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Manuel, la muerte que lo cambió todo

Era encargado en un bar de Madrid. Estaba detrás de la barra cuando todo acabó. El 13 de septiembre de 1974 la cafetería Rolando saltó por el aire. Fue el primer atentado indiscriminado de ETA, la primera vez que la banda terrorista utilizó metralla. Mil tuercas que se convirtieron en mil disparos. Hubo 13 muertos y 70 heridos. Manuel Llanos Gancedo se convirtió en la primera víctima leonesa de ETA. Hace 50 años

Manuel Llanos Gancedo fue la primera víctima leonesa de ETA. Murió en el atentado de la cafetería Rolando, en Madrid, el 13 de septiembre de 1974.

León

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Habría cumplido 27 años, pero una decisión en la clandestinidad lo truncó todo. Como tantos otros jóvenes de León, Manuel Llanos Gancedo había emigrado a Madrid en busca de trabajo y futuro. Dejó Caboalles de Abajo y se instaló en la capital del país. Era camarero en un establecimiento céntrico de precios asequibles, la cafetería Rolando. Estaba en la calle del Correo, una de las diez que nacen en la Puerta del Sol en Madrid. Una calle corta de larga historia que debe su nombre a que era una parada de postas, la entrada principal para los carruajes que traían y llevaban la correspondencia. Desde el siglo XVII hay memoria de ella, un lugar muy transitado donde se sabía todo de la Corte, que había que frecuentar si se quería estar informado. Allí se sustanciaba toda la información, generalmente procedente de forasteros y recién arribados a la capital.

A esa calle llegaba todos los días Manuel Llanos. Lo hizo también el 13 de septiembre de 1974. Hace 50 años. Muchos de sus clientes eran policías nacionales, les quedaba al lado de su trabajo, la Dirección General de Seguridad, el mismo edificio que ahora es la sede de la Comunidad de Madrid. A las 14,30 de la tarde de aquel día seguía detrás de la barra. Entonces estalló una bomba con mil tuercas de dos centímetros. Llanos no murió en el acto, llegó con vida al Hospital de la Cruz Roja a las 15,30, una hora después de la explosión, pero no había nada que hacer, no le dio tiempo a entrar en quirófano. Junto a él murieron otras doce personas, dos de ellas tiempo después a causa de la heridas sufridas, una tres años y cuatro meses más tarde. Hubo 70 heridos. Sólo una de las víctimas era policía. La bomba iba dirigida contra ellos.

Fue el primer atentado indiscriminado de la banda terrorista Euskadi Ta Askatasuna, ETA. La primera vez que utilizó metralla.

El futuro de Manuel Llanos Gancedo se había decidido, sin que él lo supiera, muy lejos de allí. En agosto del año anterior, en 1973, la banda terrorista se reunió en Hasparren, una localidad del País Vasco francés. Una ‘junta general’ etarra llena de tensiones entre las dos facciones en las que ya estaba dividida la banda: militaristas y obreristas.

El 13 de septiembre se cumplen 50 años del primer atentado indiscriminado de ETA.Richard Le Manz 2024

El 14 de septiembre de 1974, dos jóvenes se sientan en una mesa de la cafetería Rolando y piden una consumición. Eran Bernard Oyarzábal y María Lourdes Cristóbal. Pagan y se van. En los servicios del bar, en el sótano, dejan un artefacto explosivo.

«Yo estaba trabajando en la barra del bar, me disponía a cobrar a un cliente, de pronto sentí una gran avalancha sobre nosotros e intenté salir para afuera corriendo. Oí gritos de socorro y me pareció como si perdiera el conocimiento. Al despertar vi muchos que sangraban, igual que yo, en medio de los escombros. Fue terrible». El Diario de León recogió con profusión los hechos y las declaraciones de los compañeros de Llanos Gancedo, como este de Emilio Candil, y el relato de la tragedia narrado en primera persona por testigos y supervivientes.

Manuel LLanos fue la primera víctima leonesa de ETA. Detrás de él hubo otros 30 asesinados de la provincia. La banda cometió dos atentados directos en León capital. El 22 de diciembre de 1995, mientras los niños de San Ildefonso cantaban la lotería de Navidad, explotó en la calle Ramón y Cajal el coche del comandante Cortizo, que acababa de salir junto con su hija adolescente de su domicilio en las casas militares de Álvaro López Núñez, en la plaza del Espolón, en el barrio de San Mamés. ETA le colocó una bomba lapa en los bajos de su vehículo, que reventó en la esquina entre Ramón y Cajal y la calle Abadía causando la muerte en el acto al militar y heridas de gavedad a su hija. El segundo atentado fue el del 6 de diciembre de 2004, en la cafetería Las Lleras, en la céntrica calle de Burgo Nuevo. ETA colocó una bomba en los servicios del bar. Hubo numerosos destrozos pero ninguna víctima.

