El año del miedo a la neumonía asiática
JORGE CASANOVA | texto Letizia Ortiz Rocasolano, una presentadora de telediario de prime time, le puso el rostro amable a otro año contradictorio, donde las peores miserias compartieron página con los avances más formidables. Mientras la investigación genética y la biomedicina avanzan exponencialmente, un virus de la misma familia que el que provoca los resfriados, dejó casi ochocientos muertos en pocos meses repartidos por medio planeta. La neumonía asiática puso de rodillas al sistema sanitario mundial y se fue con el mismo misterio con el que llegó. En cualqiuer caso, la neumonía puso el pánico y el sida los muertos: tres millones en un año y once millones de nuevos infectados. Y en medio de las expectativas biomédicas se murió Dolly, el símbolo de las esperanzas y amenazas de la clonación. En realidad fue sacrificada, una precoz artritis, producto tal vez de su ultramoderna forma de nacer, que la llevó antes de tiempo para el otro barrio. Las consecuencias del cambio climático también se dejaron sentir con enorme fuerza durante un verano que dejó en Europa un terrible reguero de muerte. En Francia, los fallecidos se contaron por miles. Y en Galicia, nadie recordaba un verano tan largo y caluroso. El año vio también morir a siete astronautas que volvían a la Tierra a bordo del vetusto transbordador Columbia. Fue un espeluznante espectáculo televisivo que frenó la carrera espacial y que hubiera tenido graves consecuencias de no ser porque sobre nuestro planeta sigue orbitando la Estación Espacial Internacional, a la que en otoño viajó Pedro Duque. Más o menos por entonces, el Papa celebró sus 25 años en el trono de Pedro entre los rumores que acentuaban su ya maltrecho estado de salud. Pero el Papa, que viajó a España ese mismo año, se recuperó y mantuvo su agenda.