La historia que alumbra un reino: estas son las mejores festividades de León
El territorio leonés, tan amplio y heterogéneo en sus costumbres, engloba un sinfín de festividades diferentes a lo largo de todo el calendario en las que se mezclan la vida moderna y la rica tradición de la tierra leonesa
Fundada hace casi 2.000 años, la ciudad de León preside sobre una tierra en la que existen incluso ciudades ya bimilenarias como Astorga.
El paso de los años, y la génesis de nuevas poblaciones alrededor de estas dos ciudades originales han llevado a diferentes formas de vivir las festividades, tanto cristianas en honor a la religión mayoritaria desde un punto de vista histórico en el territorio como paganas. Las dos modalidades llegan incluso, en ocasiones, a mezclarse como en el caso de la famosa celebración de San Genarín, propia de la provincia, en la que se mezcla la Semana Santa con un homenaje a un personaje local que perdió la vida durante dicha celebración.
Una tierra con tanta historia y diversidad como León no podía sino tener fiestas con todo tipo de tradiciones y celebraciones, algunas de ellas muy peculiares pero todas justificadas por el contexto histórico de su tierra.
De diferentes formas de vivir la semana santa, como las de Sahagún y la subasta de los pasos, Ponferrada y su devoción, que reluce de forma especial en un viernes santo frenético y la Procesión del Santo Entierro, que cuenta con trece pasos y Astorga, en la que conviven ocho cofradías en unas festividades en eterna expansión que no parecen tener límite en su crecimiento. Todas estas diferentes Semanas Santas han sido declaradas de interés turístico tanto regional como nacional a los carnavales de La Bañeza, una de las celebraciones más irreverentes que incluso desafió la dictadura franquista y es ahora de interés turístico nacional pasando por localidades que celebran su historia con una inmersión de varios días en épocas pasadas, como las fiestas de romanos y astures de Astorga, en las que se vuelca toda la ciudad o las celebraciones medievales de Hospital de Órbigo, que celebra la memoria del torneo del Passo Honroso en el que se forjó la leyenda de don Suero de Quiñones, la representación más emblemática pero lejos de ser la única de las conmemoraciones del rico pasado medieval del territorio.
León es una tierra heterogénea, en la que conviven diferentes tradiciones y no se cansa de exhibirlas al mundo al tiempo que mantiene viva la memoria de su pasado. Un pasado del que se enorgullece y del que saca pecho con orgullo.
Las festividades más emblemáticas del territorio no se limitan a los meses de verano, sino que ocupan todo el calendario y se distribuyen por toda la geografía leonesa, sean zonas de montaña, de agua o páramo.
EL ENTIERRO DE GENARÍN
Posiblemente la festividad más emblemática y discutida por partes iguales de la tierra leonesa, el entierro de San Genarín ocurre el jueves de cada semana santa y mezcla lo pagano con los aspectos religiosos de la pascua.
Esta celebración se hace en conmemoración de la muerte de Genaro Blanco Blanco, conocido también como el Santo Pellejero que, según cuenta la historia, murió atropellado por el primer camión de la basura cuando se encontraba orinando en el tercer cubo de basura de la muralla en la madrugada del 28 al 29 de marzo de 1929.
El «santo» comenzó a celebrarse a partir del año siguiente, cuando los cuatro cofrades originales rindieron homenaje a su difunto compañero de juergas bebiendo vino y orujo, comenzando así una larga tradición de cenas en la plaza San Martín, la más recorrida de León en el momento en que Genaro perdió la vida y que terminaron dando nacimiento a la Cofradía de Nuestro Padre Genarín, que sigue activa.
Al coincidir con la semana santa y ser considerado como un ‘santo’, aunque más desde el punto de vista de un antihéroe que otra cosa, Genaro tiene su propia procesión, en la que se pasa por numerosas calles del barrio húmedo con cuatro cabezudos, los cuatro ‘evangelistas’: Genaro vestido de un traje humilde , botella en mano y agarrado a una farola, la Moncha, primera persona en acudir a su ayuda, cubriendo el cadáver con las hojas de un periódico, la muerte y la cuba, en la que se hacen ofrendas.
La procesión pasa por numerosas calles en las que se hacen paradas y se recita «Y siguiendo tus costumbres, que nunca fueron un lujo, bebamos en tu memoria, una copina de orujo» antes de beber una y otra vez en honor a su memoria.
