Dana en León: los 167 lugares donde no deberías vivir
León es un refugio climático pero no está a salvo. Explora las zonas más vulnerables y los factores que contribuyen a ello. ¿Cómo afecta la urbanización y el cambio climático a la seguridad de los leoneses? ¿Qué soluciones existen para proteger a las personas y su patrimonio?
«Todo está hecho». «Sólo hay que aplicarlo». Lo dice Montserrat Ferrer Juliá, coordinadora del Máster Universitario en Riesgos Naturales de la Universidad de León. Con estas dos premisas no haría falta este reportaje. Ni, seguramente, la dana que cayó sobre Valencia hubiera tenido consecuencias tan catastróficas. Conocer qué puede suceder en el territorio en el que se vive y cómo actuar si hay una emergencia salva vidas.
«Es necesario que entendamos que los riesgos naturales no son fenómenos que suceden en otros países, sino que también se dan aquí», dice Ferrer Julia. Lo sostiene también Javier Santos González, geógrafo y director del Departamento de Geografía y Geología de la ULE. Y el consejero de Medio Ambiente de la Junta, Juan Carlos Suárez Quiñones. «La realidad de estos últimos años nos recuerda de forma dramática qué frágil es el ser humano y cómo este tipo de graves sucesos no pasan sólo a los demás. Los podemos sufrir cualquiera, en cualquier momento y en cualquier lugar. Vivimos unos tiempos en los que el riesgo climático, la meteorología extrema, cambiante y poco predecible, las catástrofes naturales en general, la violencia voluntaria, los peligros tecnológicos y el desarrollismo nos pueden jugar una mala pasada. Esto hace necesario que como sociedad, lo público y lo privado, los comportamientos colectivos y los individuales, colaboren en que seamos una sociedad más segura», dice el consejero.
Incendios forestales, inundaciones, nevadas, desprendimientos y rotura de presas son los riesgos a los que se enfrenta León. Y su orografía, que complica el transporte de mercancías peligrosas.
Dice el dicho popular que el agua siempre vuelve a su cauce. Y el razonamiento lógico que la primera premisa sería no haber construido en zonas inundables.
Los vecinos de 167 localidades de la provincia viven en zonas inundables y tienen edificios en lugares que corren riesgo de ser anegados en un periodo inferior a 10 años, tienen una alta probabilidad de inundación en un periodo de 10 años.
En las estadísticas extraídas a partir de la cartografía de la Serie Cartografía Topográfica Urbana de la Junta de Castilla y León y la cartografía de zonas inundables asociadas a periodos de retorno del SNCZI (Sistema Nacional de Cartografía de Zonas Inundables), realizadas por Adrián Melón Nava, geógrafo e investigador predoctoral en el Departamento de Geografía y Geología de la Universidad de León, Bembibre encabeza el listado de ese riesgo por el número de edificaciones que resultarían afectadas por una inundación: 116 de las 708 parcelas dedicadas al uso residencial.
Por edificaciones inundables, a Bembibre le sigue Camponaraya (con 97 parcelas residenciales inundables), Requejo de la Vega (también con 97), Cacabelos (con 93), Valtuille de Abajo (con 79), Alija del Infantado (con 70), San Miguel de las Dueñas (con 69), La Pola de Gordón (con 65), Santa Coloma de la Vega (con 59), Villafranca del Bierzo (con 50) y Ponferrada con 38 parcelas residenciales que quedarían anegadas. León capital no se queda al margen de este riesgo. Las zonas más problemáticas están en Villaobispo, el Paseo de Salamanca, la zona de chalets de Eras de Renueva, el entorno del Campo de Fútbol, Puente Castro, toda la ribera del Torío, los terrenos próximos a la fusión entre el Bernesga y el Torío y el entorno de la presa del Carbosillo, pese a que ha sido encauzada, según datos de la Confederación Hidrográfica del Duero, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica. (La cartografía de zonas inundables de la provincia se puede consultar en el visor público https://unileon.maps.arcgis.com/apps/instant/basic/index.html?appid=68709e63058147c6af5d18edb1f4491a)
«León ciudad, al igual que cualquier población que esté en la influencia de ríos, masas de agua y cauces, está sometida a riesgos de inundabilidad. De hecho se han sufrido episodios de inundaciones», apunta el consejero Suárez-Quiñones.
