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León

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El Instituto Nacional de la Silicosis (INS) es el centro de referencia nacional para la prevención técnico sanitaria de las enfermedades profesionales que afectan al sistema cardiorrespiratorio, y su actividad está orientada a las labores de prevención técnico-médica, docencia, investigación y asesoramiento sobre la exposición a los agentes que provocan enfermedades respiratorias de origen laboral. Su campo de actuación incluye también la valoración de otros riesgos laborales, como el ruido, las vibraciones, los gases o el efecto de las altas temperaturas, tanto en la minería a cielo abierto como en las fundiciones, fábricas de cemento, de cerámica y loza, actividades que emplean abrasivos, etcétera. El INS comenzó su andadura en 1970 como un centro especial de la Seguridad Social que, según el doctor Alcázar, debía prestar atención especializada «al entonces importantísimo colectivo de mineros que contraían silicosis, a la vez que a efectuar las valoraciones legales de la enfermedad». Al mismo tiempo, el departamento técnico desarrolló sistemas de control y prevención del polvo como la mejor forma de prevenir la enfermedad. A lo largo de los años, «y sin perder sus señas de identidad», el INS ha ido ampliando su campo de actuación a otras patologías respiratorias de origen laboral. La Ley de Prevención de Riesgos Laborales, aprobada en 1995, supuso un importante espaldarazo para la tarea que venía desarrollando el instituto, ya que le confirmó como centro de referencia nacional de prevención técnico sanitaria para todas las enfermedades profesionales que afecten al sistema cardiorrespiratorio. El doctor Alcázar señala que «la propia evolución del sector minero, en el que empieza a tener un gran peso la minería a cielo abierto, así como otros factores de riesgo a que se encuentran sometidos estos trabajadores, han provocado que el INS contemple de una forma más integral la prevención de riesgos en las industrias extractivas». A partir de ese momento el instituto, en colaboración con las administraciones públicas y, sobre todo, con la Comisión Nacional de Seguridad Minera, donde se encuentra representado, inicia un proceso de diversificación de actividades. Además, «y a pesar de la gran incidencia que aún tiene la silicosis en España», la evolución del colectivo de trabajadores que padece esta enfermedad y la evolución de la «extensa red hospitalaria que atiende las cuencas mineras» propició una transformación del INS, que actualmente se orienta más a la investigación, valoración, control y prevención de riesgos que a una labor puramente asistencial. Entre los proyectos de futuro, el director del INS apunta la profundización del estudio de los factores inmunológicos que contribuyen a la aparición y evolución de la enfermedad, así como la búsqueda de nuevos marcadores biológicos capaces de predecir la progresión de las lesiones. «También debemos ampliar los estudios epidemiológicos en los diferentes sectores de población afectada y de valoración de riesgos, abordando estudios específicos relativos a los niveles de ruido y vibraciones, gases y efecto de las altas temperaturas. Y fundamentalmente, apunta Alcázar, tenemos que seguir insistiendo en las labores de prevención». Los programas específicos que lleva a cabo actualmente el INS se resumen en estos enunciados: exposición a sílice y cáncer de pulmón en mineros de carbón; minería del caolín; minería de espato-flúor; estudio de los niveles de vibración en el cuerpo de los trabajadores durante la utilización de equipos y máquinas en las explotaciones a cielo abierto; estudio ambiental de las explotaciones a cielo abierto; metodología de análisis de accidentes en las industrias extractivas y entrenamiento de mineros en el uso de autorrescatadores de oxígeno químico a través de un simulador diseñado por el INS.