Imprevistos

Cuántos imprevistos le ocurren cada día? Que si sale tarde del trabajo, que si no llega al dentista, que si tiene el día libre y no para de llover… Cada día pasan mil cosas que nos sacan de lo que habíamos previsto. Y nos enfadamos porque queremos que todo salga tal y como hemos imaginado. Y, si no es así, ¡desastre monumental!

Cuando los cambios de planes nos generan mucho malestar lo que suele haber detrás es una necesidad de controlar las cosas y de que sean como uno esperaba. De que si no son así, no pueden ser de otra forma. Tenemos muy poca tolerancia a la frustración, a que las cosas no salgan como esperamos y a no conseguir lo que queremos. Y en el fondo lo que esto esconde es mucha inseguridad. Es como que necesitamos la falsa seguridad de que las cosas salgan como las habíamos planeado. Y, si eso no pasa, si algo a nuestro alrededor se tambalea, nuestra falsa seguridad también se resquebraja. ¿Le suena? ¿Le gustaría sentirse bien a pesar de los imprevistos? Aquí tiene seis claves para lograrlo:

—Salga de su zona de confort: que las cosas no salgan como esperamos nos saca de nuestra zona de confort. Así que cuanto más habituados estemos a salir de ella, menos malestar sentiremos cuando la vida nos saque a la fuerza.

—Reserve tiempo para los imprevistos. Porque resulta que los imprevistos también se pueden tener previstos si deja espacios libres en su agenda.

—Relativice. ¿De verdad esto que ha pasado es tan terrible? ¿Merece la pena que me disguste y me lleve un mal rato?

—Busque el lado positivo a ese cambio de planes. Si llueve y no puede salir, piense en algo divertido que puede hacer en casa.

—Adáptese a las nuevas circunstancias. Esa es la diferencia entre reaccionar a lo que le pasa, que le resta energía, y responder a lo que le pasa, que le suma.

—Déjese sorprender por la vida. Puede hacer planes, pero no piense que su bienestar depende de que salgan adelante. Deje de recibir los imprevistos como un problema, confíe en la vida y disfrute de las sorpresas que ésta le traiga.