«No entendemos por qué 'lo latino' es ahora una etiqueta peyorativa»
El trío leonés rescata de su memoria los sonidos más rockeros de su adolescencia y los plasma, a su manera, en su nuevo disco, «¡Qué grande es esto del amor»
LORENZO CALONGE | texto Café Quijano consiguió, hace ya mucho, resolver la ecuación del éxito musical, una operación con la que muchos se atascan y sólo pocos solucionan. Logrado lo más difícil, ahora todo consiste en darle «matices» a un sonido y esperar que la calculadora empiece a acumular ceros (a la derecha). Con su cuarta entrega, ¡Qué grande es esto del amor! (sale a la venta el martes), ya tienen a miles de personas tarareando una canción, Dame de esa boca , gracias a un anuncio de televisión. Un tema que, por cierto, no estaba previsto que formara parte del álbum. Los «matices» a los que alude el grupo se traducen esta vez en un sonido más rock, en perjuicio de los ritmos latinos que predominaban en trabajos anteriores. A todo ello hay que sumar dos colaboraciones de relumbrón: Joaquín Sabina y Celine Dion. -¿Por qué habéis apostado más por el rock en este disco? -(Manuel) Somos gente que pasamos de los treinta y que hemos escuchado mucho rock. Nos encantan los Rolling, AC/DC o Eagles y eso, a la hora de grabar un disco, se nota porque tratas de darle los matices de cosas que has oído. -(Raúl) Nos apetecía hacer ahora algo más rock porque disfrutamos con ello y al final eso es lo que importa, pasarlo bien. Pocos grupos han hecho cosas tan diferentes en cuatro álbumes. Nos gusta. -(Manuel) Tampoco nos equivoquemos. En el anterior disco había estas guitarras, aunque estaban más escondidas. Lo único que hemos hecho ha sido sacar a la superficie lo que ya había en La taberna del buda. Es un matiz: hacer más presente lo que antes estaba en un segundo plano. -¿Será éste el sonido dominante en los próximos trabajos? -(Manuel) No, no. Igual que en éste no teníamos nada premeditado cuando entramos en el estudio, ¿quién sabe lo que puede ocurrir en los siguientes? A lo mejor nos da por hacer tecno, no lo sé, porque hubo una época, en los ochenta, en la que escuchábamos mucha música tecno. No tenemos ni la más remota idea de lo que puede pasar. Igual hacemos uno entero de boleros. Lo que no vamos a hacer va a ser copiarnos a nosotros mismos. -¿Los ritmos latinos impiden acceder a algunos mercados? -(Manuel) «Lo latino» se está utilizando ahora como una etiqueta peyorativa, como de segunda división, y no lo entendemos. -(Raúl) Cuando hace un año era todo lo contrario además. -(Manuel) «Lo latino» es un estigma que marca a un determinado estilo musical. ¿Lo latino, qué se quiere decir exactamente cuando se habla de música latina? Somos latinos por nacimiento y por situación geográfica. Si por cantar en español somos latinos, pues muy latinos y a mucha honra. Pero creo que la gente confunde bastante el significado de esa palabra. -¿Por qué ha adquirido ahora ese sentido despectivo? -(Raúl) No es que lo digamos nosotros, sino que es algo que hemos captado en entrevistas y conversaciones. A nosotros nos disgusta que se le trate como algo de segunda división, porque es algo que hemos hecho y amado desde que éramos pequeños. Ahora quizás hagamos más rock, pero a lo mejor dentro de dos años componemos un disco entero de boleros. No nos sienta bien que digan eso. Además, hace un año lo latino era lo más y ahora se ha pasado de moda. -(Manuel) Volviendo a tu pregunta inicial, no tengo ni idea si el sonido latino puede ser un impedimento para acceder a algunos mercados. Cuando hacemos música no sabemos si nos van a llamar latinos en algún mercado. Probablemente, para entrar en el mercado inglés sea muy complicado porque no cantamos en inglés y para entrar en los estados americanos con un sentimiento del country más profundo, tampoco funcionaríamos. -¿Hasta qué punto tenéis presente la visión comercial de un disco cuando lo estáis componiendo y grabando? -(Manuel) Café Quijano hace música para tratar de reflejar un pensamiento o para describir un personaje que nos ha llamado la atención. Hacemos música para que nos guste, para sentirnos contentos escuchándola y tocándola. No nos planteamos más. Queremos que llegue al mayor número de gente posible, dentro de las posibilidades, pero no pensamos en acceder a un mercado u otro. Porque si no, para cada mercado tendrías que darle ciertos matices. Hay que hacer lo que gusta y luego que entre donde pueda. Es una lotería. Al final, donde menos te lo esperas funciona. Vas a Rusia y a lo mejor les gusta. -El hecho de haber creado un sonido propio, y hasta una estética, ¿os hace sentiros en una posición privilegiada dentro de una industria a la que cada vez se le acusa más de crear fotocopias? -(Manuel) No sabemos si estamos en una posición o en un concepto mejor o peor, lo que sí tenemos claro es que estamos en un concepto de independencia. Nada más oír una canción se sabe que es de Café Quijano. ¿Eso es bueno o es malo? Depende. Hemos conseguido ir manteniendo esa línea en los últimos siete años, y eso es lo mejor que hemos podido