Diario de León
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El acual recinto de Palat del Rey cobija en un interior los restos de la iglesia más antigua de la ciudad, una de las escasas muestras de aquella arquitectura mozárabe que surgió en los siglos IX y X en el área del viejo reino asturleonés, y que dejó en la provincia un legado único e inigualable. Antigüedad y singularidad arquitectónica que aportan mayor interés al significado histórico de lo que fue este templo, antiguo monasterio construido entre los años 931 y 950 por el rey Ramiro II al lado de su palacio para que su hija Geloria (la infanta Elvira) se consagrara a la vida monástica. Elvira, monja pero infanta y regente de gran iniciativa y carácter, convirtió este su primer monasterio en panteón real, al que luego sucederían el de San Pelayo y, más tarde, San Isidoro. La iglesia fue también utilizada como lugar de enterramiento habitual de la parroquia desde el último tercio del siglo XII hasta el año 1813, en que como recoge el Libro de Difuntos, las inhumaciones se trasladan al cementerio municipal. Durante las excavaciones llevadas a cabo en la segunda mitad de los años ochenta se recuperaron más de seiscientos enterramientos. Ya a principios del siglo XX Manuel Gómez Moreno, en su Catálogo Monumental de la Provincia de León 1906-1908 , destaca la importancia de este templo. El que fue mayor estudioso de la arquitectura mozárabe en la provincia manifestó repetidamente su preocupación por el abandono de esta edificación. «La iglesia histórica más antigua de la ciudad y que ha conservado su ostentoso nombre es quizá también la más ruin y modernizada de ella», asegura. En una edición de 1925 de su obra explica: «Aún ahora se proyecta su derribo para regularizar una calle». Describe la parte primitiva y los añadidos posteriores, y aventura cuál fue la planta primitiva del templo, basándose también en las excavaciones que en 1910 llevó a cabo el arquitecto Juan C. Torbado. Aunque posteriormente intentó repetidamente actuar en esta edificación, la parte final del apartado sobre Palat en su catálogo monumental resulta esclarecedora sobre sus esperanzas respecto a la iglesia: «Rehabilitada luego esta iglesia para residencia de jesuítas, excusado es decir que ha vuelto a desaparecer toda exploración, y conformémonos si no se destruye».

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