No sólo en los mineros
La silicosis no es una enfermedad exclusiva de los mineros, afirma el doctor Alcázar, ya que están expuestos a ella todos los que trabajan en un ambiente de polvo que contenga sílice. «Los pulmones filtran diariamente unos 10.000 libros de aire, de forma que se calcula que en un trabajo de 40 horas semanales se introducen unos 16.000 litros de aire, y las sustancias inhaladas en ese tiempo son capaces de provocar casi todos los tipos de enfermedad pulmonar crónica». El riesgo no sólo afecta a la minería de interior, sino que cada vez cobra mayor importancia en otros sectores en auge, como las canteras, los trabajos con roca ornamental, las fundiciones, industrias de cerámica y loza, fabricación de refractarios, limpieza con chorro de arena, industria del vidrio... Se calcula que en España existen unos 400.000 trabajadores expuestos a la sílice cristalina. El director del INS señala que «son especialmente peligrosos los trabajos en lugares cerrados y mal ventilados. El uso de martillos neumáticos y otros medios técnicos que generen nubes de polvo aumenta el riesgo; y además ciertos procesos industriales han aumentado las fuentes de riesgo al incorporar sílice triturada, como es el caso de los pulimentos metálicos, polvos de limpieza o papel de lija; o sílice molida y polvo de cuarzo, en esmaltados, por ejemplo». Menor incidencia En los últimos años, los factores que han contribuido a una menor incidencia de la enfermedad han sido las medidas legales, referidas a los límites de riesgo o sistemas de control de polvo; y también las medidas de prevención técnica para eliminar el plvo, a través de la ventilación adecuada, la captación del polvo en talleres de arranque y en el avance de galerías, la humidificación (bien por inyección de agua en las capas del macizo o pulverizando agua en los frentes), mascarillas, etc. Cada año el INS lleva a cabo el análisis de más de 20.000 muestras de polvo para comprobar el nivel de riesgo en cada puesto laboral. Desde el instituto se destaca también la eficacia de las medidas de prevención médica, con reconocimientos previos al ingreso en el puesto de trabajo que detecten la presencia de enfermedades; así como el establecimiento de controles periódicos para detectar los síntomas prematuros de la silicosis. El menor número de años que los trabajadores pasan hoy en los puestos de riesgo y la mecanización de trabajos de riesgo también han colaborado en este control de la enfermedad. El rebrote Sin embargo, José Luis Alcázar advierte de la existencia de otra serie de factores que favorecen el rebrote de la silicosis, como la falsa confianza en su disminución, que «ha propiciado el relajamiento en las labores de prevención de determinados sectores»; así como el reducido tamaño de algunas empresas, que no permite la existencia de puestos compatibles (sin riesgo de polvo). También influyen la precariedad laboral y la no obligatoriedad del trabajadores de los reconocimientos periódicos. «La falta de cultura de protección laboral de algunas subcontratas y, aún, la falta de experiencia de algunos servicios médicos de prevención laboral está permitiendo la continuidad en el trabajo de personas con grados iniciales de silicosis, que sólo serán diagnosticadas cuando padezcan formas más evolucionadas e incapacitantes de la enfermedad», asegura Alcázar.