Diario de León

Ni cámping en la orilla ni ríos 'pelados'

El río Sil

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León

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Por los ríos no fluye mejor el agua cuando hay menos vegetación. Otro bulo que hay que desmontar. Es un error tener los cauces ‘pelados’, limpios. Lo sostiene con contundencia la catedrática de Ecología de la Universidad de León, Camino Fernández Aláez, aunque ella prefiere sustituir el término limpio por el de gestión de los cauces. Y añade algo más: en León ni siquiera es necesario. Menos aún porque en la provincia no existen especies invasoras en los cauces, como sí ocurre en Valencia.

«No es sólo ya una cuestión ecológica o para preservar la biodiversidad, es que la vegetación autóctona en los ríos actúa de protección frente a las crecidas», dice. «Modula la velocidad del caudal, la profundidad de la avenida, el potencial erosivo del agua y favorece la filtración de agua en el suelo», añade Fernández Aláez. «Es una especie de amortiguador», explica.

Y pone un ejemplo muy didáctico: «La vegetación, tanto arbórea como herbácea actúan como una esponja».

Así que en los cauces de León conviene que siga habiendo sauces, alisos, avellanos, fresnos, arbustos y, por debajo de la cabecera de los ríos, olmos y sauces y, por qué no, chopos que, aunque no sea una especie autóctona, está ya naturalizada y actúa incluso como ‘flitro verde’ que ayuda a depurar las aguas.

Esgrime esta catedrática de Ecología de la ULE la directiva europea que obliga a la conservación de las riberas. «Hay poco más que decir, está legislado», añade Aláez.

Tener vegetación ea además un seguro contra la sequía. «Si llueve poco recargan los acuíferos y aportan agua a los cauces de forma progresiva», explica la profesora.

Hay otro bulo informativo que desmonta: el impacto negativo de la eliminación de pequeñas represas y azudes. Y pone como ejemplo el del Bernesga a la altura de San Marcos. «Fue una obra bien hecha, retenía el agua y su eliminación ha permitido la conectividad del río», expone.

Y aunque pone en valor el encauzamiento del Bernesga a su paso por la León ciudad —«está bien resuelto, no es duro», dice— aclara que los núcleos urbanos son los lugares donde más sufren los ríos de la provincia por la desaparición de la vegetación de ribera y, aguas abajo, por la extracción de áridos o la existencia de vertederos. Sin tener en cuenta otras infraestructuras en las orillas, como cámping, zonas de autocaravanas o lugares donde se puede acampar.

Eso que muchos llaman maleza es en realidad un seguro contra las riadas.

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