La Meseta o viaje a ninguna parte

Las autovías está bien señalizadas. Antes de llegar a Pola de Lena, desde Oviedo o desde la Minera, varios carteles indican la dirección a León con letras claras. Pero el imaginario colectivo asturiano, alimentado por los medios de comunicación locales, habla de la Meseta para referirse al territorio que está al otro lado del Negrón o del puerto de Pajares. Un periódico de Gijón anunciaba hace unos días billetes de Renfe a 20 euros entre la Meseta y la playa. A la compañía se le debieron poner colas desde Albacete para ir a mojarse al mar, pues es la Meseta un territorio tan amplio a la vez que impreciso.

Graciano Gallimar, promotor del museo del mismo nombre en Faba, hablaba el otro día de la autopista que comunica Asturias con la Meseta. Es pisar suelo asturiano y empaparse una de Meseta tanto o más que de humedad o agua salada, si surge la oportunidad de darse un chapuzón en el azul cantábrico. Como lo que no se nombra no existe, León acaba por diluirse en la ambigüedad de la Meseta. Lo mismo, y aún peor, le pasa a Palencia, provincia también de paso para llegar al Cantábrico. Hace unos días me hicieron llegar un cartel de la autovía Cantabria-La Meseta. Imagino a personas de fuera, buscando la Meseta en el GPS.

En Cataluña sé de buena tinta que personas con titulación académica no distinguen entre Castilla y León y Castilla La Mancha. Con el agravante de que tienden a llamar Castilla todo el territorio que va más allá de sus límites. Se toman al pie de la letra lo de «ancha es Castilla». Suelo corregir a mis amigas catalanas, e incluso catalanistas, y he decir, en su favor, que ya han empezado a entender la diferencia entre Castilla y León.

La señalética autonómica son como la historia. Cada uno la cuenta a su manera. Esta semana la UPL denunció que la web de la Junta había borrado a León del mapa institucional y puso que Mañueco había sido investido por las Cortes de Castilla. Mensaje que inmediatamente se rectificó pero que ilustra el desdén hacia el viejo reino del aparato autonómico. La Y se les atraganta como si fuera un hueso de ciruela.Les ahoga, les aprieta, les molesta. La sola presencia de la UPL en las Cortes de Castilla y León durante más de tres décadas es como un grano en el trasero para quienes contemplan a León como una provincia quejica en lugar de mostrar empatía con la desertización a que la Junta ha provocado en la periferia de Valladolid.

León resistió lo que duró la minería del carbón. Ahora es la provincia más envejecida de la Comunidad y la quinta con una edad media más alta en España. Y, en esto, como en los orígenes de la monarquía española, cada vez va teniendo más cosas en común Asturias con León.Que León y Asturias se miren más y mejor a los ojos, por los ojos del Negrón o por las alturas de Pajares, es una necesidad que está por encima de las fronteras artificiales de las autonomías. Una lástima que el pacto PSOE-UPL han pactado a cambio de dar a los socialistas la Diputación provincial, después de 24 años de gobiernos del PP, no figure la asignatura pendiente de mejorar las comunicaciones y las relaciones con el vecino Principado. El potencial logístico de León se multiplica con el eje con Asturias y el Musel.

Que el viaje en tren de León a Gijón, en un Alvia, dure tres horas de reloj puede ser romántico, incluso escenario idóneo para un argumento de novela negra, pero es un atraso para Asturias y también un tapón para el potencial ferroviario y marítimo de León. Claro que habría que saber también si va a haber gobierno o qué. Si Ábalos será ministro o no. De momento, andamos sin rumbo. Como los conductores que buscan la Meseta como destino. Pedro Sánchez, como los que criticaban la cuotas de género, critica que Podemos pida unos sillones. Claro, el PSOE quiere la cuota del 100%. Como aquellos que criticaban la pequeña cuota obligada de mujeres.