SUMERGIDAS Y CERRADAS
El otro tren que León perdió
Se comprometieron recursos alternativos para paliar el final de las cuencas mineras. Sin embargo, en la aurora de la nueva economía, las zonas carboníferas de la provincia han quedado descolgadas del resto del país. Lejos de los polos económicos y desprovistas de recursos, incluso las promesas de infraestructuras turísticas fueron un espejismo...
Como si se hubiera tratado de un mal sueño, hubo mucha prisa por cerrar las minas leonesas. De la noche a la mañana, como una mudanza hecha a oscuras, los tajos se cerraron y el agua sumergió las tripas de las montañas que durante siglos promovieron la industrialización española.
Fuente de riqueza turística en otras regiones, el carbón se borró de la faz de la tierra de León y los escasos planes que se anunciaron entonces demostraron ser nada más que papel mojado, una promesa amañada por las instituciones para atajar el malestar social ante el sepelio de una forma de vida que Europa anunció y los sucesivos gobiernos españoles cumplieron con la indiferencia de una apisonadora.
Ahora, con el cambio de paso, el objetivo parece estar en invertir los fondos europeos en una nueva explotación del territorio, que se anuncia verde y eficiente pero que dejará la provincia, de nuevo, como pasto para el desarrollo de otros.
Los fondos Miner anunciaron miles de millones de euros en el desarrollo de una economía alternativa. Lo más visible, los proyectos turísticos que, alrededor de la cultura y el patrimonio minero, podrían haber dado una segunda vida a las cuencas pero que nunca se materializaron.
Destaca Juan Manuel Castro que el cierre de las explotaciones mineras en el valle de Sabero creó un trauma social que la administración quiso suavizar con una «engañosa reindustrialización y promesas incumplidas en su mayor parte». «Treinta años después muchos son los que piensan si con las miles de toneladas de carbón que quedaron debajo tierra, la grave crisis económica mundial y la falta de recursos energéticos no podría volver a abrir la mina. Técnicamente, según los expertos, es imposible reabrir los pozos mineros de la Cuenca de Sabero.
Las instalaciones están semidestruidas, ocupadas por las pocas empresas que se asentaron y, además, las galerías mineras están inundadas de agua, lo que imposibilita su reapertura».
Las instalaciones están semidestruidas, ocupadas por las pocas empresas que se asentaron y, además, las galerías mineras están inundadas de agua, lo que imposibilita su reapertura
Y es que una de las conclusiones a las que se llega al analizar las diferencias entre la minería leonesa y la asturiana es la incapacidad de León para generar un nuevo negocio turístico a través de las reservas que, como diamantes en bruto, dejó la industria de la minería.
Puede que el hecho de que la explotación fuera privada haya jugado en contra de los intereses de la provincia. El Principado, con la todopoderosa Hunosa, hizo bien los deberes y este mismo año presentaba la marca Asturias, Naturaleza Minera , con la que se promociona como destino de turismo industrial y simbiosis entre lo industrial y lo rural, con equipamientos que se ubican en entornos de gran valor paisajístico, o la variedad de recursos vinculados con la industria —más de treinta—, gran parte de los cuales tienen en común su relación con la minería. El pozo Sotón es uno de los ejemplos de lo que podría haberse logrado en León.
Enclavada en la cuenca de Langreo, se trata de un proyecto turístico único en el mundo que permite al turista recorrer sus galerías y sentirse minero por un día. En todo el complejo trabajan alrededor de 80 personas y el año pasado tuvo su récord de visitas, con más de tres mil personas .
Otro ejemplo es la mina Arnao. Situada en un privilegiado paisaje costero, constituye la explotación de carbón mineral más antigua de la Península Ibérica, el pozo vertical más antiguo de Asturias y la única mina submarina de Europa.
Cerrada en 1915, su castillete de madera y sus galerías subterráneas, con cerca de doscientos años, permiten revivir el ambiente de una mina primitiva. Estos son sólo dos ejemplos de la preocupación del Principado por el desarrollo de las cuencas asturianas. El año pasado, sin ir más lejos, el Gobierno anunciaba un millón de euros para la recuperación del patrimonio minero del valle de Turón.
León, por su parte, muestra los resultados de una minería basada en el minifundismo, en la que los intereses de los empresarios privados imposibilitaron que fraguara el mismo espíritu que sí presidió el final de la industria asturiana.
Esta ha sido la razón por la cual treinta años después del comienzo del fin, tan sólo en Sabero se haya concretado un proyecto que, pagado por fondos Miner, se articula en torno a la Ferrería de San Blas.
