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Contra el cambio climático

Un bosque contra el cáncer

Entre los primeros árboles en resurgir después de la última era glacial se encuentran los abedules, por su gran robustez y resistencia al clima. Es una especie pionera, que pudo colonizar aquellos paisajes asolados por el hielo, y no sólo eso, también el repoblar las tierras calcinadas después de los incendios

León

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El sello CEU Ediciones, de la Universidad San Pablo, ha publicado el libro Los abedulares de Laciana con la colaboración del Club Xeitu. Los autores del trabajo son dos profesores de Botánica de la propia institución académica, José Alfredo Vicente Orellana y Antonio Galán de Mera, quienes cuentan con una dilatada trayectoria de investigación y docencia y son autores de numerosas publicaciones sobre esta materia.

A ellas se une ahora este nuevo libro, en el que recogen y divulgan los estudios que durante más de una década han desarrollado sobre los abedulares del valle de Laciana, enclave de la montaña occidental leonesa reconocido como Reserva de la Biosfera. Los abedulares son bosques singulares, poco frecuentes en la Península Ibérica. Es en Laciana donde se encuentra la mayor extensión de estos bosques primarios en la Cordillera Cantábrica, dominados por el abedul blanco, con una gran importancia biológica en la conservación de especies protegidas como el oso pardo y el urogallo cantábrico, ambas en peligro de extinción, y presentan una alta biodiversidad.

En este libro, los profesores Vicente Orellana y Galán de Mera pretenden dar a conocer la tipología de estos bosques, su historia, los recursos que ha obtenido el hombre desde tiempo inmemorial, y su estado de conservación, proponiendo un mayor grado de protección para los mismos. Pero también invitar al lector a conocer la riqueza que alberga esta comarca leonesa, sus gentes, con las cicatrices que muestra la minería del carbón, siendo estos bosques la puerta de entrada a una comarca llena de recursos interesantes, dignos de ser conocidos en profundidad, con la seguridad de disfrutar en el camino, entre la niebla, bajo viejos abedules, robles, capudres, o pláganos llenos de líquenes, de una experiencia enriquecedora.

Destacan los investigadores que  los abedulares son uno de los bosques más singulares de la Península Ibérica. Con su plasticidad permite el mantenimiento de las cuencas hídricas de alta montaña y la fijación del terreno en zonas de máxima pendiente y tras los incendios. Con su carácter colonizador se está utilizando en manchas de brezal para abrirlas y que se logre la instalación de manera natural de algún tipo de bosque.

Como bosques maduros primarios, pues es frecuente verlo como bosque secundario de hayedos y robledales, o como bosquetes primicolonizadores en gran parte de España (con sus dos especies), pero son pocos los núcleos de bosque maduro que encontramos en la Península. Tal vez los más extensos y mejor conservados sean los de Laciana. Por sus condiciones de humedad y altura, llegan a formar auténticas bandas verdes de vegetación que dificultan notablemente el avance de los incendios. Así cumple también este fin en las zonas de brezales anteriormente comentadas.

En la comarca de Laciana reside gran parte de los abedulares cantábricos occidentales, que han sido objeto de nuestro estudio. Los especialistas han levantado la cartografía de los abedulares primarios, obteniendo una extensión discontinua de unas 800 hectáreas. Han estudiado su estructura, teniendo como resultado la caracterización de al menos siete tipologías diferentes. Asimismo, el proyecto ha catalogado  más de 200 especies, (algunas de ellas nuevas para la ciencia) y su fauna, constatando la presencia de cantaderos de urogallo ocupados en casi todos ellos, así como el uso temporal por parte de osos y lobos.

Además, una de las cualidades de los abedulares es su capacidad para acoger plantas medicinales. Así, al menos 71 especies tienen actividad terapéutica. Los profesores han recogido un total de 45 efectos terapéuticos , con una media de cuatro por planta. Los usos más citados son el antiséptico, astringente, diurético, antinflamatorio, antioxidante, expectorante, cicatrizante, laxante, antitumoral, analgésico, antiespasmódico, antipirético y sedante.

La mayor parte de estos efectos han sido estudiados y se conocen desde tiempo inmemorial mientras que hoy en día se hace hincapié en buscar principios activos tales como anticancerígenos, antivirales, anticolesterol y antiobesidad. Además, los abedulares, por sus condiciones de humedad y altura, llegan a formar auténticas bandas  verdes de vegetación que dificultan notablemente el avance de los incendios. «Todas estas características  y situaciones son las que definen las diferentes tipologías y hace que su flora sea muy rica y diversa. Y tal vez por ello es por lo que algunas de nuestras especies emblemáticas y más amenazadas, como lobos, osos y urogallos sean habituales en estos bosques».