LOS CARNAVALES DE LA BAÑEZA
Una de las celebraciones con más historia del territorio sin contar con la semana santa, los carnavales de La Bañeza remontan a al menos, 1675, año en el que Luis González, vecino bañezano, declaró en una de sus últimas voluntades «Declaro que dejo 8.000 (ocho mil) reales para que se haga una fundación de las cuarenta horas los días de carnaval en el convento del Carmen Descalzo de esta villa».
Los carnavales sobrevivieron incluso a la dictadura, a la que los ciudadanos de la villa retaban año tras año disfrazándose aún a riesgo de tener que hacer frente a represalias. Lo hacían en barrios periféricos de La Bañeza para dificultar la labor de las fuerzas del orden y, si eran avistados, huían para no ser sancionados, de ahí la ahora famosa expresión local de «correr los carnavales».
La organización actual de los carnavales bañezanos comienza, desde 1991, con la proclamación de la musa. El ritmo va luego en crescendo, comenzando con el «viernes tranquilo», día de homenaje al carnaval bañezano, el sábado de chispas, el domingo de carnaval con sus desfiles y el lunes, cuya noche es conocida como la «noche de brujas», la más multitudinaria de las festividades bañezanas en las que se cita gente de toda la geografía nacional e incluso algún que otro turista venido de más allá de las fronteras españolas.
Las festividades terminan con la celebración, el miércoles, de la «noche de cenizas», con el emblemático entierro de la sardina, una procesión en que se mezcla el tono carnavalesco con el fúnebre que termina en Plaza Mayor con la lectura por parte de El Corvillo de versos satíricos e irónicos haciendo una encíclica del año bañezano antes del reparto gratuito de pan, escabeche y vino y la quema de una falla con forma de sardina.
PONFERRADA, TIERRA DE LOS TEMPLARIOS
La tradición templaria de Ponferrada se remonta a los orígenes del municipio, que fue creado por Fernando II y entregado a los templarios en el año 1180 y cuyo monumento más emblemático son su castillo y fortaleza.
La ciudad berciana celebra su historia en la primera semana de julio con la denominada Noche Templaria, una celebración de cuatro días en cuyo acto inaugural, la «quiebra de luna» el prior de la Orden recibe las llaves del Castillo, otorgándole así el mando sobre la fortaleza.
Sigue a esto el nombramiento de los caballeros templarios, en la que los nuevos integrantes son nombrados oficialmente como miembros de la orden. La lista de espera suele ser de dos años, pero en ocasiones alcanza los tres. La misma noche, los caballeros neófitos desfilan y realizan una ofrenda al caballero de bronce.
La tradicional cena templaria tiene lugar en la segunda noche. El año pasado juntó a 500 comensales en su vuelta a «casa», el castillo, tras años en el espacio de Ponsferrata, a orillas del río Sil.
La tercera noche es la del acompañamiento, en la que el fray Guido de Garda guía el desfile a caballo de los miembros de la orden.
El domingo, última noche de las celebraciones, tienen lugar las justas medievales, en las que los caballeros se enfrentan buscando demostrar su superioridad frente al resto para nombrar al mejor combatiente de la orden.
Todas estas actividades tradicionales que dominan la agenda de cada día son acompañadas por un mercado medieval, talleres infantiles y todo tipo de funciones por las que pasar el día, como la «fuente templaria», espacio en el que se ofrecen pincho, bebida y un vaso templario de recuerdo.
JUSTAS MEDIEVALES DEL PASO HONROSO
Hospital de Órbigo vuelve cada año al siglo XV. Concretamente, al año 1434, en el que don Suero de Quiñones mantuvo abierto un desafío en el puente conocido como Paso Honroso que cruza el río Órbigo.
El torneo que tuvo allí lugar fue multitudinario. El notario real Pero Rodríguez de Lena dejó por escrito una crónica del hecho, en el que Suero de Quiñones estuvo acompañado por diez de sus mejores amigos y dominó a todo aquel que se cruzó en su camino a lo largo del mes que duró.
El caballero y sus diez sec uaces estuvieron invictos en 166 batallas hasta que no les quedó otra que abandonar el puente. La fama de don Suero alcanzó cotas tan altas que fue incluso mencionado en el Quijote de Cervantes.
A partir de 1997, la localidad empezó a dar vida en el primer fin de semana de junio de cada año a la memoria del famoso héroe leonés con un torneo de duelos a caballo en los que se juntan miles de damas, caballeros, mercaderes, campesinos, reyes, brujas, bufones, monjes, mesoneros y demás personajes medievales vestidos con trajes, escudos, espadas y música y que llenan las calles de una villa adornada con pendones, banderas, mercado y mesones para una inmersión total en el medievo hospitalense.