El museo de la minería y la siderurgia de Sabero fue inaugurado en julio de 2008 por el presidente Herrera. El equipamiento suponía la primera fase de un proyecto más ambicioso en el que estaba prevista una inversión global de nueve millones de euros.
La Junta presupuestó nueve millones de los fondos Miner para completar el proyecto de Sabero. El proyecto se aprobó y se adjudicó pero nunca se realizó y aún no se ha revelado qué fue del dinero
Así, el plan contemplaba un lucernario de cristal y la instalación de una mina-imagen en la que se reproducirían con todo lujo de detalles las condiciones reales de los tajos leoneses en la mina La Sucesiva.
El dinero se presupuestó y el proyecto se adjudicó, pero nunca se realizó. Hasta el momento la Junta no ha revelado dónde se invirtió ese dinero proveniente de los planes de Carbón. Además, el proyecto museográfico incluía la puesta en marcha de un ferrocarril turístico por el valle de Sabero, la rehabilitación de varias locomotoras de vapor utilizadas por las empresas mineras de la zona o la recuperación de dos emblemáticos castilletes. Por último, la oferta museística sobre la minería en León se completaría con el parque temático sobre el sector que abriría en Fabero un año después. Todo ello duerme 25 años después el sueño de los justos.
Como recuerda Juan Manuel Castro, técnicamente es imposible reabrir los pozos mineros de la cuenca de Sabero. «Las instalaciones están semidestruidas, ocupadas por las pocas empresas que se asentaron y, además, las galerías mineras están inundadas de agua, lo que imposibilita su reapertura, máxime si tenemos en cuenta que las administraciones públicas tampoco tienen ningún interés.
El trece de diciembre de 1991 los mineros bajaron por última vez al pozo de la mina y sintieron el olor del carbón, con profundidad, convencidos de que dejaban de toser el polvo de las galerías mineras apostando por una recolocación en la zona que, para la gran mayoría, no llegaría». Añade que la emigración hacía otras cuencas o provincias fue una constante, extremo que propició una fortísima despoblación y el envejecimiento de los vecinos, con pérdidas en el sector servicios «que están llegando a ser alarmantes».
El 31 de diciembre de 1993 se cerraron las instalaciones del lavadero de Vegamediana, lo que supuso el cierre definitivo de las minas de carbón en la comarca. Atrás quedaron los pozos mineros de las minas La Juanita, Sucesiva, La Herrera I y La Herrera II, último bastión de la minería del Valle.
En la cuenca minera hubo dos pozos emblemáticos: el Herrera II, en Sotillos de Sabero y el Herrera I, en Sahelices. En el primero de ellos, la plantilla llegó a ser de 1.818 trabajadores —1.787 hombres y 31 mujeres—. Tras el cierre se perdieron casi 800 puestos de trabajo . Al principio con bajas incentivadas de menos a más cuantía, hasta el cierre en 1993, con 500 puestos de trabajo perdidos y una indemnización que rondó entre los 5 y 7,5 millones de las antiguas pesetas. Allí perdieron la vida 55 mineros , el último un vecino de Sotillos llamado Manuel Casado Argüeso en el año 1986. E n el segundo pozo fallecieron en accidente 102 mineros. El último fue José Rodríguez. Fue un día 1 de febrero de 1967 por asfixia de carbón tras un enterramiento...
Las cosas no han sido diferentes en la cuenca de Laciana. En la zona minera por excelencia, ninguna administración ha sido capaz de generar ninguna iniciativa turística minera.
Han pasado ocho años desde que el alcalde, Mario Rivas, anunciara —como un proyecto innovador— la creación de una mina en vivo. Sin embargo, el plan nunca se ha materializado y esta misma semana el Ministerio de Transición Ecológica (Miteco) lo dejaba fuera de los fondos europeos de Transformación, Recuperación y Resilencia.
La razón, la insuficiencia de presupuesto disponible en el bloque. Subraya Vanesa Araujo que con la Mina en Vivo se buscaba la transformación de una instalación minera perteneciente a la Fundación Santa Bárbara —entidad pública adscrita a la Consejería de Economía y Hacienda, a través de la Dirección General de Energía y Minas—.
Han pasado ocho años desde que el alcalde, Mario Rivas, anunciara —como un proyecto innovador— la creación de una mina en vivo. Sin embargo, el plan nunca se ha materializado
Ubicada en la pedanía lacianiega de Caboalles de Arriba, el plan preveía poder observar las galerías y los trabajos propios de una corta de montaña. «Las instalaciones, en relativo buen estado y con alto grado de accesibilidad, cuentan con una mina de montaña de dos niveles y es la única mina de montaña visitable a nivel turístico, un edificio docente y administrativo, un cargadero de carbón, talleres de electromecánica y una planta de hormigón y talleres de cantería», destaca.
