Aceptación

Si hace poco le conté que el primer pilar de su autoestima era vivir conscientemente, hoy quiero hablarle del segundo: la aceptación. ¿Qué cree que es? Le voy a decir lo que no es: aceptarse no es rechazarse, ni oponerse, ni resistirse a ningún aspecto de usted mismo. Cuando alguien no se acepta significa que está viviendo en una relación de confrontación consigo mismo.

Si la autoestima es algo que se siente, la aceptación es algo que se hace. Es previa a todo lo demás, y consiste en aceptarse como ser humano, por el simple hecho de estar vivo, de respirar y de ser consciente. Ese es el primer nivel de la aceptación.

Un paso más allá, en el segundo nivel, la aceptación consiste en aceptar lo que piensa, lo que siente, lo que desea, lo que hace y lo que es. Por ejemplo, aceptar que es más bajito de lo que le gustaría, o que está triste, o que tiene miedo.

Y por fin, en el tercer nivel, estaría la compasión hacia uno mismo. Por ejemplo, si ha hecho algo de lo que se ha arrepentido, ser compasivo sería entender por qué lo hizo, cuáles eran sus circunstancias, qué sentía y qué necesitaba en ese momento.

Cualquier proceso para mejorar su autoestima ha de empezar por ahí, por aceptarse, tratarse con respeto y decidir que se va a poner de su parte siempre, pase lo que pase. Entonces, ¿por qué nos resistimos tanto a aceptarnos? En parte, por la creencia errónea de que aceptar algo significa que eso le gusta o que quiere que siga siendo así. Y no, aceptar es reconocer que en este momento esto es así, que esta es la realidad. Pero eso no implica que vaya a quedarse así. Puede aceptar algo y querer cambiarlo. Lo que no es posible es cambiar algo que no acepta, porque negar algo de sí mismo le paraliza y le impide actuar. Por ejemplo, si se niega a aceptar que no le satisface su vida tal y como es hoy, ¿cómo va a hacer algo para cambiarlo?

Que le quede claro: no puede resolver ningún problema si antes no acepta que existe. Así que la aceptación es la condición indispensable de cualquier cambio.