Más tecnología que ideas ESPECTÁCULOS
JORGE CASANOVA | texto Quizás por la prestancia que concede la experiencia, este año, Pedro Almodóvar recibió su Oscar con más prestancia. En medio de la cacareada crisis del cine español, el manchego subió la escalinata de Hollywood para recoger su segunda estatuilla, tras arrasar el panorama europeo con Hable con ella. El casto beso del director al icono dorado fue una de las imágenes de un año que desde Galicia vivimos muy cerca de las estrellas. Adolfo Aristaráin, Alejandro Amenábar, Gutiérrez Aragón y el propio Almodóvar pasaron por estas tierras para rodar los proyectos que el año próximo llegarán a la gran pantalla. Los que no vinieron a Galicia fueron los Stones, tan en forma como siempre, que refrescaron el tórrido verano con su gira de 40 aniversario en varios escenarios españoles. Aquí vivimos otro cumpleaños, el del festival celta de Ortigueira, que conmemoró su 25 aniversario con más salud que nunca y convirtiéndose en la referencia de un país que, cada vez más, se convierte en un gran escenario folk cada verano. El 2003 vio también a Michael Jackson contra las cuerdas, una vez más. Un polémico documental sobre la extravagante vida del rey del pop sólo fue la antesala de una nueva acusación de abusos contra niños que el próximo año deberá dilucidarse, tal vez para certificar el ocaso del ídolo. También fue el año en el que la Academia Gallega varió la normativa del idioma, no sin alguna polémica. Otra academia, la sueca, consiguió arrancar de su guarida a un escritor tan huidizo como fascinante, J. M. Coetzee. A los Príncipe de Asturias acudieron otros nombres de relumbrón como Kapucinscki, Susan Sontag o J. K. Rowling. Nuestra televisión asistió a la agonía de aquella fórmula infalible llamada Operación Triunfo que, también poco a poco, fue liberando el panorama discográfico, más golpeado que nunca por el fenómeno de la piratería. En cualquier caso, el 2003 no fue el año de los creadores. El panorama cultural siguió tan yermo como en años anteriores, sin energía y sin dirección, esperando una idea que se imponga a la tecnología.