México a la luz de los bosques
Tlaxcala, el estado más pequeño y menos explorado del país, brilla en esta época con una luz especial, la de un fenómeno natural que convierte a sus bosques en resplandecientes escenarios en la danza del apareamiento de los gusanos de luz.
A poco más de 100 kilómetros de la Ciudad de México, los santuarios de luciérnagas de Tlaxcala permiten descubrir el Pueblo Mágico de Tlaxco, en donde una cómoda caminata acerca a pinturas rupestres realizadas hace más de 12.000 años.
Los bosques del estado han dado lugar también a importantes talleres de carpintería y ebanistería, abiertos al público y el carácter agrícola de Tlaxcala guarda aún una multitud de imponentes haciendas, algunas reconvertidas en hoteles y restaurantes como la de Buenaventura.
Algunas de ellas se conocen del cine como la de San Blas, donde se filmó la «Máscara del zorro» en 1998, protagonizada por Antonio Banderas y Catherine Zeta Jones. O la película de 1956, la época de oro del cine mexicano, «La Escondida», con María Félix y Pedro Armendáriz, basada en la Revolución y filmada en la Hacienda de San Francisco Soltepec.
«Cristiada», la película más cara del cine mexicano, fue filmada en su mayor parte en el estado de Tlaxcala. Estrenada en 2012, cuenta con escenas rodadas en la que fuera la Hacienda de San Pedro Tenexac.
SANTUARIOS DE LUCIÉRNAGAS
Nanacamilpa es el municipio donde brillan las luciérnagas. Hay 30 santuarios certificados aunque uno de los más completos es el de la Laguna Azul.
Se espera la llegada del anochecer para adentrarse en el bosque y presenciar este fenómeno tan maravilloso.
«Las hadas del bosque aparecen con la oscuridad y en el silencio. Es una experiencia mística que nos ayuda a desprendernos de la ciudad», afirma Julio García Castillo de Rehiletes, pionero de esta experiencia y muchas otras basadas en la ecología, la naturaleza y el ser gastronómico y artesanal de México.
Las luciérnagas aparecen con las primeras lluvias y se aparean en la plenitud húmeda de julio y parte de agosto. Solo se puede ver este fenómeno unos pocos días al año. Los machos encienden su cola para atraer a las hembras que ponen de 100 a 200 huevos y luego mueren cuando llega la canícula veraniega.
Marco Daniel Guzmán, versado en esta experiencia, afirma: «El bosque es un terreno sagrado. No hay que dejar nada ni llevarse nada, solo la experiencia mágica de las luciérnagas que nos la proporcionan las comunidades locales de ejidatarios, quienes cuidan el bosque con mimo, preparan los caminos y nos sirven de guías».
En el recorrido a la Laguna Azul resulta obligada la visita a la iglesia de la Barca de la Fe, en San Andrés Buenavista, municipio de Tlaxco, construida como un enorme edificio en forma de barco que es además templo.
Ésta es la obra de toda una vida de Arnulfo Mejías Rojas, fallecido en 2016, un sacerdote católico que incorporó un sinfín de simbología prehispánica en todo el templo, desde el altar a los techos y paredes, hasta en su casulla en su afán de sincretismo. Por ejemplo, el campanario es un faro que se comunica con el templo-barco a través de un puente adornado con serpientes emplumadas.
LOS TAPETES DE HUAMANTLA
El estado de Tlaxcala tiene un segundo Pueblo Mágico, Huamantla, famoso por su Huamantlada que recuerda a los encierros de Pamplona, pero sobre todo muy conocido por su fiesta llamada «La noche que nadie duerme», en honor a la Virgen de la Caridad, cada 15 de agosto.
Las calles del pueblo se visten con kilómetros de tapetes de serrín durante estas fechas, una explosión de colores única en México, un arte efímero de expertos artesanos que abren sus puertas al visitante para explicar el proceso y los secretos de la confección de las famosas y coloridas alfombras.
En Huamantla existe también una tradición por excelencia: los títeres. El pueblo es capital internacional del títere, tiene el Museo Nacional de Títere y celebra el Festival Internacional de Títere, uno de los más importantes del mundo.
Tlaxcala, además de ser el estado más pequeño y desconocido de México, es también excepcional por otra circunstancia: sus pobladores originales se aliaron con los españoles para derrotar a los mexicas, tras años de dominio por parte de estos, por lo que esta alianza les permitió conservar sus tradiciones casi intactas a lo largo de 300 años de periodo colonial.
LA LEYENDA DE TLAHUICOLE
Tlaxcala y Tenochtitlán surgieron en el mundo indígena con dos concepciones políticas diferentes, las cuales chocaron. Tlaxcala desarrolló un sistema de ciudades-estados que conformaron una república, mientras que México-Tenochtitlán se convirtió en imperio que siempre quiso dominar a los tlaxcaltecas.
En las incontables guerras entre ambos pueblos fue hecho prisionero el legendario Tlahuicole, quien se convirtió en símbolo de la dignidad y de la lucha por la autonomía de los tlaxcaltecas. Hoy su estatua adorna muchos de los pueblos y lugares del estado.
En 1824 fue reconocido como territorio federal de México en la Constitución del mismo año, aunque dependiente del gobierno del vecino y mucho mayor estado de Puebla. En 1857 se convirtió en el vigésimo segundo estado de la república.
La mayor parte de su economía se basa en la agricultura, la industria ligera y el turismo. Buena parte de la cebada que se emplea en México para elaboración de la cerveza viene de este estado, anteriormente pulquero. Con la caída del consumo del pulque, bebida alcohólica obtenida de fermentar aguamiel, y el aumento del de la cerveza las haciendas reorientaron su economía.
En cuanto a la gastronomía, aunque como en el resto de México es una mezcla de sabores prehispánicos y españoles, Tlaxcala tiene idiosincrasias derivadas de su historia.
Por tantos años en guerra con el imperio mexica, Tlaxcala sufrió un bloqueo comercial de 60 años por parte de estos que impedía su comercio y la llegada de ingredientes tan importantes para la supervivencia como la sal marina y el cacao. Para su sustitución, miraron a los propios recursos naturales y descubrieron el tequesquite, una sal mineral natural.
Además, no hay que dejar Tlaxcala sin llevarse una buena ración de los típicos panes rellenos de queso o visitar los talleres para descubrir las técnicas de su elaboración.