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«La utopía es una esencial necesidad para el estímulo de cualquier pueblo del mundo»

Eloy Terrón Abad | Nace en el año 1919, en Fabero del Bierzo; muere en el 2002 en Madrid. Filósofo y profesor de origen familiar campesino y humilde, ejerció, además, numerosos oficios, pero logró ser un humanista que luchó por la libertad y n

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León

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Humildad, generosidad, compromiso social e intelectual no siempre caminan juntos. Sensibilidad contra la injusticia, defensa de los pobres y conciencia obrera con frecuencia se alejan de quienes alcanzan ámbitos profesionales elitistas, aunque el origen de quien los detente sea humilde. No es este el caso de Eloy Terrón, un berciano de Fabero de origen campesino pobre y minero, que desde los 14 años, edad en la que entra en la mina, trató de forjarse en la coherencia vital a través de la comprensión de sí mismo y de los semejantes sin renunciar a su origen y asumiendo los papeles que su conciencia le dictaba. Eloy Terrón fue un obrero de mil oficios: labrador y herrero, electricista y mecánico, minero y guerrillero, profesor y traductor, investigador y escritor, filósofo y antropólogo y..., sobre todo, ciudadano. En la mina rápidamente se incorpora a la actividad sindical tras una pronta concienciación aportada por líderes anarco-socialistas. En esta «escuela que la que rápidamente se despertaría mi conciencia ingenua y sencilla de campesino, y mi rechazo radical a la violencia y a derramar la sangre de mis semejantes». No obstante, en 1936, «si quería salvar mi vida», y con algo más de 16 años, tuvo que refugiarse en las sierras de los Ancares y de Fornela; desde ahí se alistó como voluntario en el Ejército Popular republicano del frente de Asturias; por sus conocimientos, aunque fueran escasos, y juventud lo designan enlace entre los puestos de mando y de combate. Siente la responsabilidad de la tarea y procura acopiar, aunque fuera «atropelladamente», los suficientes conocimientos a fin de dar respuesta a las inquietas preguntas de la oficialidad y tropa de primera línea. Eloy confiesa que no pocas veces exageraba la información con el fin de «subir la moral». Vencido este frente se unió al grupo de maquis liderado por su hermano César. Una aguda tos bronquial, fácil delator de los guerrilleros, fuerza su reclusión en el domicilio de un familiar en León capital. Era peligroso volver a Fabero. Y en León descubre la vida urbana y su gran interés por el estudio; interés al que ya nunca renunciaría. En 1938, las autoridades franquistas movilizan su reemplazo, el correspondiente a 1940; de este modo, Eloy ingresa como recluta en el bando franquista y tras el período de formación lo destinan al frente de Teruel. Gracias a que el secretario del Ayuntamiento de su pueblo había fijado en su ficha «de profesión: estudiante», sirve en tareas de intendencia. Finalizada la guerra, ante la situación nacional postbélica y la internacional generada por el inicio de la II Guerra Mundial, de forma generalizada se prolonga el servicio militar, a Eloy lo destinan en la Base Aérea de la Virgen del Camino, concretamente al observatorio meteorológico de la unidad. En 1940 cae su hermano César, la documentación que portaba delata a Eloy, en concreto sus anotaciones sobre unos mapas. Sufre Consejo de Guerra en Ponferrada. Afortunadamente sólo es condenado a reclusión. Pena que cumple en el cuartel militar. En el calabozo de la Base Aérea lee «compulsivamente» de todo y, definitivamente, descubre su dedicación intelectual. Se licencia en 1942. De 1942-1948 cursa por libre todos los ciclos de enseñanzas y se licencia en Filosofía; mientras estudia participa activamente en el grupo leonés «Espadaña», un colectivo intelectual atípico en una España sombría. Eloy siempre que pudo manifestó sus deudas con don Antonio de Lama, Eugenio De Nora y Victoriano Crémer, a quienes reconoce la tarea de orientarle en las lecturas y ordenamiento de los conocimientos. Vuelve a Fabero en 1949, tras 13 años de ausencia. Se sorprende de la buena acogida que le dispensa su pueblo. Decide quedarse en su tierra y con un amigo funda una Academia en Cacabelos(1949-1951), bajo el nombre de «Gil y Carrasco». En la nueva tarea docente procura habilitar los métodos pedagógicos de la desaparecida Institución Libre de Enseñanza que tanta presencia tuvo en el León prebélico. En 1952 se traslada definitivamente a Madrid. Su primera actividad en la capital fue como profesor de Bachillerato hasta que en 1954 se incorpora como profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense hasta 1965. Inicialmente en la cátedra de S. Montero Díaz, profesor que incide en Eloy para que haga su tesis doctoral sobre el krausismo español. Una vez doctorado accede a profesor adjunto en la cátedra de Ética y