León, por su posición geográfica y lejanía del Mediterráneo, no se ve afectada por las precipitaciones torrenciales persistentes y extensas de una dana pero sí está expuesta a fenómenos meteorológicos adversos con menor impacto. El máximo histórico registrado por la Aemet, la Agencia Estatal de Meteorología, en el observatorio de León, en La Virgen del Camino, fue el 26 de septiembre de 1987, con 115 litros/m2, asociado a una borrasca atlántica, muy lejos del registro del 29 de octubre, con 772 litros/m2 en 24 horas en Turís (Valencia). «Situaciones de temporales de lluvias persistentes, asociados a una secuencia de borrascas atlánticas, a los que se suma en ocasiones el deshielo, son las de mayor riesgo potencial de inundaciones en León, aunque también hay que tener en cuenta las inundaciones locales repentinas consecuencia de fuertes tormentas, asociadas a danas o situaciones de gran inestabilidad», advierte del consejero de Medio Ambiente de la Junta.
Cabañas, una pedanía de Valencia de Don Juan, tiene el cien por cien de sus parcelas urbanas residenciales dentro de zonas inundables. Le siguen La Nora del Río, en Alija del Infantado, con un 88,5 % de su zona residencial, Seisón de la Vega, en San Cristóbal de la Polantera, con el 82,4 %, Santa Colomba de la Vega, en Soto de la Vega, Pedregal en Las Omañas, Requejo de la Vega, Ambasmestas, Trascastro de Luna y Villaverde de los Cestos, en el municipio de Castropodame.
En una gran avenida, con una probabilidad excepcional pero no imposible (lo que se conoce como zona afectada por el periodo de retorno de 500 años), quedarían inundadas completamente las localidades de Cabañas, Seisón de la Vega, Santa Colomba de la Vega, Valtuille de Abajo, San Cipriano del Condado, Veguellina de Fondo, Las Omañas, Villamediana de la Vega, Villarrabines, Navianos de la Vega, Villafruela del Condado, Villavidel, Casa de la Vizana, Alcaidón, Villaverde de Sandoval y Nogales.
No tan lejano
El 1,9% de las edificaciones de la provincia están en zonas de inundación con un periodo de retorno de 10 años (alta probabilidad de inundación en 10 años, el evento menos excepcional de los recogidos por la cartografía de zonas inundables), el 3,9% en un periodo de retorno de 100 años (probabilidad media) y para zonas inundables de periodo de retorno 500 años (probabilidad excepcional) el 5,7% de las parcelas urbanas, apunta Adrián Melón. «Hay que tener en cuenta que son parcelas urbanas agrupadas y no edificaciones individuales. En muchas ocasiones varias viviendas están dentro de una misma parcela en la cartografía utilizada», especifica este investigador predoctoral de la ULE.
Sólo entre León capital y Ponferrada estarían directamente afectadas al menos 1.263 personas, 93.271 en Castilla y León, con Valladolid como la ciudad con más riesgo según el Observatorio de Sostenibilidad, que no contempla el resto de las ciudades que no son capital de provincia ni los pueblos.
«Las inundaciones son eventos que siempre han acompañado a las sociedades y nos equivocamos si nuestro objetivo es hacerlas desaparecer, es una lucha completamente desigual que nunca vamos a ganar. Sin embargo, lo que sí podemos hacer como sociedad es adaptarnos a ellas para minimizar sus daños. De hecho, es lo que el hombre ha hecho durante siglos, todos sabemos que los cascos antiguos de los núcleos de población próximos a los ríos normalmente se ubicaban en los terrenos más elevados», apunta Montserrat Ferrer.
