La vida de una orquesta de verano
El verano leonés se caracteriza por la presencia de orquestas de verbena en las fiestas de cada una de sus localidades. Estas formaciones se pasan meses de gira y parecen desaparecer al final del periodo estival, pero trabajan todo el año para darlo todo en el escenario.
Ser parte de una orquesta es un trabajo a tiempo completo. La idea de que es un trabajo temporal no podría estar más lejos de la realidad. Solo se les ve unos pocos meses, cada verano, pero ellos trabajan a tiempo completo y de forma incesante durante once meses al año para maravillar a sus espectadores.
El espectáculo comienza en noviembre, tan solo un mes después del final de la temporada de conciertos, que suele marcar el puente del Pilar. Un trabajo invisible que desemboca en las actuaciones llenas de energía y en las que todo está tan perfectamente preparado que hasta los imprevistos que pueden llegar a ocurrir parecen parte de la actuación y que comienza con la selección del temario.
Diego García, cantante además de encargado de dirección musical del grupo Cañón describe la dificultad de acertar con el inventario musical, «escuchamos miles de canciones, tenemos que estar al tanto de todo para decidir qué canciones utilizar y cómo organizarlas en los dos pases que hacemos en cada actuación. Es un trabajo constante, nunca está terminado del todo», dice. Además, añade que «no puede cerrarse» en un estilo musical concreto, sino que tiene que mantenerse abierto a todo para poder preparar adecuadamente una actuación de cuatro horas.
Ernesto Rodríguez, del grupo Radar y premiado como mejor vocalista masculino por la plataforma ‘Orquestas de fiestas de Castilla y León’ en 2023, nos indica que su repertorio cambia entre un 70 y un 80% de año en año porque «no puedes hacer dos veces lo mismo. Si lo haces estás muerto porque se van a cansar de ti». De cara a estos cambios tan drásticos, está atento a las novedades musicales incluso en verano. «Si una canción está tan de moda que no queda otra, incluso la podemos incluir en el momento, como ‘Potra Salvaje’ de Isabel Aaiún, este mismo año pero en general estamos al tanto para preparar el repertorio del año siguiente». Los miembros de Clan Zero también se ven forzados a ajustar su repertorio con la temporada ya en marcha .
Una vez establecida la lista de canciones y su orden, con un estilo marcado para cada orquesta, como por ejemplo el grupo Radar, que comienza su primer pase con el clásica repertorio de verbena popular y, pasada la primera hora, empieza a introducir música más actual, subiendo el ritmo de cara al final del pase con pop y rock para dejar a su público con ganas de más después del descanso. La segunda parte es donde el ritmo es mayor, con versiones rockeras que llevan el sello del grupo y tienen gran éxito con el público de la formación. Otros grupos buscan un chute de energía inicial, como Cañón, que apuesta por impresionar desde el principio y jugar con los flujos de energía, buscando «reducir pulsaciones» por la mitad del primer pase para volver a
subirlas al final y dejar a su público anhelando la segunda parte de su actuación, que empiezan fuerte, con una energía que mantienen a tope hasta el final de sus actuaciones. Una vez finalizadas las listas de canciones, es hora de que empiece el trabajo de los artistas en el escenario.
Comienzan los ensayos
Una vez las listas están preparadas, se asignan los temas y las partes que corresponden a cada uno de los cantantes y se empieza a trabajar sin descanso en los ensayo. Algunas formaciones incluso los alternan con actuaciones invernales, para las que se suele utilizar el repertorio de la temporada anterior, que ya está perfectamente preparado.
Son más de cuatro meses en los que las orquestas preparan hasta el más mínimo detalle de sus actuaciones, desde coreografías a cuándo hacer interludios para interactuar directamente con el público, aunque esta parte siempre lleva su parte de improvisación implícita, pues hay que tomar la temperatura del público y adaptarse a las condiciones de cada actuación para que salgan bien.
Este periodo, por todo lo desapercibido que puede llegar a pasar, es imprescindible, pues sin todas las horas, el sudor y las repeticiones que invierte cada uno de los grupos se perdería toda la magia que caracteriza y la marca de identidad que acompaña las actuaciones de cada orquesta, haciéndola única.
La vida en la carretera
La mayoría de las orquestas de verbena comienza su temporada de conciertos en abril, con un repertorio renovado y las pilas recargadas.
Los primeros meses de la temporada suelen ser bastante tranquilos para las formaciones, que suelen trabajar los fines de semana y «algún día suelto entre medias, pero a esas alturas no es la norma», según Tatiana Fernández, encargada de la administración del grupo Clan Zero.
El ritmo de las actuaciones va in crescendo hasta que llega la segunda quincena de julio, momento en el que empieza la parte fuerte de la temporada, justo en el que nos encontramos ahora. Son dos meses, hasta septiembre, en los que hay actuaciones todos los días y en las que el ritmo es totalmente frenético.
Días enteros en la carretera, noches que los artistas y equipos técnicos tienen que pasar fuera, lejos de sus familias, imprevistos de la vida como un neumático que pincha de camino a una actuación, una localidad en la que ha llovido y toca recurrir a tractores excavadoras para poder aparcar el tráiler que se convierte en escenario como le pasó recientemente al grupo Cañón, un viaje interminable en el que, por cosas del calendario, se tiene que volver la misma noche después de 22 horas de no parar entre un viaje largo, montar el escenario, actuar, desmontar y volver, algo que se le complica especialmente a Radar, que es un grupo familiar, formado por cuatro hermanos y un primo que se reparten las tareas logísticas además de estar en el escenario. «Los viajes de vuelta, después de dar el concierto y estar todo el día fuera, son lo más peligroso que tiene este trabajo para nosotros» según Ernesto Rodríguez.
