UNA EXPERIENCIA PEDAGÓGICA
Medio siglo de El Villar
El Colegio Familiar Rural El Villar se crea en el año 1973, es decir, en el curso escolar 1973/1974, por lo que este curso 2023/2024 celebramos el 50 aniversario del mismo. Pero antes de continuar con la historia del Colegio Familiar Rural El Villar tenemos que remontarnos a los orígenes, a las primeras experiencias que se desarrollaron en Francia allá por el año 1937. Previamente transcurre dos años de experimentación del modelo en una localidad francesa
En Francia, los agricultores y ganaderos idearon y pusieron en práctica un sistema educativo-formativo para sus hijos en las zonas rurales Maisons Familiales Rurales.
Dicho sistema estaba basado en cinco principios: Alternancia, cogestión, trabajo en equipo, coeducación y centro abierto al pueblo-comarca. En España, este tipo de colegios se crean en el año 1965, (28 años más tarde que en Francia) y se denominan Colegio Familiar Rural.
En 1975 los CFRs. que estaban en funcionamiento eran 32, ubicados en diferentes comunidades autónomas: Castilla y León, Galicia, Asturias, Cantabria, Aragón, Navarra y Valencia y estaban integrados en una Federación de CFRs con sede en Valladolid.
La implantación de los CFRs en España es muy baja en comparación con Francia, que pasan de 500 MFRs, teniendo un gran poder e influencia en las políticas educativas de la nación.
Volviendo a la historia de nuestro Colegio, tenemos constancia que a lo largo de 1973 se mantuvieron diferentes contactos entre un grupo de padres de Carrizo de la Ribera por un lado y por otro lado, José Maria León y Francia (gerente de la Federación de CFRs) junto con Alberto Pérez Ruiz (monitor del CFR de Santa María del Páramo y coordinador de los monitores de Castilla y León).
Fruto de todo ello, se crea el colegio familiar rural El Villar, ubicándose en unas instalaciones de Villanueva de Carrizo y creándose al mismo tiempo la Asociación de Padres que será la titular del Colegio.
Debido a la falta de idoneidad de las instalaciones y tras varios intentos y contactos con el Ayuntamiento de Carrizo de la Ribera para construir un edificio que albergara al Colegio, se decidió cambiar de lugar y así, en el curso 1977, el Colegio se traslada a un edificio (casa parroquial) de la Milla del Rio con un contrato de alquiler, en mejores condiciones que el anterior pero lejos a ser idóneo para la actividad del mismo.
Durante el curso 1979/80, el equipo de monitores entra en contacto con la Fundación Sierra Pambley con objeto de poder trasladar el Colegio a las instalaciones que la Fundación tiene en Hospital de Órbigo. La Fundación estudia el proyecto y considera tras su análisis, que las ideas y principios del Colegio están muy acordes con las ideas y principios inherentes a la Fundación.
Este encuentro y colaboración con la Fundación Sierra Pambley ha sido vital en el devenir de los proyectos del Colegio, sin el cual, hubiese sido impensable llegar a donde hoy estamos. La Fundación Sierra Pambley cede de forma gratuita a la Asociación de Padres, mediante convenio, el edificio y ha prestado desde el inicio, todo su apoyo al proyecto socioeducativo.
También hay que destacar el grado de colaboración y compromiso que adquirió el Ayuntamiento de Hospital de Órbigo para que el Colegio se pudiera instalar en el municipio.
Y ya desde el curso 1980/81, el Colegio se ha asentado definitivamente en Hospital desarrollando su proyecto socioeducativo no sólo para Hospital de Orbigo sino para toda la comarca. Pero antes de exponer los principios pedagógicos y proyectos educativos, queremos remarcar algunos momentos en la historia del Colegio.
En el año 1976, el Colegio entra a formar parte de la Federación de Colegios Familiares Rurales, con sede en Valladolid. En 1978 el Ministerio de Educación reconoce las enseñanzas en régimen de alternancia. En 1990, la Asociación de Padres de Alumnos cede la titularidad del Colegio a la Cooperativa de Enseñanza Helios 82 integrada por el profesorado y monitores.
En el 1998, el Colegio pasa de ser un Centro de Formación Profesional de Primer Grado de la Rama Agraria a ser un Centro de Formación Profesional Especifica de la Familia Agraria, impartiendo un Ciclo Formativo de Grado Medio. En el 2003, el Colegio Familiar Rural El Villar pasa a llamarse colegio Sierra Pambley.