La celebración, que comienza el primer sábado de junio y se prolonga hasta altas de la madrugada, culmina en la tarde del domingo con el Gran Torneo en el palenque donde hacen su aparición los caballeros con sus damas y escuderos para enfrentar sus lanzas a lomos de sus corceles, recreando las numerosas victorias del hijo del Conde de Quiñones.
VILLABLINO REVIVE SU HISTORIA
El ayuntamiento de Villablino se demarca de los demás al no tener una celebración concreta destinada a rememorar y revivir la historia del municipio, sino que son varias las celebraciones que tienen lugar a lo largo del año.
La «Vaqueirada» es el principal ejemplo de fiestas ambientadas en el pasado de la zona. Su origen data de hace más de cien años. Consiste en el desfile de llamativas carrozas acompañadas de charangas y grupos regionales por el pueblo de Caboalles de Abajo
El «Mercau Tsacianiegu» se celebra el primer fin de semana de agosto de cada año en torno a la Casona, una casa tradicional lacianiega en forma de U. Se realizan exposiciones de labores tradicionales, puestos de productos artesanales, bailes y la «boda lacianiega», en la que los asistentes se reparten la tradicional ‘recha’ de manteca, todo en un ambiente situado un siglo atrás para en el que se vuelca todo Villablino.
«El Día del Valle de la Libertad» es una celebración en la que la villa celebra la entrega de la Carta Puebla al Valle de Laciana por Alfonso X «El Sabio». La celebración tiene lugar en el mes de julio, en Caboalles de Abajo e incluye visitas guiadas por el patrimonio local a la vez que el pueblo engalana sus casas y calles para la poder acoger distintos actos, como por ejemplo un desfile de pendones.
Por último, la feria de la trashumancia rememora la importancia que tuvo esa actividad en la zona con muestras de ganado ovino y mastines además de actividades culturales, recitales en patsuezo, teatro, juegos tradicionales y un largo etcétera. Esta feria se celebra coincidiendo con las fiestas patronales de Villablino, a mediados del mes de julio.
ASTORGA CELEBRA SU HERENCIA
Astorga es una ciudad bimilenaria que se divide, por cuatro días, en dos bandos: astures y romanos desde 1986, desde cuando por la celebración del bimilenio de la localidad, la ciudad celebra cada año su historia con recreaciones cada vez a mayor escala, con la inclusión de las catapultas en 1990, el recibimiento del César siete años después, que llevó a un nuevo nivel de inmersión de la ciudad en el mundo romano, pues se implantó el denario, la moneda romana, como divisa válida en los comercios locales que la aceptasen con un valor de 500 pesetas que pasó a ser de tres euros con el cambio a la moneda comunitaria.
Son muchas las actividades que se llevan a cabo en honor a su memoria histórica, los campamentos romanos y poblados astures, con más de 40 construcciones específicas representan el centro de la celebración. Son una ventana al pasado, con indumentarias de la época y una recreación de cómo era la vida hace dos milenios.
Las celebraciones incluyen un mercado astur-romano que complementa los poblados, la noche de druidas, con representaciones teatralizadas, la munera gladiatora, acto de apertura donde se exhiben y luchan gladiadores, el entierro del héroe Astur, que sigue los ritos fúnebres de la época, con una pira funeraria y un cortejo de tribus locales, el pacto de hospitalidad entre tribus astures para no atacarse entre ellas ante la amenaza romana y la boda astur, unión en la que la mujer elegía al marido y las uniones duraban un año y un día, jornadas gastronómicas y ‘en tu plaza o en la mía’, cenas de grupos astures o romanos por las plazas de la ciudad con ambientación y menús de la época y que demuestran que todo Astorga se vuelca con las celebraciones.
LA SEMANA SANTA DE SAHAGÚN
Son muchas las particularidades de la celebración de la semana santa de Sahagún que llevaron a que fuera declarada de interés turístico nacional. Comienzan una semana antes del domingo de ramos, con el domingo tortillero, en el que se subastan los pasos que tendrán lugar una vez llegada la semana santa y se celebra una romería en la que los asistentes terminan comiendo tortilla en el campo.
En el Domingo de Ramos se presenta la entrada de Jesús en Jerusalén, dentro de la procesión de Palmas. Es llevado por los más jóvenes de la cofradía que haya ganado la subasta.