Sociología que dirigía el profesor J. L. López Aranguren. En 1965 las autoridades franquistas expulsan de la Universidad a varios catedráticos: E. Tierno Galván, García Calvo y López Aranguren indefinidamente, y a Montero Díaz y Aguilar Navarro temporalmente. El decano, Camón Aznar, encarga a Eloy la dirección de la cátedra de López Aranguren. Éste, por convicciones éticas y compromiso solidario con sus compañeros renuncia al encargo y a la posibilidad de realizar una próspera carrera académica. La decisión le acarrea gravedad económica, pues en 1961 había contraído matrimonio con Mª Dolores García-Moscón, ya tenían dos hijos, Juan y Pablo, y otra a punto de nacer, Marta. Su cuarta hija, Carmen, nacerá más tarde. Eloy imparte clase donde puede, traduce, da conferencias, etc. En 1969, con motivo del «estado de excepción» declarado por Franco, se le destierra a Guereña(Badajoz), con la obligación de presentarse dos veces al día en el cuartel de la Guardia Civil. En Guereña prosigue una investigación ya iniciada sobre la cultura campesina, y concretamente referida a Fabero, que posteriormente publicaría bajo el título: Los trabajos y los hombres. La desaparición de la cultura popular de Fabero del Bierzo. Durante estos años no abandona su activa colaboración con su amigo bioquímico, Faustino Cordón, en diversos laboratorios científicos. Del mismo modo que sigue realizando traducciones de obras relevantes de K. Mannheim, P. Sorokin, D. Ricardo, G. Childe, Hegel, A. Smith, etc., publicando artículos e impulsando iniciativas editoriales. Tras la Amnistía General de 1977 se readmite a los profesores expulsos. Al profesor Eloy Terrón se le excluye de la lista. Razón: las autoridades académicas consideran que su baja había sido voluntaria. Ante tamaña injusticia Eloy no protesta y asume su decisión. Un centenar de profesores universitarios, coordinados por sus amigos, los profesores R. Jerez Mir y Vicente Romano, firman un escrito de protesta y solicitan el ingreso ante el rector Vián Ortuño. Quizá debido a la presión mediática que se desarrolla, se acepta el ingreso de Eloy y se le destina a la Facultad de Ciencias de la Información, donde ejercerá la docencia de 1979 a 1986, año de jubilación. Ciertamente aquí no fue bien recibido; el titular de la cátedra a la que es destinado le encomendaba tareas de secretaría y a pasar sus manuscritos, a pesar de la escasa pericia mecanográfica de Terrón. En silencio soportó la humillación y en 1985 consiguió la titularidad. Durante la Transición sale elegido democráticamente Decano del Colegio de Doctores y Licenciados de Madrid, posteriormente Presidente del Consejo General de Colegios Una vez jubilado, y por razones económicas familiares, prosiguió impartiendo clases en el Centro Superior de Diseño, dependiente de la Universidad Politécnica hasta 1994. Desde 1984 sufre la enfermedad del Parkinsons. A ésta se enfrenta sin desánimo ni renuncia de compromiso alguno hasta que el mal que le aqueja le imposibilita en lo físico, mas nunca intelectualmente. No obstante, y durante estos años continúa su compromiso político y sindical. Preside la fundación de CC.OO. «1º de Mayo», colabora en la fundación del PCE de Investigadores Marxistas (FIM), preside el Club de Amigos de la UNESCO (COAM), la Asociación «Guillermo Humbolt» etc. En 1988 recibe el reconocimiento a su compromiso ético e intelectual al concederle la Gran Cruz de «Alfonso X el Sabio». De la fuerza y rigor intelectual da cuenta su obra édita y también la aún inédita. Además del libro antropológico referido podemos destacar: Sociedad e ideología en los orígenes de la España contemporánea; Posibilidad de la estética como Ciencia; Ciencia, técnica y humanismo. Cosmovisión y consciencia como creatividad; La cultura y los hombres; Educación religiosa y alineación (bajo el seudónimo de «Toribio Pérez de Arganza»). Eloy muere en Madrid en mayo de 2002. A petición propia sus cenizas fueron esparcidas en un monte de Fabero donde jugó y soñó de niño convirtiendo su patria natal en patria de destino eterno. Durante sus años de docente e investigador escribió y publicó numerosos libros y artículos. Militó en el PCE y en Sindicato CC.OO. Militante activo en la clandestinidad y en la legalidad vivió más pendiente de los suyos y del compromiso social que de hacer carrera académica o de ocupar cargos públicos. Eloy, un berciano cargado de bonhonomía, modesto y bondadoso, intelectual socrático del pueblo, habitó en el planeta Tierra bajo la fuerza del diálogo y el respeto al hombre. Fue un intelectual comprometido que usó su poder como servicio al pueblo y nunca como autocomplacencia ni distinción. Esta dedicación del «sabio modesto» se la reconoció su pueblo, Fabero del Bierzo, en el 1996, nombrándole Hijo Predilecto y dando su nombre a una plaza en la que se ubica una escultura para ejemplo y memoria de una vida que se maceró en el servicio filantrópico. DL DL