Todo sobre el cuidado de la piel
¿Cuáles son los productos más adecuados para mi tipo de piel? ¿Debo ponerme protector solar todo los días o solo en verano? ¿Son seguros los retinoides? La jefa de dermatología en funciones del Hospital Universitario de León, Elia Samaniego, responde a las preguntas más frecuentes
Cada vez más personas deciden apostar por cuidarse por dentro y por fuera. En este sentido, la piel es una de las mayores preocupaciones y los nuevos avances en cosmética han permitido crear fórmulas más eficaces y adaptadas a diferentes necesidades.
La piel es el órgano más grande del cuerpo humano. Entre sus principales funciones, se encuentra proteger al organismo de factores externos como bacterias, sustancias químicas y temperatura. Por ello, es importante mantener una rutina de cuidado de la piel sencilla, pero eficaz, especialmente para evitar enfermedades como el cáncer de piel.
A través de las redes sociales, la información se disemina de forma más rápida y no siempre viene de la mano de profesionales. Por ello, puede surgir la duda sobre si se tiende a adoptar hábitos más saludables o se sucumben a las presiones estéticas.
Al respecto, la doctora Elia Samaniego, jefa de dermatología en funciones del Hospital Universitario de León, cree que «actualmente hay más información que llega por diferentes medios, incluidas las redes sociales y parte de esa información viene de profesionales de la salud que aconsejan sobre medidas que mejoran o restauran la salud de la piel o sobre la prevención del cáncer de piel». No obstante, la doctora alerta que «también existe otra información, más relacionada con la estética, los ideales de belleza actuales o las modas por parte de otros colectivos, no profesionales de la salud, cuyos consejos no siempre convienen al consumidor».
El caso de los adolescentes es todavía más preocupante, ya que si bien la intención es mantener una piel saludable, se puede llegar a convertir en obsesión en ciertos casos.
Samaniego recuerda que «debemos estar atentos ante jóvenes y adolescentes que dedican un tiempo excesivo a verificar y comparar constantemente su imagen o que presentan una preocupación excesiva por un defecto mínimo o imaginario que les causa un malestar psicológico y repercute en otras esferas de su vida como son los estudios, el trabajo o la relación con los amigos y familiares», detalla.
«Pueden llegar a manifestar síntomas de ansiedad, depresión o aislamiento social. Esta sería la definición de un trastorno llamado dismórfico corporal y afecta entre el 1 y el 2% de la población, especialmente mujeres. El uso de redes sociales, sobre todo el de contenido de imágenes, puede empeorar el trastorno dismórfico corporal en relación al uso inadecuado de procedimientos cosméticos o cirugías estéticas. El usuario se ve impulsado por ideales de belleza y expectativas poco realistas que le llevan al consumo excesivo de estos procedimientos que nunca llega a satisfacer estas expectativas», añade la experta.
Pautas básicas para adultos con piel sana
Aunque cada tipo de piel exige diferentes necesidades y productos, a nivel general existen pautas generales para cualquier persona. La dermatóloga recuerda que es importante «un lavado con agua tibia por la mañana y la noche, debiéndose utilizar limpiadores suaves. Productos como el agua micelar suelen ser los más adecuados en pieles sensibles».
Aunque existe la creencia de que el protector solar solo debe usarse en verano, esto es erróneo. La experta destaca que «el uso de fotoprotectores debe hacerse todo el año».
«Según pasemos de unas estaciones más húmedas a otras más secas o con mayor o menor temperatura, nuestra piel necesitará intensificar la hidratación. No obstante, las necesidades de la piel no solo van sujetas a factores externos como el cambio de estación, sino que también pueden cambiar en función del estrés, los cambios hormonales, la alimentación o la falta de sueño», recalca Samaniego.
Para conocer los productos más adecuados, se deberá prestar atención a diferentes factores, ya que «la piel no es igual en la adolescencia, la madurez o el embarazo, puesto que es algo dinámico que va sufriendo cambios y tendremos que adecuar los cuidados a ella, y si hay patologías, siempre consultar a un especialista».
«Las necesidades de un adolescente con acné con tendencia acneica que deberá usar productos ‘oil free’, no son las mismas que una piel madura más seca o con hiperpigmentaciones. Tampoco serán iguales a las que tenga una piel sana a una con patologías como una piel sensible con rojeces o rosácea, dermatitis atópica o dermatitis seborreica. En las pieles claras con tendencia a quemaduras, alergias solares o con enfermedades que cursen con fotosensibilidad, debemos ser más estrictos en cuanto a la fotoprotección», puntualiza.
