Bendito egoísmo

Cuántas veces le han dicho que ser egoísta es malo? Muchas, seguro. Pero, ¿qué tiene de malo pensar en uno mismo si con ello no hace daño a los demás? ¿Qué tiene de malo priorizarse? ¿No es esa una manera de cuidarse y de quererse? Es curioso que les pidamos a los demás que nos cuiden y nos valoren, en vez de responsabilizarnos de ello y hacerlo nosotros mismos. ¿No es más egoísta lo primero?

En mi opinión deberíamos aprender a ser más egoístas. Porque cuando uno se da prioridad a sí mismo siente que es importante. Ni más ni menos que nadie, simplemente que es importante. Porque cada vez que le decimos que sí a alguien o a algo que no queremos, es como decirnos que no a nosotros mismos. Porque ser una buena persona no implica satisfacer siempre a los demás ni cumplir con todas sus expectativas, como nos han contado siempre. Porque si uno no sabe darse amor a sí mismo no podrá dárselo a otros. Porque cuando uno se pone en primer lugar y se cuida después tiene más energía para cuidar de los demás. Porque ese egoísmo altruista es lo que hará que cuando dé algo a otros lo haga simplemente porque le hace sentir bien, y no porque necesite recibir nada a cambio. Y porque el tiempo pasa y todo lo que no se esté cuidando ahora a sí mismo puede darlo por perdido.

¿Le parecen suficientes razones? Si le he convencido, aunque sólo sea un poquito, aquí tiene tres ideas sencillas para empezar a darse prioridad de una forma sana y sin hacer daño a nadie:

-Reserve un mini momento para usted cada día. Aunque sólo sea un minuto, lo importante es que lo viva con la conciencia de que en ese tiempo lo más importante del mundo es usted.

-Diga que no a alguien o a algo una vez por semana. A un compromiso que no le apetece, a ese marrón de su jefe que hará que llegue tarde a esa clase de pintura que tanto le gusta…

-Hágase un regalo especial una vez al mes. Dese un capricho, organice una cena con amigos, prepare un viaje que le haga mucha ilusión. Lo que sea, con tal de que sepa que lo hace sólo por usted.