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Futuro para el teleclub de Nocedo

En el cincuenta aniversario de su construcción, el Teleclub de Nocedo de Curueño, una de las localidades con más encanto de la montaña leonesa, se ha convertido en un bar actual y acogedor que busca arrendatario

Cuadrilla de cuantos estuvieron involucrados en la construcción ERNESTO GUZMÁN JR.

Publicado por
Ana Belén López Fernández
León

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En aquella España de mediados del siglo XX, los vecinos comenzaron a reunirse alrededor de las pocas televisiones que existían, y a los ojos de la dictadura franquista, esas reuniones espontáneas y carentes de ningún control, albergaban ciertos peligros, ya que pudieran surgir debates ideológicos críticos con el Régimen. Así surgió la Red Nacional de Teleclubs (RNT), herramienta de control y propaganda institucional del Ministerio de Información y Turismo que pretendía controlar las nuevas posibilidades que ofrecía la televisión, emitiendo un único canal con los contenidos elegidos minuciosamente por un régimen que, si bien reconocía el derecho de reunión, imponía fuertes limitaciones, al no estar permitido formular ideas que atentaran contra los principios fundamentales de ese Estado autoritario. «Está llamado a fundir, en torno a la televisión y en un único centro al antiguo casino, al círculo y a la casa de la cultura. Con el objetivo de formación personal, social y cívica de los vecinos». Así definía el NO-DO (Noticiarios y Documentales del Régimen Franquista) aquel nuevo concepto llamado Teleclub, nacido en 1.960 en las zonas rurales de España.

En esa década, concretamente el 19 de marzo de 1.968 se constituyó el Teleclub de mi pueblo, Nocedo de Curueño, León, con la oportuna autorización del Gobernador Civil. En el artículo 2 de los Estatutos incluía entre sus fines primordiales los siguientes: proporcionar un cauce educativo y formativo, una promoción cultural y una inquietud por las cuestiones de formación del espíritu, entre sus asociados, mediante la contemplación de emisiones de televisión. Además, preveía la colaboración con el Ministerio de Información y Turismo para facilitar a los organismos competentes cuanta información fuera solicitada, tanto en el orden al control de escucha de emisiones, como de otros aspectos que afectaran a la actividad del Teleclub.

Documentos de creación y organización del teleclubERNESTO GUZMÁN JR.

Fotografías actual del teleclub de Nocedoernesto guzmán jr.

Fotografías actual del teleclub de NocedoERNESTO GUZMÁN JR.

En consonancia con una legislación eminentemente patriarcal, los Estatutos del Teleclub otorgaban el voto en las decisiones de la junta general al socio de número, que no era otro que «el cabeza de familia», siempre varón, único sexo elegible para los cargos de Presidente, Vicepresidente, Secretario-Monitor, Secretario Monitor-Suplente, Tesorero y Vocal. Estatutos y Acta de Constitución del Teleclub de 1.968

En la década de los setenta los vecinos del pueblo se organizaron en «hacendera» (trabajos colectivos con fines de utilidad pública) para construir su sede definitiva y una bolera contigua en terreno de la Junta Vecinal. Por unas semanas aunaron esfuerzos y oficios albañiles, peones, carpinteros, fontaneros, pintores, el que llevaba el botijo, todos aportaban y en palabras de mi abuelo Tino: «La camaradería en esos días estuvo siempre presente».

La esencia de aquel Teleclub no se ajustaba exactamente a lo indicado en el NO-DO. Realmente ellos pretendían su Teleclub para echar la partida, jugar a los bolos, y disfrutar entre amigos de una buena merienda a base de suculentas truchas extraídas con sus propias manos del colindante río Curueño, acompañadas de unas rodajas de chorizo recién descolgado del varal. Así de simple y así de extraordinario.

Comidas, farras y el vino en el porrón nunca faltaron. Comensales después de procesionar el día del Carmen, celebración de los nuevos mozos, la comida popular de la borrega (oveja vieja con la que el pastor arrendador de los montes vecinales agasajaba a todos los vecinos de pueblo al final de cada verano). Comensales de noche para celebrar San Antonio, tardes de chocolate, fiestas de disfraces, meriendas infantiles, parrilladas, concejos, verbenas o simplemente para tomar el vino, los vecinos de Nocedo han podido contar con su lugar de reunión. Lo de menos, la televisión.

En la actualidad, previa reforma subvencionada por el Instituto Leonés de Cultura, el teleclub reúne todos los requisitos exigidos por la Junta de Castilla y León para convertirse en un establecimiento de hostelería, y cuenta con la preceptiva Licencia Municipal de Actividad, con lo que es apto para una posible explotación en régimen de alquiler.

Mientras tanto, los vecinos de Nocedo continuamos reuniéndonos en el Teleclub que construyeron nuestros padres y abuelos. Como si de una «hacendera» improvisada se tratase, unos encienden la estufa, otros preparan la comida, otros ponen la mesa, otros recogen… De este modo, una veintena de paisanos pasamos un buen rato, con el sonido del río Curueño de fondo y en paz. Así de simple y así de extraordinario.

A modo de epílogo, quisiera destacar la relevancia de las personas que contribuyeron al desarrollo del Teleclub de Nocedo en todas sus fases. En la fase inicial, destacan tanto la maestra María Alonso, quien impulsó su creación y parece ser que redactó los Estatutos, así como los integrantes de la Comisión de Organización del Teleclub.

En la fase de su construcción, subrayar el trabajo de los vecinos que hicieron posible la edificación.

También ha tenido importancia la actuación de los últimos alcaldes pedáneos de Nocedo —Benigno López y César López—, quienes con su esfuerzo desinteresado y con el propósito del bien común, contribuyeron al mantenimiento del Teleclub y promovieron numerosas actividades en su sede.

Mención especial para Borja González Sierra, actual alcalde pedáneo y digno sucesor de los anteriores, quien con una localidad mermada de habitantes, al unísono, con los malos tiempos para el mundo rural, consiguió con perseverancia, trabajo y con la motivación resultante de la tradición y del arraigo, la rehabilitación del edificio para darle una nueva vida.