La coordinadora del Máster en Riesgos Naturales de la ULE apuesta porque los ciudadanos tengan conocimientos sobre las medidas de protección que pueden tomar. También lo hace el consejero de Medio Ambiente, quien reclama no sólo un análisis por parte de las administraciones tras la dana de Valencia sino la implicación de los ciudadanos. Y apela directamente Quiñones a la responsabilidad de los ciudadanos para cuidarse ante una emergencia.
«Lo público siempre debe hacer examen y análisis de las situaciones como la que se está viviendo en Valencia, especialmente de las nuevas realidades de catástrofes, en este caso de carácter natural, para autoanalizar la estructura normativa, de organización, de medios personales y materiales para estar lo más preparados posibles primero para el funcionamiento de los recursos preventivos que puedan adelantarse a este tipo de situaciones, proceder a los avisos correspondiente con alteración suficiente y poner en marchas medidas que eviten o minimicen el daño, y para abordar la situación cuando se materializa el riesgo. Pero también la ciudadanía tiene que hace examen de la situación y entender que el concepto de autoprotección, de responsabilidad y prudencia son básicos para proteger sus vidas y las de los demás hasta que lleguen los recursos del sistema de protección civil», reclama Suárez-Quiñones.
El problema está en que esos conocimientos no llegan a la población. Y que las páginas donde se puede buscar esa información son a menudo complejas y poco intuitivas.
La Junta de Castilla y León ha editado unos folletos con esa información para todos los núcleos de población que tienen zonas inundables. «Incomprensiblemente muy pocas personas los conocen», denuncia Montserrat Ferrer.
Ese desconocimiento lo avala la propia Junta de Castilla y León, que aprobó en 2021 el Plan de Autoprotección de Castilla y León, que el pasado año puso en marcha un Programa de Autoprotección de Castilla y León (ProtecCyL) y ha dado cursos de autoprotección, también en colegios, aunque sólo a 40.600 personas de los 2.393.741 habitantes que tiene la Comunidad según los datos del INE del 1 de octubre de 2024.
«Con carácter general toda la población puede verse sometida a riesgos que afectan a su seguridad. Cierto es que quienes viven en poblaciones enclavadas en zonas forestales o en riberas de ríos y cauces, o en zonas de montaña tienen riesgos colectivos más acusados, pero también quienes circulan en vehículos o trabajan en empresas con maquinaria, productos peligrosos, o en casa, todos de forma colectiva o individual estamos sometidos a riesgos», dice el consejero Quiñones. «Pero pensemos que dentro de nuestra casa, en la fábricas, en las empresas en cualquier lugar estamos sometidos a riesgos que tenemos que conocer, prevenir y saber abordar si se materializan», incide.
Lo que hay que hacer
Ante la avalancha de desconocimiento, Montserrat Ferrer Juliá propone una guía rápida de cuestiones prácticas que cualquier persona puede hacer. «Para empezar, consultar los mapas de las zonas inundables, que existen en la web y son de disposición pública», dice. «Toda persona que se vaya a comprar o alquilar una casa debería saber en su núcleo urbano cuáles son las zonas inundables», apunta Ferrer.
Y, sobre todo, saber qué es lo que podemos hacer y qué no en caso de inundaciones. Los enumera esta experta en riesgos naturales:
— Evita las zonas próximas a los cauces, aunque estos estén habitualmente secos. Si estás en medio del campo, vete hacia terrenos elevados.
— Evita cruzar por zonas inundadas, tanto en coche como a pie. Aunque veas que la profundidad del agua no es muy elevada, recuerda que el agua en una avenida tiene mucha fuerza, puede tirarte solo con llegarte un poco más abajo de la rodilla y una vez en el suelo, es difícil levantarse.