¿Protector solar químico o mineral?
Otra de las grandes dudas surgen en torno a qué tipo de protector solar es más adecuado. Como apunta la experta, «lo primero que hay que tener en cuenta es que la aplicación de protectores solares es un hábito más dentro de la fotoprotección, que se define como modificaciones de comportamiento y hábitos relacionados con la exposición al sol con el objetivo de prevenir o contrarrestar los daños de la RUV».
En este sentido, hay tres pautas a seguir para proteger la piel de la radiación solar: evitar exposición solar en las horas centrales del día (12 de la mañana a 4 de la tarde), buscar la sombra cuando se está al aire libre y, además, utilizar complementos físicos como la ropa, los sombreros y las gafas de sol. Las cremas solares son un complemento a lo anterior, pero no deben usarse como excusa para incrementar el tiempo de exposición solar inadecuada.
«Estos fotoprotectores tópicos son cosméticos compuestos por ingredientes que absorben, dispersan o reflejan la radiación solar. Se clasifican como físicos o minerales y químicos u orgánicos, según sus ingredientes activos. Los filtros minerales son el oxido de zinc y el dióxido de titanio. Unos compuestos que no penetran en la piel, ya que se quedan en la superficie y actúan reflejando o dispersando la radiación UV. Al producir menos irritación y alergia, estos son los preferidos para pieles sensibles y los bebés. Como inconveniente, estos pueden ser más densos y producir un cierto blanqueamiento, aunque ha mejorado mucho con las formulaciones actuales», afirma Samaniego.
«En esencia, un buen fotoprotector tiene que cumplir unas reglas básicas mínimas: tener una demostrada eficacia fotoprotectora, proteger frente a la radiación ultravioleta A y B, puesto que su función más importante es prevenir el cáncer de piel y asegurar un nivel de fotoprotección alto, y ser fotoestable, seguro y resistente al agua», añade.
En los últimos años, se han realizado importantes mejoras en las fórmulas de este tipo de productos con antioxidantes, enzimas reparadoras del DNA y ampliando la protección del espectro electromagnético como por ejemplo frente a la luz azul que interviene en la formación de manchas y el envejecimiento. Asimismo, las cremas son cada vez más agradables, por lo que mejora la adherencia a estos productos de uso diario y de aplicación frecuente.
¿Son seguros los retinoides?
Los retinoides son un grupo de moléculas que incluyen la vitamina A y sus derivados. Estos son empleados mayoritariamente en tratamientos de patologías dermatológicas como el acné o la psoriasis, aunque también son útiles en hiperpigmentación y fotoenvejecimiento. Los retinoides tópicos más usados son la tretinoína, isotretinoína, adapaleno, tazaroteno, y otros como el retinaldehido.
Como explica la doctora, los retinoides son «los mejores compuestos antiarrugas, ya que son los que cuentan con la mejor evidencia científica porque ayudan a reforzar la calidad de la piel respecto al fotoenvejecimiento. Estos compuestos, junto a la protección solar, pueden mejorar las arrugas finas y las manchas».
«Los efectos antiarrugas de las formulaciones de aplicación tópica que contienen retinoides se basan en la promoción de la proliferación de queratinocitos y la síntesis de colágeno, la mejora de la barrera epidérmica, la inhibición de la degradación del colágeno, la pérdida transdérmica de agua (TEWL) y la actividad metaloproteinasa. La tretinoina que está aprobada para su uso médico en patologías dermatológicas es el compuesto con mayor potencia antienvejecimiento, pero también asociada a mayores efectos adversos y a menor tolerancia», detalla.
A este respecto, los cosméticos comerciales, denominado ‘cosmecéuticos’ para diferenciarlos de los de uso médico, suelen contener retinol, retinaldehído o ésteres de retinilo. Ofrecen una mejor tolerancia, aunque tienen una menor penetración.
La recomendación para su uso es tener la piel en buen estado de hidratación y no aplicar sobre heridas o piel dañada, ni en áreas sensibles como alrededor de los ojos.
Se deben comenzar a aplicar en pequeñas dosis una o dos veces por semana e ir aumentando hasta que la piel se adapte y lo tolere, un proceso conocido como ‘retinización’. Hay que aplicarlos con la piel limpia por la noche y es imprescindible utilizar fotoprotectores durante el día, ya que la piel se encuentra más expuesta a los daños solares.
