Diario de León

Misterios del cuarto creciente

Debido a los cambios en la atracción gravitatoria y las radiaciones que refleja, las fases de la Luna influyen en las mareas oceánicas, las temperaturas terrestres, el volumen de las lluvias, las tormentas eléctricas y los huracanes. Según una

EFE

EFE

Publicado por
OMAR SUGURA | texto
León

Creado:

Actualizado:

Pese a su relativa cercanía, en términos astronómicos, y a las misiones automáticas o tripuladas que la han observado o visitado, muchos aspectos de la Luna siguen envueltos en un misterio tan intenso como la oscuridad que baña su cara oculta. Todavía se debate la posibilidad de que en el fondo de los cráteres polares que no recibe nunca luz solar puedan existir apreciables cantidades de hielo, formado por el agua proveniente de los impactos de cometas, la cual podría sobrevivir en estos lugares extremadamente fríos durante muchos millones de años. Tampoco se sabe si este planetoide se formó, como aseguran muchos científicos, hace unos 4.500 millones de años, a partir de la materia desprendida como resultado de una colisión entre la Tierra y otro planeta de tamaño igual o mayor que el de Marte. Otra cuestión abierta es por qué está tan inclinado su plano orbital, ya que mientras que la mayoría de satélites del sistema solar tienen inclinaciones orbitales de 1 ó 2 grados, la órbita lunar tiene una inclinación de 10 grados respecto al ecuador terrestre. Pero hay un asunto que llama más la atención de la mayoría, por su halo legendario y su impacto sobre nuestras vidas: el presunto influjo de la Luna sobre las personas y los seres vivos. Aunque para la ciencia no hay suficientes datos que prueben que el satélite afecta el comportamiento y la vida humanos, las estadísticas, los testimonios y muchos expertos indican que los ciclos de esa esfera de roca llena de cráteres nos influyen. Suben las mareas, hierve la sangre Por ejemplo, durante el plenilunio, los hospitales reciben más pacientes en urgencias, se cometen más crímenes, aumentan los incendios provocados, las falsas alarmas, los accidentes y los pirómanos están más activos. Pero, ¿pueden las evoluciones de una esfera de 3.500 kilómetros de diámetro, compuesta de roca reseca y llena de cráteres, que no tiene atmósfera y siempre muestra la misma cara, afectar la vida, los sentimientos y la mente de los más de 6.000 millones de personas que habitan un planeta muchas veces más voluminoso situado a 385.000 kilómetros de distancia?. Para algunos especialistas, la Luna no sólo moviliza periódicamente las aguas y tierras de nuestro planeta, sino también los sentimientos, ideas y acciones de sus habitantes. Según otros, la única influencia de la Luna sobre la Humanidad es cultural, al dar origen a infinidad de leyendas, mitos y obras de ciencia ficción e inspirar rituales religiosos y poemas románticos. Durante su viaje de cerca de un mes alrededor de la Tierra, la Luna atraviesa distintas fases en las que desde nuestro planeta pueden observarse distintos sectores del lado diurno del satélite el cual refleja la luz solar en mayor o menor medida. Son la luna llena, el cuarto menguante, la luna nueva y el cuarto creciente. Las investigaciones científicas y estadísticas han confirmado que debido a los cambios en la atracción gravitatoria y las radiaciones que refleja, las distintas fases de la Luna influyen en la altura de las mareas oceánicas, en las temperaturas terrestres, en el volumen de las precipitaciones, en el número de tormentas eléctricas y en la probabilidad de que se formen huracanes. También se ha comprobado que los ciclos lunares afectan los haces de energía que circulan por los aceleradores de partículas y producen deformaciones insignificantes en la corteza sólida del planeta, produciendo una especie de «micro-mareas terrestres». Luna y mujer, un mismo ciclo Sin la Luna no existiría la vida como se la conoce: además de influir en las migraciones de las aves y activar la reproducción de ciertas algas, la Luna ayuda a estabilizar la rotación de la Tierra, permitiendo las estaciones, que determinan los ciclos de muchas especies. También genera las mareas, permitiendo que se alimenten muchos animales de los restos que quedan al bajar las aguas. Pero, ¿ejerce la Luna algún efecto comprobado sobre la conducta, la salud, el carácter y la vida de los seres humanos? Pese a su aura romántica y a su tradicional condición de «linterna de los enamorados», la posible relación existente entre el astro personificado por la diosa griega Selene y los seres humanos no es precisamente una «luna de miel». ¡Y no sólo por su vínculo con las leyendas medievales de «hombres-lobo» o vampiros! Un momento especial es la luna llena, cuando, igual que sucede durante la luna nueva, el Sol, la Luna y la Tierra se ubican en una línea, y la gravedad solar se combina con la lunar. Entonces, algunos departamentos de policía informan de que se cometen más crímenes, algunos hospitales que reciben más pacientes en las salas de emergencia, los directores de personal más quejas de los empleados y los diarios y las revistas, más llamadas insólitas y de gente fastidiosa. Un informe del departamento de policía de Filadelfia (EE.UU.), solicitaba a sus funcionarios que aumentasen la vigilancia durante las noches de luna llena porque «en esos días crece el número crímenes», reflejando una creencia que comparten muchos policías en distintas ciudades, quienes no creen en la influencia lunar sobre cuchillos y gatillos, pero «que la hay, la hay». ¿Existe el influjo lunar? Uno de los principales defensores de la influencia selenita es el psiquiatra estadounidense Arnold L. Lieber, quien en su famoso libro «El influjo de la Luna», defiende que estadísticamente durante el plenilunio aumentan la violencia humana y hechos delictivos. Según Lieber, del mismo modo que la fuerza de gravedad de la Luna atrae y mueve las grandes masas de agua de nuestro planeta, produciendo las mareas, también desplaza el líquido del cuerpo humano, unos 40 ó 50 litros, que componen el 80% de nuestro organismo, ocasionándonos desde tensión en los tejidos e hinchazón, hasta una mayor irritabilidad nerviosa. La experta en criminología española Margarita Landi señala: «Durante mis más de cuarenta años como reportero de sucesos, he comprobado que los crímenes más cruentos fueron cometidos en noches de Luna, la cual parece ayudar a que se produzcan actos brutales y aberrantes de tipo impulsivo o pasional». Otros expertos de EEUU han encontrado que durante la Luna llena -y en menor medida, en la nueva- aumentan no sólo los crímenes violentos y delitos sexuales, sino también los ataques epilépticos, ingresos de pacientes psiquiátricos y suicidios. La relación de la Luna con la sangre no se limita a los delitos: también se han informado «correlaciones que superan los márgenes de lo casual» entre las fases lunares y el incremento de las hemorragias, las transfusiones sanguíneas y los infartos. Buena parte de la creencia en la influencia de la Luna sobre la reproducción humana se debe a que el ciclo lunar, de unos 27 a 29 días, se semeja al período menstrual de la mujer. Para los defensores de esta teoría, ello determina una relación de las distintas fases lunares con el ánimo y el deseo sexual femeninos, la cantidad de nacimientos y el sexo de los bebés. Se afirma que la luna llena activa la ovulación, acelera los partos, rige nuestros ritmos biológicos, tiene propiedades afrodisíacas e inquieta a los ansiosos o deprimidos, además de alterar el sueño.

tracking