— El coche empieza a flotar cuando el agua supera los ejes de las ruedas por lo que si estás en esa situación, sal. Es sólo un coche, aunque te ha costado mucho esfuerzo comprarlo y lo puedes necesitar para el trabajo, tu vida es mucho más importante, es única.
-Si se inunda tu vivienda vete a las partes más elevadas de la vivienda, a los pisos más altos y si no tienes intenta movilizarte hacia el tejado. Una vez estés es un sitio seguro, avisa al 112 del evento. Puede estar colapsado, no es que no estén trabajando, inténtalo más tarde o llama a alguien para que lo haga por ti, así guardas batería.
— Desconecta la energía eléctrica. Si tienes disponible una linterna, utilízala, a ser posible distinta de la del móvil para disponer de más batería para mantenerte comunicado.
— Acumula comida y agua en las partes altas de la casa para tener acceso a ellas durante la emergencia. Recuerda que puede que no tengas electricidad, así que no podrás cocinar durante algunas horas o incluso días.
— Coloca los productos tóxicos en las partes altas de la casa para evitar contaminaciones.
— Si tienes un jardín o ventanas con objetos, guárdalos todos para evitar que se acumulen y produzcan taponamientos.
— Mantente informado de las predicciones meteorológicas si es posible. Recuerda que aunque en tu casa no haya llovido, el río lleva el agua que ha precipitado en un territorio mucho mayor, la inundación puede producirse en zonas alejadas de la precipitación.
Y para minimizar los daños recomienda:
— Intenta tener los documentos/enseres más importantes en los estantes o pisos más altos de la casa.
— En caso de tener una vivienda en zona inundable, es recomendable que el sistema eléctrico esté a una altura más elevada de lo normal. De esta manera, inundaciones más frecuentes que alcanzan 30-40 centímetros no afectarán a tus electrodomésticos.
— Revisa de vez en cuando el estado del tejado, la canalización y desagües cercanos, para estar seguros que drenan bien en caso de inundaciones.
— Conoce las vías de evacuación que existen en el núcleo urbano donde vives, así como los puntos de reunión.
«Especialmente en áreas de montaña, el riesgo de deslizamientos y de avalanchas de nieve también está presente, como se está viendo con el corte de la AP-66 y con el corte parcial de la CL-631 en Páramo del Sil. En ocasiones se trata de desprendimientos en parte provocados por la construcción de las propias infraestructuras, que deben de tener en cuenta las características de las rocas que atraviesan. En otros casos hay zonas que se encuentran sobre grandes deslizamientos generados tras el retroceso glaciar, como ocurre en algunas zonas del Valle de Laciana y que, ocasionalmente, se muestran aún activos. Para las avalanchas de nieve, existen también cartografías específicas con las zonas de más riesgo e informes puntuales sobre las zonas donde son más frecuentes, como Picos de Europa», apunta Javier Santos González, director del Departamento de Geografía y Geología de la ULE.
«Estos eventos más o menos extraordinarios ponen en evidencia la importancia de conocer bien el territorio, su geografía, para poder hacer una correcta planificación, la Ordenación del Territorio, así como la necesidad de que las decisiones políticas se basen siempre en informes técnicos previos de los especialistas. Sólo de ese modo se pueden evitar o minimizar los daños que producen en un territorio cada vez más ocupado por las actividades humanas. De ahí la importancia de titulaciones como el Grado en Geografía y Ordenación del Territorio, o el Máster Universitario en Riesgos Naturales, ambos impartidos en la Universidad de León, en los que alumnos aprenden a manejar las herramientas necesarias para tener en cuenta esos riesgos», reivindica Santos.