Asimismo, recuerda que allí se encuentra el emblemátic o Pozo María de Caboalles de Abajo, que aún está a la espera de acoger el archivo Histórico de las Familias Mineras. Las instalaciones fueron compradas por la Junta hace tres años con el objetivo de convertir el enclave en un centro cultural y educativo que rinda homenaje a los trabajadores mineros y a sus familias.
Tampoco el Parador comprometido en la época de José Luis Rodríguez Zapatero logró salir del cuaderno de las promesas. En el gatillazo colaboraron tanto la capacidad negociadora de Ana Luisa Durán como el desdén del Gobierno de Mariano Rajoy con León que, a través de la presidenta de Paradores, Ángeles Alarcó, desestimó el proyecto. «Seguir contemplando el proyecto para aumentar la oferta en el actual contexto de crisis, cuando no hay cifras de demanda es algo impensable», dijo.
Este año, además, se ha descubierto que Mario Rivas ocultó al Pleno durante un año el informe de valoración de Turespaña en el que el organismo estimaba en 544.408 euros el valor de las edificaciones demolidas en la parcela cedida para la construcción del parador.
Fabero, en la comarca del Bierzo, es de los pocos lugares donde saborear el ambiente minero. Declarado BIC como conjunto histórico, el Ayuntamiento ofrece la posibilidad de visitar varias instalaciones comenzando por el emblemático Pozo Julia. Construido a principios de los años 50 del siglo pasado, tenía 275 metros de profundidad y contaba con plantas en los niveles 50,100 y 270 .
Recuerda Manuel Cachafeiro que en 1962 fue pionero al introducir por primera vez en España el sistema de arranque mediante tajos largos en frente único mecanizados con cepillo. Antracitas de Fabero, la empresa que explotaba el Pozo Julia, fue pionera en la mecanización de la minería en España. El Pozo Julia llegó a tener 3.600 trabajadores entre los años 1955 y 1960 pese a la reducción de empleo por la mecanización y de sus entrañas se sacaban 1.500 toneladas de carbón diarias. En 1991, tenía agotadas sus reservas.
El pozo Julia llegó a tener 3.600 trabajadores entre los años 1955 y 1960 pese a la reducción de empleo por la mecanización
«Hoy solo se puede ver una galería exterior, a pie de calle, que emula lo que fue la extracción de carbón gracias al compromiso totalmente altruista de la Asociación de Mineros Cuenca de Fabero», subraya. Es un recorrido de casi dos horas para el que el ayuntamiento dispone de un teléfono de contacto en su página web.
No es lo único que se puede ver en Fabero, donde los trabajos avanzan para su conversión integral en un parque de la minería en el Bierzo. La escuela del ayer La pizarra borrada constituye un proyecto de recuperación, restauración y exposición de restos escolares y objetos etnológicos de distinta naturaleza —arquitectónicos, materiales docentes, enseres domésticos, etc— que conformaron la realidad escolar de la cuenca minera. También allí puede verse una de las casas que construyeron los empresarios mineros para albergar a sus trabajadores.
Pagaban una renta por el alquiler, que descontaban de la nómina a final de mes, y el economato de Lillo, un establecimiento, generalmente fundado por algún colectivo o empresa privada o pública, con el fin de vender productos a precios menores que en las tiendas habituales. Durante muchos años fue una figura clave del llamado paternalismo industrial.
La Fundación Cultura Minera, con sede en Torre del Bierzo, es el otro gran proyecto que se está impulsando en el Bierzo de la mano del empresario Manuel Lamelas Viloria. Es una asociación sin ánimo de lucro que tiene como objetivo recuperar y salvaguardar la historia de la Minería en el Bierzo. Aúna a los cinco ayuntamientos del Bierzo Alto y varios más de la comarca.
Pendiente de su catalogación definitiva como museo o centro de interpretación, sus instalaciones de Torre albergan una exposición permanente. La visita se debe concertar con anterioridad. La muestra ofrece desde fósiles a herramientas de la mina, con una sección especial para la Brigada de Salvamento del Bierzo Alto.
El proyecto busca también poner en valor la Mina del Oro , una antigua explotación cuyo acceso principal y galería de entrada han sido acondicionados para ser visitables. En el área se muestra el trabajo de los picadores, barrenistas y maquinistas, así como los distintos métodos de entibación y protección de derrabes en madera o hierro, el trazado vial para las vagonetas, réplica de las primeras que se utilizaron en minería construidas en madera y tolva interna de arrastre del carbón del picador a la vagoneta.