Al contar Sahagún con dos cofradías, la de Santa Vera Cruz y la de Nuestro Padre Jesús Nazareno, la tradición es que la primera de estas organice el jueves santo mientras la otra organiza el viernes, dando lugar a una suerte de subasta de actos que comienza con la Procesión de la Oración en el Huerto, sigue con «La Ronda», en la que las autoridades recorren los distintos Monumentos Sacramentales para terminar en la capilla de Jesús Nazareno, donde los miembros de la cofradía esperan con cirios encendidos. Sigue a esto la «Hora Nona» , celebrada a medianoche en la que suenan doce campanadas entrecortadas por el sonido de una trompa. Cierra el jueves la ronda poética, en la que se recitan versos a las puertas de las iglesias mientras suenan carracas y matracas y los asistentes van vestidos con Capa española y farolillo.
El viernes santo tienen lugar la Procesión de los Pasos, en la que se sacan los pasos de mayor tamaño, peso y valor en la subasta dentro de una procesión espectacular. Sigue, llegada la tarde y tras el desenclavo, la Procesión del Santo Entierro, más solemnes y de mayor devoción y es habitual acompañarla con velas encendidas
LAS COFRADÍAS ASTORGANAS
La razón por la que la semana santa de Astorga es, desde 2011, de interés turístico nacional no es la peculiaridad de una de sus celebraciones, sino las ocho cofradías que contiene el municipio y que involucran a casi toda la ciudad.
La existencia de un junta encargada de tomar todas las decisiones relacionadas con la Semana Santa ha llevado a un aumento paulatino de los pasos y una aumento de las cofradías acorde a dicho incremento.
La cofradía de la Santa Vera Cruz tiene ordenanzas conservadas desde 1568 y sus orígenes son anteriores a esta fecha.
La cofradía de Jesús Nazareno fue fundada en Astorga en 1674. cincuenta años después que su homónima leonesa Desde muy pronto fue la encargada de organizar los primeros pasos del Viernes Santo y en 1751 edificó su capilla, que en el siglo XIX se convirtió en la iglesia parroquial de Puerta de Rey.
Casi trescientos años después, en medi de un impulso renovador de la semana santa astorgana, nacía la tercera cofradía, la de Nuestra Señora de los Dolores, en 1911, seguida quince años después por la Hermandad de Caballeros del Silencio.
La Cofradía del Bendito Cristo de los Afligidos nació en 1943, con sede en parroquia de San Andrés.
Los años 50 conocieron un nuevo espíritu renovador, al que corresponden las primeras actas conservadas de la Junta Profomento, la primera de las cuales trata la constitución de la Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén, que procesiona el Domingo de Ramos sacando el paso que lleva su nombre.
La Hermandad de la Santa Cena se formó oficialmente en 1969 y la última en formarse, la cofradía femenina de las Damas de la Virgen de la Piedad, surgió en 1993.
Entre todas estas cofradías, realizan un total de 16 procesiones que hacen única la semana santa astorgana.
SEMANA SANTA EN PONFERRADA
Declarada de interés turístico nacional, la semana santa de Ponferrada cuenta con una historia tan rica como larga.
Uno de sus elementos más característicos es el Lambrión Chupacandiles, arraigado en el s. XVII en el que un cofrade en pleno luto acompañado de niños recorre las calles de Ponferrada anunciando con una campanilla la llegada y celebración de la Semana Santa.
Las primeras cofradías en existir, la de Los Palmeros, hoy desaparecida, y de la Vera Cruz, existían ya en el año 1400. Mientras que 250 años más tarde nacía en la capilla del Carmen la Hermandad de Jesús Nazareno, que organiza cada Jueves Santo la Procesión de la Santa Cena, que recorre todo el casco histórico antes de terminar en la iglesia de San Andrés. A la mañana del Viernes Santo grupos de la cofradía, llamados corredores, vestidos con la tradicional túnica negra recorren la ciudad con clarines y timbales convocando a los hermanos para la procesión ponferradina más tradicional; la Procesión del Encuentro, que da comienzo a un día intenso que cuenta con otra procesión, la del Santo Entierro que incluye la presencia de trece pasos.
El sábado tienen lugar la Procesión de la Virgen de la Soledad» y el canto de la Salve frente a la iglesia de San Andrés.
Sigue a esto el domingo, con dos procesiones, las de El Santísimo Sacramento y La Patrona del Bierzo que desfilan al son de las campanas de la Basílica de la Encina además de la Banda de Música Ciudad de Ponferrada con el acompañamiento de las autoridades. Ambas procesiones terminan su camino dentro de la propia basílica, donde se celebra la eucaristía que da cierre a las celebraciones de la Semana Santa ponferradina