Creyentes
Todos tenemos el poder de crear la vida que queremos, creándola en nuestra mente para que se manifieste en nuestra realidad. Todos tenemos ese poder, pero pocas personas lo aprovechan. Sí lo hizo Dick Hoyt, ¿conoce su historia? Su hijo Ricky había nacido con una anoxia cerebral y los médicos le habían dicho que sería un vegetal toda su vida. Dick no quiso creer el pronóstico y comenzó a invertir unas cinco horas diarias en educar a su hijo. Todos le decían que estaba loco. Pero pronto el muchacho comenzó a responder.
Los médicos estaban perplejos, no conocían un caso igual. Con los años incluso pudo terminar una carrera universitaria. ¿Qué había pasado? Que Dick pudo porque creyó que podía, no porque supiera que iba a poder. Y así consiguió transmitirle esa confianza a su hijo. Y es que nuestros pensamientos son capaces de crear infinitas posibilidades, pero también de quitárnoslas.
Si cree que no tiene suerte, si cree que no va a ser capaz de aprender algo nuevo, si cree que un examen le va a salir mal, si cree que va a acabar discutiendo con su pareja… Cada día, cada momento, en cada situación, lo que cree lo crea. Por ejemplo, si habla con alguien y cree que a esa persona no le interesa lo que le cuenta, acabará adoptando un tono de voz y una inseguridad que harán que, efectivamente, a esa persona no le interese. Es lo que se llama la profecía autocumplida.
¿Se da cuenta de cómo lo que cree condiciona lo que crea? Cada vez que piensa que algo es así o que usted es de una determinada forma, proyecta eso en su realidad y en sus resultados.
Por eso es primordial que tome conciencia de sus creencias limitantes. Por ejemplo, «no puedo confiar en las personas», «la vida es sufrimiento», «si no soy perfecto no merezco cosas buenas» o «no valgo lo suficiente». Sean cuales sean las suyas, lo que crea se convertirá en su verdad, porque se comportará en base a ello. Por eso, cuando no obtenga los resultados que desea, hágase esta pregunta: ¿qué estoy creyendo yo para crear lo que me está pasando?