Diario de León
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León

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Mezclar el talento, la fama, el dinero y el lado oscuro de un personaje público parece ser una de las grandes funciones de la televisión del siglo XXI. La caída de Michael Jackson, llegue o no a ser declarado culpable, ha sido televisada en directo y es difícil competir con un espectáculo como ese. A juzgar por la expectación mediática creada por el caso, sólo comparable al juicio contra O.J. Simpson, se diría que lo menos importante es la culpabilidad del cantante. La especulación ha tomado las portadas de los diarios y las horas máxima audiencia televisiva y aunque la noticia real, -Michael Jackson está siendo investigado por abuso de menores-, se pueda resumir en pocas palabras, la combinación de escándalo y entretenimiento alimenta con voracidad una máquina que acaba de echarse a andar. Un invierno judicial Lo que se ha visto en esta semana es el preámbulo de un largo invierno en el que el juicio contra Jacko, -nombre con el que le definen los tabloides norteamericanos, mezcla entre Psyco y Jackson- tiene todos los visos de convertirse en el acontecimiento del año. Transformar los errores, delitos o deslices de un personaje público en entretenimiento es probadamente el mejor alimento de los medios de comunicación de hoy en día. Ahí radica la paradoja: acusado de un crimen que hasta los reclusos de las cárceles castigan con dureza entre ellos por ser considerado el más ruin de todos los posibles, Michael Jackson se ha convertido en apenas cuatro días en el rey de los medios de comunicación y su trono promete ser sólido y firme por una larga temporada.

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