Desde 1958, fecha en la que miembros de Ekin, organización radical expulsada de las juventudes del Partido Nacionalista Vasco, crean la banda, hasta el 20 de octubre de 2011, día en que la organización terrorista ETA realiza el anuncio del cese definitivo de su actividad armada, los terroristas etarras mataron a 853 personas y cometieron 3.000 actos terroristas. Han dejado 1.615 huérfanos, secuestrado a 79 personas, extorsionado a otras 10.000 con el llamado ‘impuesto revolucionario’ —una operación de la policía francesa contra la cooperativa Sokoa, en Hendaya, reveló que sólo entre 1980 y 1986 ETA había ingresado cerca de 1.200 millones de pesetas ‘recaudados’ entre al menos mil empresarios que habían recibido el ‘aviso’, la carta marcada con el hacha y la serpiente— y expulsado del País Vasco, por amenazas o miedo insuperable, a cerca de cien mil, que se exiliaron en otros puntos de España, aunque estos dos últimos cómputos son difíciles de cuantificar y son sólo estimaciones.

Miles de personas acudieron al entierro de Manuel Llanos en Caboalles de Abajo. Su muerte fue un duro golpe para su familia. Su madre nunca se recuperó. Nunca entendió por qué. En abril de 1976, el gobernador civil de León, Francisco Laína García, entregó a sus padres 750.000 pesetas como víctima del terrorismo. La banda nunca reivindicó el atentado y le echó la culpa a la extrema derecha y al franquismo. Manuel Llanos y Carmen Gancedo recogieron el dinero y el pésame del ministro de la Gobernación en la casa familiar de Caboalles.

El atentado de la cafetería Rolando marcaría también el futuro de la banda ETA. La brutalidad de la explosión y el hecho de que los muertos fueran civiles y sólo un policía provocó una escisión en la banda entre ‘milis’ y ‘poli-milis’. Resurgía con fuerza la antigua discrepancia entre los que abogaban por la prioridad absoluta de la actividad terrorista y quienes deseaban supeditarla a la lucha política. Los ‘militares’, que procedían mayoritariamente del Frente Militar, y los ‘político-militares’, del Frente Obrero, se separan en dos organizaciones: ETA militar y ETA político-militar. Arrancan aquí los años de plomo, una era de barbarie terrorista.

Una tornillería similar a la que usaron los etarras se muestra en el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo de Vitoria.ADRIAN RUIZ HIERRO / EFE

Un nombre en una lápida en Caboalles de Abajo recuerda a Manuel Llanos Gancedo, nacido en Villar de Vildas, Somiedo (Asturias) pero afincado con su familia desde que tenía 6 años en Laciana. Hijo de minero, empezó a trabajar ya de crío como aprendiz de camarero, había que ayudar en casa. Le ofrecieron trabajo en el Casino de Villablino, que se había fundado el 29 de abril de 1956 en el edificio propiedad de Evencio Arias, en la calle Avenida de Asturias. Tenía 236 socios. Cuando la familia que había arrendado el bar y contratado a Manuel decidió irse a Madrid y abrir negocio allí, le ofrecieron ir con ellos. Era la cafetería Rolando.

Llueve sobre Caboalles de Abajo. Hace 50 años, Manuel Llanos Gancedo era un joven con aspiraciones, que se había convertido en encargado de cafetería, acérrimo ‘merengue’, un tío feliz, como describían sus hermanos.

El 20 de octubre de 2011 la organización terrorista Euskadi Ta Askatasuna anuncia el cese definitivo de su actividad armada. David Pla, Izaskun Lesaka e Iratxe Sorzabal leyeron el comunicado que suponía el fin del terrorismo. Gobernaba el leonés José Luis Rodríguez Zapatero.

La banda tardó 44 años en reconocer el atentado en el que murió Manuel Llanos. Lo hizo el 3 de mayo de 2018, a las 14,06 de la tarde, el mismo día en el que ETA anunció su disolución definitiva. Para siempre. Sesenta años tarde.