Todo en nombre de ofrecer un espectáculo que llegue al máximo número de personas posible y de multiplicar las actuaciones para maximizar la temporada alta.
En cuanto al número de actuaciones y, por ende, de viajes que realiza cada orquesta, Tatiana Fernández, de Clan Zero, dice que «cada formación es un mundo y tiene sus particularidades, desde la logística al número de miembros, la organización porque algunas empresas tienen chóferes para sus tráileres y sus miembros y otras lo hacen de forma interna... Todas estas cosas impactan el calendario y el número de actuaciones que hace cada grupo», y así lo confirma el rango, que aunque cambia de año en año, varía desde unas 70 actuaciones anuales a unas 90 por grupo.
El pico de actuaciones llega en agosto, mes en el que las orquestas con las que hablamos no pudieron avanzarnos las fechas y lugares en los que se podrá disfrutar de ellas este verano debido a que los acuerdos que tienen con distintos Ayuntamientos no han sido anunciados de forma pública y no depende de los grupos hacerlos públicos, pero sí podemos adelantar que Grupo Radar tendrá un total de 27 actuaciones en los 30 días que componen el mes.
Dificultades del directo
No son pocos los contratiempos que pueden ocurrir antes o durante un concierto y afectan el desarrollo de este de forma potencialmente desastrosa. Por suerte, los miembros de las orquestas son profesionales, como es el caso de Sergio Corral, miembro de Clan Zero que lleva 20 años en el mundo de las orquestas y que pasó ocho de ellos en la famosa orquesta gallega ‘Paris de Noia’. «Cada día es una nueva aventura» dice, aludiendo a que uno nunca sabe lo que puede pasar en la carretera o incluso al llegar.
Desde anécdotas inocentes como un miembro del grupo acostumbrado a echar gasolina en su vehículo particular confundiéndose y llenando el depósito de la furgoneta en la que viajan los miembros con ese carburante por error en lugar de con gasoil, lo que les costó una espera de varias horas y estuvo muy cerca de retrasar la actuación del grupo, que terminó saliendo adelante sin ningún problema.
Un imprevisto que sí tuvo consecuencias fue el día en que uno de los motores de las lonas que utiliza el grupo se averió, con al menos la fortuna de que uno de los miembros pudo ir a buscar el material necesario para arreglar el problema. Aún así, el contratiempo fue mayor, obligando a empezar la actuación con un notable retraso, lo que junto a las condiciones climáticas adversas provocó cierta animadversión inicial del público y ante la que tuvieron que sacar el «110% de sus habilidades» para asegurarse que el público se fuera con a casa contento «es parte de nuestro trabajo comernos estos marrones y procurar que la gente, se vaya a casa o siga de fiesta, esté contenta al terminar nuestra actuación», puntuó Sergio.
Fechas confirmadas
De cara a lo que queda de mes de julio, tenemos confirmadas las fechas del Grupo Cañón, que actuará seis veces en la provincia de León, en Veguellina de Órbigo el 16, Santa Marina del Rey el 18, Villaquilambre el 21, Villadangos del Páramo el 24, Cabañas Raras el 26 y cerrará su presencia en la provincia el día 27 con una actuación en Laguna Dalga.
La presencia de Clan Zero hasta final de mes se hará notar con nada menos que siete actuaciones en territorio leonés. Tendrán lugar en Modino (Cistierna) el día 16, la Baña (Encinedo) el 17, Caldas de Luna (Sena de Luna) el 19, se acercarán a la capital con dos actuaciones, en Villaquilambre el 22 y Trobajo del Camino el 25 y cerrarán sus fechas en la provincia el día 28 en la localidad berciana de Fabero.
Grupo Radar, nombrado en 2022 mejor grupo de Castilla y León por la plataforma «Orquestas y fiestas de Castilla y León» tiene cinco fechas confirmadas en León para lo que queda de mes: el día 19 en Cebrones del Río, el 21 en Cuadros y 22 en Cuadrilla de las Piedras. Actuarán en Valcabado del Páramo (Roperuelos del Páramo) el 25 y terminarán su presencia en León por el mes de julio el día 27 en Villamoros de las Regueras (Villaquilambre)
Las orquestas desde dentro
La mayoría de gente solo las conoce por las tres a cuatro horas que pasan en el escenario cada noche del verano, pero la vida de una orquesta de verbenas es mucho más que eso. De momentos de acercamiento con los locales a las ya nombradas dificultades que tiene la vida, no son pocas las curiosidades que dan para mucho y con las que acercar las orquestas un poco más a su público.
El grupo Cañón es pionero en esto, pues la que era la batería del grupo, Kat Almagro, inició en 2017 la serie «Diario de una orquesta» documentando el día a día del grupo. La serie sigue disponible en YouTube, de la misma forma que el documental en nueve partes que realizó el grupo el año pasado y en el que se puede seguir la gira del grupo en la temporada de 2023.
Clan Zero no se queda atrás y publica en Facebook un minirreportaje de cada municipio por el que pasa este verano. En estas piezas hablan con gente local, muestran las calles de las localidades y también, por supuesto, ponen extractos de sus actuaciones.