tener. Para otras cosas supongo que a lo mejor resulta negativo. -¿Falta originalidad en la música actual? -(Manuel) No. Creemos que no se está dando valor a toda la originalidad que existe o que no se está dando la posibilidad a que la originalidad sea un fenómeno más general. No se da pie a que aflore porque, ahora mismo, la copia de modelos ya triunfantes aporta rendimientos económicos y entierra esa originalidad. -¿Consideráis insuperable el éxito del disco anterior, «La taberna del buda»? -(Raúl) El mercado está ahora mucho peor, así que hay que vender casi el doble para superarlo. Lo básico hoy es que la gente lo disfrute tanto como nosotros haciéndolo, y si encuentran algo mejor que lo compren. -(Manuel) Este trabajo, hasta ahora, es el mejor que hemos hecho. Hemos superado los discos anteriores. Ahora bien, luego es el pueblo quien dicta sentencia. -Respecto a la calidad musical, ¿estáis cerca de vuestra idea de perfección? -(Raúl) Somos aprendices. -(Manuel) Sí hay una cosa que está clara: no sabemos dónde nos encontramos en el listón que mide la calidad, pero sí estamos contentos con lo que hacemos y también somos conscientes de lo que nos queda. Lo que nos queda es algo a lo que nunca se llega. La perfección no existe en la música. Es como el deporte, donde continuamente se están batiendo marcas y no se encuentra el tope. En la música todavía se encuentra mucho menos el límite. Sólo accedes a un porcentaje mínimo de lo puedes llegar a aprender. -(Raúl) De todas formas, con ésto ocurre lo mismo que con el éxito. Si te preocupas sólo del triunfo, te pierdes muchas cosas que pasan por el camino. Por supuesto que queremos llegar a más gente y ser mejores, pero saboreando lo que vamos haciendo hasta que lleguemos a ese máximo que nunca se alcanza. El gusto radica en el día a día. -Por más canciones que hagáis, el gran público siempre os va a terminar reclamando los mismos temas, ¿os cansáis de tocar siempre los mismos? -(Manuel) Lo único que hace que no te canse es la respuesta del público. Si ves que la gente sigue disfrutando con ella, tú también. Todo depende de la complicidad que exista entre la canción y el público. Si tocas un tema y no obtienes respuesta, la puedes sentir mucho, pero no la vas a disfrutar tanto. Nunca me voy a cansar de La Lola o La taberna del buda si hay sintonía con la gente. -En un local de ensayo será distinto. -(Óscar) Eso está en el sentir de cada uno, en cómo te encuentres. Nosotros estamos agradecidos a la vida, a la música, y nos encontramos en una situación privilegiada por dedicarnos a lo que nos gusta. -Después de haber colocado varios temas en lo más alto de las listas, ¿se puede sacar un disco sin pensar que tenéis ahí un pelotazo? -(Raúl) Somos muy críticos. Si no estuviéramos convencidos de lo que hemos hecho, no podríamos sacarlo a la venta. Aunque claro, nadie te va a garantizar que algo va a triunfar. -Ahora que el fenómeno de «Operación Triunfo» pierde fuelle, ¿temisteis en algún momento que la llegada repentina de muchos nuevos cantantes podría perjudicaros dentro de un mercado que además estaba en crisis por el problema de la piratería? -(Manuel) Los lugares que uno ocupa en la música no se entregan al artista de por vida. Son lugares momentáneos, casi virtuales, donde de un día para otro desapareces. Nosotros, al menos con el disco de La taberna del buda, teníamos un sitio que nadie nos iba a quitar. El resto podía ocupar otros lugares, pero el nuestro no. Ahora, con el nuevo álbum esperamos encontrar otro lugar. El que quiera venir a nuestro espacio será bien recibido y, por supuesto, será partícipe de lo que exista. La gente es libre de elegir. -¿El espacio hay que conquistarlo en cada trabajo, no vale con haber conseguido un sonido propio? -(Manuel) No. Podemos tener un sonido, pero al sonido hay que darle matices. Si no aportas algo nuevo cada vez, te quedas sin sitio. Aquí pasa lo mismo que en el deporte: un campeón olímpico que quiere revalidar su título tiene que mejorar, no le llega con lo que era hace cuatro años. -(Raúl) Si te duermes en los laureles, mala cosa. El que se va a Sevilla perdió su silla. -¿Conseguirá la industria ganar la batalla a la piratería? -(Manuel) De momento no están demostrando que son capaces. Llevan unos años mostrando una ineficacia total y absoluta. Parece que no tienen la llave de la legalidad, así nos va. -¿A qué se debe esta ineficacia? -(Manuel) Porque no se ponen de acuerdo entre todos. ¿Por qué a la administración no le interesa? Ése es uno de los asuntos clave. La administración podría terminar con la piratería aplicando la ley. -¿Creéis que los discos son caros? -(Manuel) Sí, pero tampoco es la solución. Los discos son caros, pero depende con qué los compares. -(Raúl) Por mucho que baje el precio de los discos nunca será el mismo que el ilegal. -(Manuel) El argumento del precio no creo que sirva para explicar la piratería. No es la causa del problema. La razón es que hay que gente que encuentra en esta vía una posibilidad de negocio, de la misma forma que la pueden encontrar en las drogas.