Es todo sobrehumano.»

Sus primeras obras de tema minero son las dos grandes tallas esculpidas en troncos de olmo con el título de Rampero y Picador con martillo neumático, que junto con un alto relieve que muestra un rampero en la explotación, se conservan en el Centro de Interpretación de la Minería de Barruelo de Santullán. A principios de la década de los ochenta trabajará en una serie de esculturas en pequeño formato, algunas en bronce y otras en madera de roble, que reflejan los principales trabajos del interior de la mina. En ellas vemos figuras exentas pero también empieza a incorporar los espacios de la mina en los que se desenvuelven los trabajos. Barrenando en pozo (1982), Dando la tira » (1982) o Picador en testero (1982) son algunas de las obras en madera de esta época. En bronce destacan: Picador con martillo de barrenar (1980), Entibador (1980) o Rampero (1980).

Ursi es consciente de que para entender la mina de interior es preciso una quimera: mostrarla toda en su conjunto. En su afán didáctico realiza varios relieves sobre la mina donde agranda el escenario, mostrando ramplas completas. Ese interés porque todos comprendamos el funcionamiento de las explotaciones lo encontramos también en dos maquetas de gran tamaño. Con ellas consigue abrir a la mirada exterior la montaña con varios niveles y ramplas. Al final es capaz de mostrar ese laberinto de galerías y pozos que vertebran toda la explotación

Es en estas escenas mineras de relieves y maquetas donde Ursi demuestra mejor su conocimiento profundo y fiel de las minas barruelanas. Los cuadros de sus galerías perfectamente entallados, el posteo de los tajos que aprendió en sus seis años de mina con las tijeras cabeceadas como le enseñaron: la primera, la segunda y el freno, posteando a techo y muro, a «chulana» como decían ellos. El sistema de testeros con tajos escalonados, las capas muy inclinadas y de poca potencia. Sus relieves y sus maquetas son verdaderas lecciones históricas del trabajo en las minas de Barruelo que el buen conocedor sabrá apreciar.

Sus últimas obras de inspiración minera retoman el tema de los accidentes mineros. Ya en los años ochenta talló una pequeña escultura en madera con el título «accidente en la mina». Vuelve de nuevo con los años a interesarse en la temática de los accidentes. Esta vez con tres obras en bronce donde representa el cuerpo en el suelo de compañeros muertos tras los accidentes.

Cerrando el ciclo de Ursi minero quiso el destino que una de sus grandes obras en su etapa final fuese el monumento a la familia minera en Barruelo. Inaugurado el 27 de agosto de 2006 se sitúa en la antigua escombrera del pozo Bárbara reconvertida en parque público. El cuatro de diciembre, fecha de la patrona, se procesiona ante el monumento con la imagen de Santa Bárbara recordando toda la historia minera de la zona.

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