Principios pedagógicos
Los Colegios Familiares Rurales se caracterizan por llevar a cabo un proyecto educativo basado en un ambiente familiar, participación y gestión del proyecto por parte de todos los miembros de la comunidad educativa, compaginar teoría y práctica y por último, implicación de los Colegios en la vida socio-cultural de las zonas rurales donde estás ubicados. Y ¿qué instrumentos se utilizan para desarrollar todos estos principios? En primer lugar el internado, mediante un modelo totalmente autogestionado por monitores/as, alumnado y padres/madres.
La organización del internado emana del órgano más importante: la asamblea. En ella se planean las actividades, se organizan los grupos de trabajo, se resuelven los conflictos, etc. Y algo muy importante, el internado es mixto por lo que la educación en igualdad de sexo ya lo veníamos haciendo desde la década de los 70.
Los profesores-monitores con sus hijos viven con el alumnado, generándose una relación muy estrecha y fuerte, diríamos que familiar, lo cual facilitaba y enriquecía el proceso educativo.
Este sistema autogestionado, aparte de la riqueza que aporta a las relaciones sociales, educativas y humanas de los que vivíamos en el internado, suponía un ahorro económico por lo que la cuota que tenían que pagar las familias era relativamente baja.
Y aún así, se producía un proceso de socialización de las becas, de tal manera que el alumnado becado entregaba el dinero de sus becas al colegio para poder sufragar los gastos. Incluso en momentos de dificultad económica, tenemos constancia de que las familias de agricultores entregaban al Colegio productos cultivados por ellos, tales como patatas, legumbres, verduras, etc.
Y también, el grado de compromiso de los monitores por el colegio, hacía que ellos renunciasen a parte de sus nóminas para que el Colegio pudiese pagar las deudas.
Gracias a tener el internado, nos permitió llevar a cabo intercambios escolares con diferentes Colegios Familiares Rurales ubicados en otras regiones: Navarra, Valencia (ésta en dos ocasiones), y otro tipos de Colegios en Cataluña (Santa Coloma de Farnés, Gerona), y Andalucia (Arahal, Sevilla). También acogimos durante una semana alumnado de una Maisson Familiale Rural de Francia. El internado perdura hasta el curso escolar 1991, tras hacerse insostenible económicamente y por falta de espacios apropiados para el mismo.
En segundo lugar, la alternancia, que consistía en compaginar teoría-práctica del tal forma que el alumnado permanecía una semana en el Colegio y otra semana en casa. Al haber dos cursos, 1º y 2º, cuando un curso estaba en el colegio, el otro estaba en casa.
Este modelo obedecía a varias razones. Había alumnado que tenían que colaborar con la economía familiar echando una mano en las tareas agrícolas y ganaderas puesto que había una economía familiar de autoabastecimiento, con explotaciones agrícolas y ganaderas muy pequeñas. Se pretendía que el alumnado siguiese en contacto directo con sus familias y con el pueblo a fin de evitar el desarraigo del mismo. Desde el colegio se animaba al alumnado a que participase en la vida social y cultural del pueblo.
El alumnado de la especialidad de mecánica solían ir a los talleres de su pueblo para realizar prácticas, adelantándonos a lo que ahora se llama Formación en Centros de Trabajo.
El alumnado, cuando estaban en casa, un día a la semana era visitado por los tutores para hacer el seguimiento de las tareas que se habían programados. Estas visitas solían ser por las tardes-noches (cuando las tareas del campo o del ganado habían acabado) y normalmente era un momento de convivencia del tutor/a con toda la familia del alumno, entorno a la mesa de la cocina.
En tercer lugar el trabajo de zona, que consistía en mantener el Colegio abierto al pueblo y la comarca. La actividad del Colegio no se limitaba a la impartición de unos estudios, sino que desde el Colegio se organizaba diferentes actividades para agricultores, jóvenes, infancia, mujeres y adultos. Y en cuarto lugar el trabajo en equipo.
Todas las decisiones, programas, actividades, responsabilidades, tareas, etc. se diseñaban y se llevaban a la práctica en equipo. Ello suponía muchas reuniones, diálogo constante, consensos, discusiones pero al mismo tiempo nos aportaba una riqueza enorme de puntos de vistas, de desarrollo de la empatía y del respeto a las opiniones de los demás miembros del equipo.
Esta forma de trabajo de los profesores y monitores, se trasladaba al alumnado, tanto en la vida del internado como al desarrollo de las clases.