Diario de León

Atractiva estética, civilizada deportividad

Conducción sin tensiones y pinceladas estéticas más propias de un deportivo europeo, resultan ser los signos de identidad de un «dos puertas» con el que Chrysler se lanza a la conquista de los corazones...

Publicado por
JAVIER FERNÁNDEZ | texto
León

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Se llama Crossfire y es el primer resultado de la simbiosis Daimler-Chrysler en el campo de los biplaza deportivos. Tanta es la simbiosis, que el yankee resulta ser una -casi «perfecta»- clonación del SLK (de ahí proceden buena parte de sus piezas) e incluso se fabrica en la factoría de Karmann, el carrocero germano al que se deben algunas de las más bellas realizaciones alemanas. La consecuencia de la tal simbiosis se traduce en una calidad de acabados y en un glamour poco conocido hasta ahora en las típicas realizaciones USA, por mucho que nuestro protagonista presente -que las presenta- ciertas incomprensibles lagunas de equipamiento (aire acondicionado manual en lugar de climatizador...). Frente a estas -excusables- lagunas, el Crossfire enamora con una elegante línea estética tan exclusiva como impactante que hace gala de soluciones tan «de siempre» como que no pasan de moda: morro en cuña y cola recortada... aunque descendente y perfilada a la que ni siquiera le falta un discreto alerón retráctil que hace acto de presencia a cien por hora y que se «tapa» por debajo de los sesenta por hora. Su alta línea de cintura, el achatado techo y las llantas de 19 pulgadas (calzadas con neumáticos de perfil 35) confieren al Crossfire un aspecto de lo más molón , se diría directamente inspirado en las más drásticas realizaciones deportivas, prácticamente «circuiteras» y con un ambiente interior más próximo al de una berlina de lujo que al de un espartano vehículo sport. Si su aspecto estético ya resulta ser toda una garantía de aceptación, donde el Crossfire pone su punto de inflexión y, por ende, manifiesta también su raza es un sugestivo V6, firmado por Mercedes, que cubica 3.2 litros y entrega unos impecables 215 caballos, unido -en propulsión- a un cambio manual de 6 marchas con la posibilidad opcional de elegir una caja automática (no sería un USA... de obviar la tal posibilidad). Con esta aplicación mecánica, nuestro protagonista puede presumir de una efectiva tabla prestacional: 6,5 segundos en aceleración de cero a cien y 242 por hora de punta. Y ello, con un sonido tan musical como requiere su condición de deportivo. Un aspecto, este de la musicalidad, que acaba, también, por crear un ambiente tan singular como los trazos de una envoltura de carreras . Una extraordinaria estabilidad, fruto de un chasis muy homogéneo en sus planteamientos dinámicos, y un evidente aplomo en la negociación de todo tipo de trazados, hacen del Crossfaire uno de los productos más avanzados de la gama Chrysler que, sobre todo, ponen al fabricante americano -hoy en la órbita de la estrella de tres puntas, en un punto de igualdad, cuando no de superación, frente a muchas de las tradicionales realizaciones de sello deportivo y carácter europeo que elegirse puedan.

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