El pandero cuadrado
|||| Para Santiago García, artesano y estudioso de estos instrumentos de percusión, la elaboración del pandero es como un rito. Todo en él tiene su porqué. Desde la misma elección de la oveja, en este caso cabra, hasta los días y horas de acabado. «Lo primero de todo es preparar el bastidor o caja de resonancia, donde van las cuerdas cubiertas por la piel. Se ahueca por dentro para que no pese y suene como las castañuelas. Luego se hacen unas hendiduras en los bordes para que no se corte con el tiempo. Se toman unas tiras de piel de oveja, se meten en agua para que queden como la goma y poder retorcerlas en forma de trenzas. Se ata todo alrededor, se prensa y una vez que esta todo preparado hay que buscar la piel. Muchas son las maneras de hacerse con ellas, confiesa Santiago. A mí, dice, me las ofrecen los carniceros para que luego yo las curta. Ese es un proceso para volverse loco. Se compraba la piel, que vale unas 12.000 ó 14.000 pesetas, las llenan de ceniza, las entierran hasta que se pudren, las sacan, las limpian, se lavan en el río¿, En fin un proceso muy largo que además deja un olor molesto. Así que lo más cómodo y práctico ahora es comprar la piel curtida, que no da olor, sumergirla en agua una noche entera o dos y ponerse de inmediato con ella sin poder hacer otra cosa porque una vez que se seca ya no hay quien la cosa. La coloco sobre el bastidor y comienzo a coserla mojada, sin parar, con bramante y aguja de lana, la ensebo para que quede duro y no rompa. Hay que ir apretándola poco a poco, cosiéndola con paciencia en un proceso que me lleva un par de horas. Lo tenso al máximo y coso bien por uno de los lados. Por el otro lo mismo pero puede que sobre o que falte por eso hay que calcularlo exactamente para no desperdiciar piel o en su defecto que no llegue. Corto lo que sobra y empapado en agua lo cuelgo en el desván cuatro o cinco días hasta que seca. Y el pandero ya esta acabado y listo para ser tocado». Estos panderos cuadrados son muy solicitados tanto en la provincia de León como fuera de España y muchos veraneantes y extranjeros que vienen por la zona adquieren estos ejemplares cuyos precios oscilan entre los cien euros el pequeño y doscientos el grande. «Dentro del pandero leonés, apunta el artesano, hay dos variedades: el pandero lacianiego y el pandero babiano. Apenas se diferencian pero hay algo que los hace un poco distintos. La construcción de ambos es igual, pero el pandero babiano al moverlo hacia los lados suena porque les ponen arenillas debajo de la piel. El Lacianiego no las lleva por lo que su sonido es únicamente el que salga de la percusión con los dedos y las palmas de la mano».