La ciudad de León no tiene planes específicos ante cualquier tipo de emergencia, «se coordinan a través del Plancal, que es el instrumento que permite a la administración de la Comunidad de Castilla y León hacer frente a las situaciones de grave riesgo colectivo, calamidad pública o catástrofe extraordinaria que puedan presentarse en su ámbito competencial. En este órgano participan Policía Local, Bomberos y Protección Civil. El máximo responsable del Plancal en León es el delegado territorial de la Junta», dicen desde el Ayuntamiento. Lo mismo sucede en el resto de la provincia. Tampoco la Diputación los tiene. «El Cecopi lo establece según el grado de emergencia la administración autonómica o el Estado y los medios de la Diputación se ponen a disposición de la administración competente en cada caso. Así lo han hecho en algún simulacro que se ha hecho por ejemplo en caso de la rotura de una presa», informan desde la Diputación Provincial.
Lo que falla, lo que han hecho los políticos, el derecho a saber qué hacer
Informes, estudios y cartografía no faltan. Lo que falla lo tienen muy claro estos especialistas de la Universidad de León.
«Durante estas últimas décadas, el desarrollo de la Hidrología ha supuesto un gran avance en el conocimiento de las avenidas e inundaciones y, aunque a nuestros ojos, después del evento de Valencia, puede parecer que es insuficiente, los estudios en nuestro país no parten desde cero, ni mucho menos. Tenemos una gran cantidad de cartografía que muestra los tramos más peligrosos de nuestro país en materia de inundaciones. Otra cosa es que luego los estudios queden en un cajón, que esos estudios propongan medidas para disminuir los daños y que por falta de recursos, interés o decisiones personales de dirigentes de las distintas administraciones no vean la luz», denuncia Ferrer.
«En las últimas décadas el espacio que tradicionalmente estaba despoblado por el riesgo que suponían las grandes avenidas se ha ido ocupando y se han realizado numerosas viviendas e infraestructuras. A pesar de que geógrafos y otros profesionales han realizado cartografías de detalle en las que se delimitan muchas de esas zonas como zonas potencialmente inundables. Es cierto que en algunos lugares se han tomado medidas para prevenir los daños de las avenidas, como el nuevo cauce del río Turia, en Valencia, pero también lo es que en otros casos no se han realizado las obras necesarias para evitar el impacto de las grandes riadas que, como se sabía, podían ocurrir en la zona», aporta el geógrafo Javier Santos. «Es necesaria una reflexión sobre la importancia de tener en consideración los riesgos naturales y tomar muy en serio los informes técnicos realizados por geógrafos y otros profesionales, que delimitan aquellas áreas potencialmente afectadas por inundaciones, deslizamientos o avalanchas de nieve, entre otros», añade. «Las decisiones políticas no deben prevalecer sobre esos informes técnicos», sostiene con contundencia Santos.
«No es nuevo decir que algunos políticos, especialmente a nivel municipal, con el silencio cómplice de otras Administraciones, han abusado de su poder y permitido el desarrollo urbanístico en zonas inundables. Pero también se ha de destacar que muchos edificios que están en estas zonas son de épocas anteriores a estas leyes. ¿Qué hacemos entonces? ¿Tiramos todas las viviendas, sacamos a toda la población de sus casas?», se pregunta Montserrat Ferrer Julia. La coordinadora del Máster en Riesgos Naturales de la ULE apuesta por ser «realistas» y explica que «se puede hacer una adaptación de las viviendas para, en caso de que exista una inundación, los daños sean menores». Y avisa: «Es necesario que entendamos que los riesgos naturales no son fenómenos que suceden en otros países, sino que también se dan aquí. En el caso de las inundaciones, los especialistas han generado y siguen generando mucha información útil para la gestión de las inundaciones, pero falta que sus propuestas no queden en papel mojado, guardadas en armarios, y que haya un proceso de educación a la población sobre la temática, de manera que todo el mundo sepa cómo actuar. Al igual que en los colegios se les enseña a los niños cómo salir de él en caso de incendio, la población tiene derecho a saber cómo actuar ante los eventos naturales».
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