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Publicado por
León

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Los recuerdos de aquella infancia en aquel recóndito paraíso permanecerán en mí para siempre. Mis amigos de niñez en Kamarata se reducen a eso, a niños indígenas. Mi convivencia con ellos desde que nací me enseñó todas sus costumbres que yo adopté como mías. Mi lenguaje era el suyo el cual aprendí antes que el español (el castellano lo aprendí a base de reprimendas de mis padres y religiosos). Nuestra sencilla vida y nuestros juegos se basaban en subir a los árboles, hacer excursiones por el Ataperé, a cazar ‘pitatas’ (saltamontes) o ‘seripará’s (hormigas) y esperar el gran acontecimiento del año que eran las lluvias y así poder pescar con nuestras flechas. La llegada de las lluvias era esperada con ansias por todos, es la época de la crecida de los ríos y por tanto de la pesca que se almacenaba para todo el año. T. El resultado de la pesca de esos días se secaba al sol y se curaba al humo y seria el alimento para todo el año. Mi último día de estancia en Kamarata y mi partida fue muy triste, a medida que íbamos subiendo a la avioneta nos iban dando presentes hechos por ellos mismos y algunos de gran valor sentimental para que los tuviéramos de recuerdo. Algún día me gustaría volver a Kamarata y poder encontrar todo igual que cuando salí de aquel maravilloso paraíso natural y humano que allí dejé. Sería esplendido descubrir que nada ha cambiado. Aún tengo en mente una frase en pemón que jamás olvidaré ‘A-pata sek poma ete dau, amimu tau esueroma epaino; uyak au yenin, u mami tau mesueromai; puninpe medai yau u maimu metai’: «Si yo fuera a tu tierra, hablaría tu lengua, ya que viniste a la mía, háblame en la mía; si tan inteligente eres, entiende de lo que te hablo».