Las heridas humanas del Curueño y el Porma
«La transformación de los márgenes de los ríos Curueño y Porma ha provocado un notable incremento en las áreas vulnerables a inundaciones». Lo sostiene Daniel Andrés Fernández, geógrafo y Máster en Riesgos Naturales.
«Al estabilizar y estrecharse los cauces mediante la plantación de chopos y la construcción de azudes, los terrenos que previamente eran ocupados por el río han sido reemplazados progresivamente por terrenos de cultivo. Esto ha llevado a que la llanura de inundación, antes dedicada casi exclusivamente a la función de dispersión de aguas durante las crecidas, se vea ahora alterada y en parte colonizada por actividades agrícolas. Aumenta así la vulnerabilidad de estas zonas, ya que estos lugares serán más propensos a inundaciones. Estos cambios se han producido mayoritariamente durante los años 60 y 70 del siglo pasado», destaca Daniel Andrés, que abordó los cambios de usos del suelo en zonas inundables del Porma y el Curueño en su TFM del Máster.
Este geógrafo avisa que «también se ha producido un aumento de la superficie edificada en zonas inundables para todos los periodos de retorno, incluso en las zonas de probabilidad alta de inundaciones, por lo que el riesgo para la población es mayor».
«El mayor riesgo de inundaciones en estas zonas se produce desde finales de otoño hasta principios de primavera. Estas grandes crecidas se deben a fenómenos de rápido deshielo producidos por periodos de importantes lluvias que derriten la nieve acumulada previamente. De hecho, hay estudios que prevén que este tipo de inundaciones producidas por efecto del rápido deshielo serán más frecuentes en el futuro en estas zonas», añade.
«La renaturalización de las cuencas y la regulación de los caudales mediante embalses como el del Porma disminuyen el riesgo de grandes avenidas, la cuales tienden a producirse con más frecuencia entre finales de otoño y principios de primavera. No obstante, la vulnerabilidad a inundaciones ha aumentado debido a la ocupación de la llanura de inundación y a la aparición de nuevas construcciones e infraestructuras en las zonas susceptibles a inundaciones. Esto se debe a una incorrecta gestión de la ordenación territorial», explica Daniel Andrés, que lanza una recomendación: «Implementar políticas de ordenación territorial más estrictas y regulaciones que restrinjan construcciones y cambios de usos del suelo en áreas inundables para reducir la vulnerabilidad de estas zonas».