Es necesario acudir a un dermatólogo antes de utilizarlo en pieles sensibles o reactivas o si se quiere combinar con otros productos y procedimientos.
En general, los efectos secundarios que pueden producirse son: enrojecimiento, sequedad, descamación, quemazón, escozor, picor, dermatitis o cambios de coloración de la piel. Otro efecto adverso que preocupa es la teratogénesis, que son malformaciones del feto, aunque esto solo se ha demostrado con el uso de retinoides orales. Por ello, está contraindicado el uso de retinoides tópicos en el embarazo.
Reciemente, la normativa europea ha sufrido cambios, ya que busca regular las concentraciones en los productos comerciales (aquellos sin prescripción médica) para que no haya un mal uso o abuso.
«No hay que preocuparse porque bien usado no es tóxico ni peligroso. Lo que se intenta evitar es una sobredosis de vitamina A (se dice que hay un 5% de población sobreexpuesta a la vitamina A), ya que esto puede causar irritación de la piel náuseas o dolor de cabeza. Se espera que este reglamento entre en vigor para 2025», apunta la dermatóloga leonesa.
Cosmética natural, ¿sí o no?
En cosmética, muchas personas deciden utilizar cosméticos ‘caseros’ en busca de resultados milagrosos, no probados. Sin embargo, es una práctica que entraña muchos riesgos.
«Lo mejor que puede pasar es que no pase nada, ya que no solo pueden no producir el beneficio que se espera, sino que pueden desembocar en problemas en la piel como irritaciones, reacciones alérgicas, infecciones, erosiones... Al elaborar estos productos caseros no se utilizan los ingredientes adecuados, ni en formulaciones adecuadas. Hay que tener en cuenta que los productos cosméticos comercializados tienen detrás investigación, estudios y profesionales para valorar su eficacia y seguridad, están formuladas con principios activos adecuados al efecto que se espera conseguir y para actuar en la capa de la piel que tienen que hacerlo», recalca.
Elia Samaniego, dermatóloga
«Lo ideal es tener el consejo de un profesional para saber qué aplicar y cómo aplicarlo. A veces lo barato puede salir caro. Los dermatólogos en ocasiones recurrimos a las ‘fórmulas magistrales’ cuando nos interesa pautar principios activos o concentraciones determinadas no comercializadas, pero están elaboradas por profesionales farmacéuticos y pautadas por un especialista en dermatología», agrega.
Ese miedo por los productos químicos queda patente también en la proliferación de cosméticos vendidos como ‘naturales’. La experta recuerda que esta preferencia suele nacer por «el miedo a alergias o intolerancias cutáneas porque hay cada vez más personas con piel sensible».
«Los componentes que causan alergia con más frecuencia son las fragancias y los conservantes. Sin embargo, se debe tener en cuenta que algunos cosméticos ‘naturales’ también pueden contener sensibilizantes como las fragancias, por lo que no están exentos de riesgos», remata la dermatóloga Elia Samaniego.
¿Existen alimentos que prevengan el envejecimiento?
La respuesta a esta pregunta es compleja. La doctora resalta que «es difícil cuantificar la relación entre la dieta y el envejecimiento a nivel positivo y negativo, o cuanto mejoraría nuestra piel, si cambiamos los hábitos o la alimentación».
Como norma general, se aconseja una dieta variada con una ingesta adecuada de proteínas, vitaminas, ácidos grasos esenciales, oligoelementos y también hidratarse. Esto permite a la piel formarse, repararse, obtener energía y reducir la inflamación y los efectos nocivos de la oxidación. Además, es aconsejable contar con una rutina de ejercicio físico. En cuanto a los alimentos ‘nocivos’, las dietas ricas en grasas no saludables se asocian con mayor inflamación de la piel además de las dietas ricas en azúcares y productos procesados.
Por ello, la doctora recuerda que «no se puede entender la dieta como un tratamiento ‘antiarrugas’, ya que el papel de los nutrientes es complejo, especialmente en el envejecimiento o antienvejecimiento, ya que son procesos a largo plazo».
«Hay que entenderlo dentro de un contexto de hábitos de vida saludables, que previenen y actúan sobre los factores externos causantes del envejecimiento desde la infancia», concluye la dermatóloga Elia Samaniego.